Historia — 1 de diciembre de 2022 at 00:00

Semo-Sancus: dios de la fidelidad, la confianza y los juramentos

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Semo-Sancus

Semo-Sancus

Ya entre los etruscos existía una deidad que, según se ha descifrado, llevaba el nombre de «Sans-Tec», de la que, hasta hoy, no se sabe mucho más… Sin embargo, uno de los dioses de los sabinos ya se llamaba Semo(ni) Sancus Deo, lit. ‘Santo Dios Semo’. Era una deidad tan importante que, en la Roma clásica, todavía se seguía conservando el propio y antiquísimo templo sabino en el Quirinal, en la parte más arcaica de la ciudad. De ahí que también tuviera —desde los inicios hasta el día de hoy— su propia puerta en esa colina sagrada: la llamada Porta Sanqualis.

Según los autores más actuales, Semo Sancus habría sido una deidad antiquísima que era compartida por todos los antiguos pueblos itálicos, desde los osco-umbrios hasta los latino-faliscos. En la antigua religión romana, Semo Sancus —también conocido como Sangus o simplemente Sanco— era el dios de la fidelidad, la fe o la confianza (fides), de la honestidad y los juramentos.

Su culto se encuentra entre los más antiguos de la tradición romana, siendo así que, por ejemplo, los acuerdos más importantes (entre pueblos) siempre se inscribieron sobre una piel de buey que se conservaba en su templo.

Semo-Sancus

Se le consideraba «el genio de la luz celestial», el hijo de Júpiter Diespiter o Lucecio, el vengador de la deshonestidad, el guardián de la santidad de los juramentos, defensor de la verdad y la buena fe, cuya misión en la tierra era asegurar la santidad de los acuerdos y, por extensión, del matrimonio y de la hospitalidad.

De ahí sus diversos nombres y su identificación con el Hércules romano, al que también se invocaba como guardián de la santidad de los juramentos con la fórmula que se encuentra escrita en numerosas inscripciones: «me-Hercle, me-Dius Fidius».

De su nombre viene el término latino Sanctus, es decir, ‘santo’. Es una derivación en la que concuerdan todos los eruditos. Era un término importante para un dios importante y, de hecho, la Iglesia católica lo ha utilizado —y sigue utilizando— para designar, precisamente, a los santos cristianos.

Pero también dio lugar al término sanción, es decir, el castigo para los que contravenían los juramentos o pactos. En su nombre y en su honor, se prestaban determinadas formas de juramento al firmar contratos y otros actos civiles, los más