A mediados de los 90, en la ciudad de New Jersey, el guitarrista Michael Romeo comienza a sembrar las semillas de lo que con el tiempo será una de las bandas más importantes de metal progresivo. Cabe destacar en el sonido de la banda la poderosa voz de Rusell Allen, Michael Pinnella a los teclados y la potente batería de Jason Rullo.
Aunque, probablemente, no son tan conocidos en Europa como Dream Theater, su virtuosismo y calidad de las composiciones los sitúa en la élite mundial del metal progresivo, power metal o metal neoclásico.
Sé que es difícil, para aquellos ajenos a este estilo musical, asimilar este tipo de composiciones, donde se mezclan sonidos potentes con guitarras pesadas junto a momentos cercanos a la música clásica. Por no hablar de la duración de las composiciones, que en el caso de The Odyssey es de veinticuatro minutos.
Hoy en día es más cómodo adaptarse a una caja de ritmos y sintetizadores y poco o nada de conocimiento musical por parte del «artista». Tampoco es necesario tener una gran voz, y si hablamos de las letras de algunos de los estilos que triunfan hoy en día… mejor olvidarlo. Reconozco que el rock no siempre tiene unas letras con contenido filosófico y que muchas veces me cuesta encontrar temas que se adapten a este espacio que llamamos filorock. Pero hay más de las que creemos, y el tan famoso y desde mi punto de vista nada acertado lema de sexo, drogas y rock and roll nada tiene que ver con la esencia de los orígenes del movimiento musical que llamamos rock. El problema con algunos estilos musicales, muy de moda en estos tiempos, es que no podemos encontrar ningún tema de contenido filosófico. Es difícil encontrar belleza en medio de la mediocridad. Pero esto es solo mi opinión.
En el enlace que comparto hay un excelente trabajo donde aparecen imágenes de la Odisea de Homero con la letra en español de la canción.
Para aquellos que no hayáis tenido el privilegio de leer una de las joyas de la literatura universal, la Odisea, escrita por Homero, cuenta la historia de Ulises, rey de Ítaca. Después de guerrear en la famosa guerra de Troya, emprende el viaje de regreso junto a sus compañeros. El fin del conflicto fue gracias a la idea que concibió el propio Ulises con la construcción del famoso caballo que permitió engañar a los troyanos y entrar en la infranqueable ciudad.
Ulises es un héroe diferente a los demás que participan en la guerra. No es hijo de una diosa como Aquiles, no posee la fuerza de Ayax, no es tan rico y poderoso como Agamenón y posiblemente no hubiese podido derrotar a Héctor con las armas.
Sus virtudes principales son el ingenio y la prudencia y cuentan que poseía el don de la elocuencia: era capaz de convencer a reyes y engañar a monstruos como el cíclope.
No pretendo hacer un estudio del rico simbolismo de la Odisea, pero sí destacar algunos aspectos principales. Nos habla de un viaje que nos atañe a todos. Es un viaje de regreso a la patria. Pero hablamos de una patria que no pertenece a este mundo, es una patria de índole espiritual de la que nos hablan todas las religiones.
Ulises representa nuestro verdadero ser, nuestra conciencia espiritual. Es aquello que somos en potencia, pero que no hemos logrado despertar.
Penélope, su esposa, en una clave son las virtudes que hemos conquistado interiormente. Son las victorias que hemos logrado ante nuestras imperfecciones y carencias. Es a esas victorias a las que debemos regresar para realizarnos como seres humanos. Por eso Ulises viaja al encuentro de su esposa.
Los pretendientes (que intentan apoderarse del trono en ausencia del rey) son nuestros egoísmos, que pretenden conquistar a Penélope (alma). Por eso se comen los bienes de Ulises (espíritu).
Ítaca es el reino de Ulises, es el reino del espíritu. Es lo más noble que cada uno de nosotros somos capaces de conquistar. Es a esa Ítaca donde cada ser humano debe llegar para reencontrarse con su parte espiritual.
Poseidón es el dios que va a poner a prueba a Ulises. Es el dios de los mares, de donde surge la vida. Precisamente, es en la vida donde transcurren las pruebas del héroe y las de cada uno de nosotros. Poseidón no está para «fastidiar»; más bien, obliga al ser humano a salir de su estado de confort. Nos obliga a superarnos, a ser más fuertes.
Zeus representa la ley de la naturaleza y del cosmos. Es el Dharma. Y el Dharma (destino) del ser humano es comportarse como ser humano. El problema es que a veces nos complicamos la vida, hacemos demasiado caso a los pretendientes (egoísmos) y olvidamos buscar nuestra Ítaca particular.
Atenea (diosa que ayuda a Ulises) simboliza el conocimiento, la sabiduría a través de la acción. Ulises está en acción constante, pero necesita de una acción eficaz. Necesitamos un conocimiento detrás que guíe nuestras acciones. Es también el karma, pero no como castigo (una mala interpretación del concepto hindú de karma) sino que nos habla de la acción: para solucionar los problemas, hay que actuar por nosotros mismos y no esperar a que vengan tiempos mejores.
Podríamos seguir, pero creo que es suficiente. Inspirarse en Homero para desarrollar una composición musical no puede traer malos resultados.
Una de las claves que podemos sacar de la Odisea es que todos estamos inmersos en el Gran Viaje y, durante la travesía, vamos a encontrar peligros y dificultades. Homero nos dice que debemos viajar por la vida con espíritu aventurero para superar los problemas. Ulises somos cada uno de nosotros, y si nos dejamos guiar por Atenea (el conocimiento), podremos derrotar a los pretendientes y recuperar Ítaca.
¡Buen viaje!