Todo el bagaje sagrado y simbólico acumulado a través de milenios no se puede ocultar de un plumazo, por mucho que el mundo actual pretenda desterrarlo de las cotidianas vivencias del humano moderno. Pese a todas las manipulaciones de los amos de la caverna, que ya Platón denunció y advirtió en su momento, pese a todas las coyunturas pseudoculturales que divulgan machaconamente en televisión, cine y redes digitales, incluso en aulas, desde primaria a universitarias, no podrán ir contra el natural desarrollo de la inquietud filosófica y espiritual del ser humano, que se pregunta quién, cómo y dónde. ¿Quién soy, cómo soy, de dónde vengo y a dónde voy?
Por ello, el escritor y filósofo Fernando Schwarz ya advierte en su libro El ocultamiento de lo sagrado que, «a pesar de la secularización de nuestras sociedades contemporáneas, el arcaico trasfondo simbólico del ser humano no ha desaparecido. Las huellas del sentimiento religioso y de la dimensión de lo sagrado se encuentran hoy en día ocultas en nuestras prácticas cotidianas».
Por tanto, bueno será que actualicemos la memoria que nos han dejado tantos sabios a través de los milenios. Y, en honor a ellos, con nuestra devocional gratitud, nos pongamos en acción, pues los mitos y símbolos son necesarios, ya que traspasan los hechos para iluminar y enriquecer el alma espiritual, para levantar el velo o una pequeña parte de él, y descubrir el mensaje oculto de tantas benditas doctrinas religiosas que nos han legado.
Como enseñó Jung, «los símbolos culturales son los que se han empleado para expresar verdades eternas». Y por ello nos han dejado señuelos para que se busquen por parte de quienes traen una inquietud interrogante ante una esfinge misteriosa, una hermosa escultura, el lienzo cautivador, el templo consagrado de diferentes religiones, todo con sus medidas áureas. Y aquel árbol, lago o monte… ¿qué está llamando desde lo más ignoto de nuestro ser? ¡Despierta! ¡Observa! Inquiere y escucha a tu alma que te acucia para comprender el porqué de todo lo creado por el humano en la tierra y por la Divinidad en el cosmos.
Desde los simbólicos y monumentales menhires de Stonehenge, levantados hace milenios, los misteriosos moáis de la isla de Pascua, en la Polinesia, los múltiples megalitos alineados en la francesa Bretania de Carnac y muchos más símbolos líticos que nos han dejado nuestros antepasados milenios atrás, todos nos están mostrando un mensaje para la posteridad. Un mensaje oculto para que descubramos los signos herméticos de lejanas creencias religiosas, antes de su derrumbe cultural. Posiblemente, sabios sacerdotes previeron esa debacle y, consecuentes con su misión formativa y su amor por los futuros pobladores, dejaron señales elocuentes para la siguiente humanidad. También, árboles sagrados, bosques iniciáticos, cánticos misteriosos, himnos y poemas en tablillas y monolitos… O sea, un sinfín de arcaicos conocimientos espirituales, vívidos, que nos certifican la inquietud y el anhelo del ser humano por trascender hacia una Arcadia celeste.
A veces se distorsionan teorías filosóficas de ilustres personajes, resumidas en frases con el único fin de lucir una ocurrencia intelectual ante la galería que denigre las creencias religiosas. Un ejemplo es la manoseada cita de Nietzsche «Dios ha muerto», como resumen del supuesto ateísmo del filósofo alemán. Pero no es así. Como nos indica el profesor Schwarz, lo que significa esta frase del eminente pensador es que determina la desacralización del mundo moderno, ya que «la hipertrofia racional arrincona lo mítico» (sic).
Y eso es en lo que, hasta hoy, han trabajado personajes privilegiados con capacidad de trabajo, tesón y discernimiento para rescatar lo mítico, lo sagrado, lo simbólico de la barbarie materialista.
Orígenes de algunas religiones
Según Mircea Eliade, «la mayoría de los hombres sin religión se siguen comportando religiosamente sin saberlo. No solo se trata de la masa de supersticiones o de tabúes del hombre moderno, que en su totalidad tiene una estructura o un origen mágico-religioso. Hay más: el hombre moderno que se siente y pretende ser arreligioso dispone aún de toda una mitología camuflada y de numerosos rituales degradados».
En ese agnosticismo buscan sucedáneos simbólicos para saciar el hambre de saber lo que intuyen desde su inconsciente profundo, que suelen acallar con máscaras simbólicas superfluas. Pero, por poco que se afanaran en elevar su alma a la parte superior no racional y dejaran que se presente el símbolo, podría ser que se despertase una luz de discernimiento iluminadora que cambiaría sus vidas.
Para ello, vamos a entrar en la historia de algunas religiones, del vasto universo donde se hallan, y descubrir su mensaje, con moderada intrusión, a través de ciertos símbolos.
Reseñando lo que nos dejó escrito la gran filósofa y maestra esotérica Blavastky, «el gran sistema arcaico conocido desde las edades prehistóricas como la ciencia sagrada de la sabiduría, que está contenido y puede encontrarse en todas las religiones antiguas así como en las modernas, tenía, y tiene aún, su lenguaje universal —sospechado por Ragón—, la lengua de los hierofantes, que tiene siete “dialectos”, por decirlo así, cada uno de los cuales se refiere y está particularmente apropiado a uno de los siete misterios de la naturaleza. Cada uno de ellos tenía su simbolismo propio. La naturaleza podía ser leída de este modo en su plenitud, o considerada bajo uno de sus aspectos especiales» (H. P. B. Doctrina Secreta t. II).
Comencemos por algunos de los más antiguos símbolos de ciertas religiones que han llegado a nosotros a través de los milenios.
Egipto
La simbología de la religión egipcia es de tan gran magnitud, tan profundo significado y sabiduría, así como tan dilatada prolongación milenaria de sus dinastías, que difícil es explicarla en tan limitado espacio de este artículo. Por ello, es necesario centrarse en una visión sintética de las imágenes más importantes del panteón egipcio: Amón-Ra, Osiris, Isis y Horus.
Amón-Ra
Era considerado el más importante de todos los dioses egipcios personificados en figura humana y era la representación simbólica del Sol, y como tal, el todopoderoso dios del panteón egipcio. Su culto estuvo ubicado en el complejo sagrado de Tebas que, aún hoy, conserva cierto magnetismo para los estudiosos y entendidos.
Osiris
Hijo del cielo, Nut, y la tierra, Geb. Se le representa con todos los atributos reales faraónicos. Simboliza la fertilidad de la vegetación terrena y otorga a los muertos la vida eterna junto a él. Esta era posible si el difunto superaba el juicio negativo, que era fiscalizado por el dios Anubis.
Isis
Esposa de Osiris y madre de Horus, simboliza la naturaleza y custodia los misterios que esta encierra. Como esposa fiel y madre protectora, fue muy venerada como diosa invocada por el pueblo femenino. Se la representa también sentada en su trono y cubierta con un velo (el arcano que guarda en ella).
Horus
Hijo de Osiris e Isis, es ocultado por su madre a Set para evitar que lo mate, como hizo con su padre Osiris. Simboliza la recuperación del orden restaurado después de matar a Set. Era considerado protector de los humanos y se le representa con cuerpo de hombre y cabeza de halcón, cuyos ojos son la Luna y el Sol. Representa el amor hacia la humanidad, portando en su mano derecha la llave de la vida.
Otra escultura de simbolismo profundo es la esfinge de Gizeh, que se diferencia de la griega por ser protectora. En torno a ella se han especulado miles de teorías sobre su antigüedad, su posible representación de algún faraón, la autoría de su monumental escultura, etc. Pero lo que más importa en este trabajo es su simbolismo. Se dice que su representación estaría dejando un mensaje profundo sobre los orígenes de la humanidad, procedente de la hundida Atlántida…y su futuro devenir, pues sus garras están preparadas para saltar sobre las aguas oceánicas de regreso ab origine, además de representar su anatomía las cuatro etapas de la evolución humana.
Hinduismo
Es una de las más arcaicas religiones de la India, enraizada con los Vedas, milenarias enseñanzas orales de himnos sagrados en sánscrito, lengua que fue llevada allí con la llegada de los arios procedentes del Caúcaso (y más allá). Se recopilan en el Rig Veda y más tarde se ampliaron en tres enseñanzas: Láyur-Veda (los sacrificios), Sama-Veda (cantos) y Atharda-Veda (ritual). Posteriormente, Vyasa narraría la epopeya del Mahabharata, que conserva entre sus páginas el hermoso poema Bhagavad-Gïtâ (Canto del Señor). Este tratado moral del dios Krishna a su discípulo Arjuna es una enseñanza iniciática para enfrentar al joven a la prueba de saber vencer, ante el enfrentamiento de las dos familias —Pandavas (el bien) y Kuravas (el mal)— que pretenden el poder total de unos contra los otros.
Toda la obra es un compendio de símbolos éticos, que el joven Arjuna debe discernir para no confundirse con lo aparente, que disfraza la realidad del mal. Posteriormente, finalizada la guerra, se deja llevar por el triunfo y el orgullo de vencer en la guerra, pero logra recapacitar gracias a su formación moral y vuelve junto a su Maestro. En la narración del Uttara Gîtâ se desarrolla la auténtica mística, la iniciación del joven Arjuna para conocer y comprender el sentido último de Brahma (el universo).
Más tarde se desarrolló la religión hinduista, que devino en un múltiple mosaico de dioses, de los que es necesario sintetizar en el mantra Om y la tríada sagrada del hinduismo: Brahma, Vishnú y Shiva.
OM es la invocación más sagrada y transcendente del hinduismo y está compuesta por tres letras A U M, que se recitan de un modo sonoro especial y simboliza la creación, la preservación y la destrucción y se representa personalizado con la tríada sagrada de Brahma (evolución del universo), Vishnú (preservación del mundo) y Shiva (destrucción del mundo… para volver al comienzo).
Mazdeísmo
Esta religión tomó el nombre de su fundador, el profeta y sabio Zarathustra, pasando a llamarse zoroastrismo. Pero la devoción y culto por Ahura Mazda, culto al fuego como símbolo del Sol y señor de la sabiduría, siguió incólume y se le incorporó Mitra, divinidad indoaria como dios benéfico de luz (cuyo culto fue divulgado más tarde en Roma, sobre todo entre los soldados).
En síntesis, sus enseñanzas presentan unos principios morales con buenos pensamientos, palabras y obras, igualdad sin distinción de raza, sexo y religión entre los humanos, trabajo y caridad sin abuso de poder sobre el hombre. También, lealtad a la familia, a la comunidad y al país.
Según ciertos entendidos, la influencia de esta religión estuvo patente en otras religiones del entorno mediterráneo, incluso en el budismo, este último en el culto a la luz.
Budismo
Los símbolos budistas utilizan la representación del Dharma (Ley), Buda, el loto y el árbol Bodhi.
La rueda del dharma (ley)
Esto significa que el círculo representa la perfección; el eje central, la disciplina en la meditación del discípulo; el aro de la rueda que une los rayos, la conciencia que une el todo. Este símbolo enseña el camino para llegar a Buda a través de los ocho radios, que son los ocho caminos de la doctrina.
La enseñanza cuenta que Buda giró por vez primera la rueda generando las Cuatro Nobles Verdades: la verdad del dolor, la causa del dolor, la extinción del dolor y el camino que lleva al Noble Óctuple Sendero: recta comprensión, rectos pensamientos, rectas palabras, recto actuar, rectos medios de vida, recto esfuerzo, recta atención y recta meditación.
El árbol Bodhi (Higuera Ficus Religiosa)
Es donde el Buda se sentó bajo su copa a meditar, durante largo tiempo, hasta encontrar el sentido espiritual de la existencia.
Símbolo de la flor de loto
En el loto está presente una enseñanza espiritual para la actitud del discípulo. La planta nace desde su raíz en el fango del estanque y va emergiendo hacia arriba a través del agua, sigue avanzando surgiendo en el aire del exterior buscando el fuego de la luz, y entonces abre sus pétalos la flor del loto para recibir la fuerza del sol.
Así, el discípulo debe superar el fango de sus instintos materiales; el agua limpia lo material, el aire purifica y la flor se abre bajo los rayos del sol de sabiduría y la iluminación espiritual en beneficio de la humanidad.
Taoísmo
Con esta doctrina mística y espiritual, Lao-Tsé enseñó el Camino, el Tao, para purificarse el discípulo, física y moralmente, y poder alcanzar la armonía de su total existencia.
Para ello utilizó este símbolo: el yin y el yan, que representan los dos conceptos de su doctrina, la dualidad del universo que rige la creación: lo masculino y lo femenino, opuestos pero que se complementan como dos fuerzas necesarias en la existencia manifestada. Una parte tiene un punto de la otra parte, y esta es la armonía que debe regir los opuestos para la consecución del Tao.
Ese es el orden innombrable del universo. Ese único verso escrito por Dios (como cantó la poeta).
Religión grecorromana
Grecia y Roma
Abarcar toda la compleja y vasta historia de la religión tanto griega como romana es pretender reducir un manantial a un vaso de agua (este artículo).
Las creencias sagradas griegas llevaban en su haber unas vastas historias religiosas de milenios anteriores a su documentación, pero no por ello olvidadas en su inconsciente colectivo. ¿Politeístas o reflejo de la multiplicidad del cosmos y de la naturaleza terrestre?
Por otra parte, las creencias romanas fueron, a su vez, un reflejo de los contactos con la Magna Grecia, al sur de la península itálica, y las influencias de los lugares conquistados por el Imperio. Así, unos y otros expandieron las semillas de religiones orientales y las sumaron a las propias, enriqueciendo con ello la visión ecléctica de todo lo sagrado. Veamos algunos dioses olímpicos.
Zeus-Júpiter. Nieto de Gea y Urano e hijo de Cronos y Rea, sus símbolos principales incluyen el rayo, el águila y el roble.
¿Acaso estamos ante un simbolismo cósmico? Tierra y cielo, tiempo y fertilidad procrean a Zeus, padre de la humanidad.
Hera-Juno (madre de la humanidad). Reina de los dioses y diosa del matrimonio y la familia. Esposa y hermana de Zeus. Sus símbolos incluyen el pavo real, la granada y la corona.
Poseidón-Neptuno (el mar). Señor de los mares, los terremotos y los caballos. Sus símbolos incluyen el caballo, el toro, el delfín y el tridente.
Apolo-Febo (el Sol). Dios de la música y las artes, de la luz, la medicina, la belleza, el conocimiento, la poesía y la profecía. Sus símbolos son el sol, la lira y el delfín.
Atenea-Minerva (espíritu divino). Diosa virgen de la sabiduría y el discernimiento, la artesanía, la defensa y la guerra estratégica. Sus símbolos incluyen la lechuza (que ve en la oscuridad de la ignorancia) y el olivo. Es hija de Zeus y de la oceánida Metis, y surge de la cabeza de su padre.
Afrodita-Venus. Lo femenino, la belleza y el deseo. Sus símbolos incluyen la paloma, el pájaro y la manzana. Su nombre proviene del griego afro, surgida de la espuma del mar después de que la sangre de Urano goteara sobre la tierra y el mar tras ser castrado por su hijo Cronos.
Ares-Marte. Hijo de Zeus y Hera, es lo masculino, dios de la guerra, la fuerza, la virilidad masculina y el derramamiento de sangre. Protector del Olimpo y de los ejércitos. Sus símbolos son la lanza y el escudo.
Dionisos-Baco. Lo intuitivo. Dios del vino, las celebraciones y el éxtasis místico. Los símbolos incluyen la vid, la hiedra y la copa. Es hijo de Zeus y de la mortal princesa de Tebas Sémele.
Cristianismo
Varios analistas de esta doctrina determinan que la base de esta rama del árbol judío se desarrolló por unas diferentes ramas que injertaron en una nueva realidad religiosa. Ello fue a causa de la evangelización paulina por todo el Imperio romano, que aglutinó tres características determinantes: la mística oriental, la cultura griega y la liturgia romana.
Simbólicamente, está demostrado que tanto la mística (mazdeísmo, budismo) como la cultura griega (lengua, arte) y la liturgia[i] (atributos y ornamentos, cantos latinos) se aglutinaron para formar parte diferenciada del grupo de galileos seguidores de Jesús el Cristo.
Pero centremos la atención en la raíz doctrinal y simbólica.
La Trinidad: Padre-Hijo-Espíritu Santo
Padre: está representado simbólicamente como el emanado Poder Supremo.
«Y el que estaba sentado en el trono dijo: Todo lo hago nuevo. Yo soy el Alfa y Omega, el principio y fin» (Juan en el Apocalipsis 1,5-6). Qué mejor símbolo para ocultar a mentes profanas el devenir cósmico…
Hijo: Cristo (ungido) como principio y fin de lo creado: Logos.
Espíritu Santo: esencia espiritual, la cual genera todo y se representa con el símbolo de la alba paloma[ii].
Está claro que toda la cultura griega fue la base para el cristianismo; ante todo, su filosofía y su lenguaje simbólico. Alfa y omega, primera y última letras del alfabeto griego, que perduró en el mundo romano, pues toda persona culta utilizaba el griego como vehículo cultural.
Crismón. Cristo rodeado de laurel, tomado del mundo «pagano», o sea, de la religión grecorromana, en el palacio de Gala Placidia en Costantinopla, hija de Teodosio I y esposa del emperador romano Constancio III.
Otro símbolo religioso muy importante entre los ortodoxos y católicos es el de la Virgen-Madre María. Un símbolo del planeta Tierra después de recibir la encarnación del Logos a través del Espíritu Santo. Lo que era la Virgen Negra (materia primitiva) se transforma en la Madre del género humano y es glorificada.
Está claro que el pintor Murillo se inspiró en el Apocalipsis de San Juan 12. 2-3: «Apareció en el cielo una mujer envuelta en el Sol, con la Luna bajo sus pies y en la cabeza una corona de doce estrellas».
El artista nos muestra, sin reparos, todos los atributos de su maternidad gloriosa: posando su planta sobre el globo terráqueo, con la luna a sus pies y pisando la cabeza de la serpiente-dragón. Envuelta en manto azul, rodeada de pequeños querubines, portadores de la azucena, símbolo de pureza, y la palma como símbolo de victoria, de vida eterna. Sobre su cabeza está coronada con doce estrellas, símbolo de las doce casas zodiacales.
En esta obra se confirma una clave de lo que la maestra Blavatsky denominó los siete «dialectos» de todo símbolo religioso.
***
Ante este sincero trabajo, que representa un gesto respetuoso para levantar un poco el velo de Isis, tan poco como permite el humano discernimiento, se reconoce que hay muchísimos símbolos religiosos que están esperando ser despertados; y otros se lograron despertar por eruditas inteligencias. Para ello, esperamos que los jóvenes que sientan la inquietud de inquirir, indagar y estudiar los legados de la Antigüedad, cojan el testigo y sigan en la gran carrera de la evolución humana. Gracias…
[i] Esto muy posterior, dado que, en el Medioevo, la piedad era íntima y personal y un tanto alejada de los preceptos litúrgicos del clero, que fueron imponiéndose poco a poco.
[ii] Símbolo de Afrodita, diosa del amor.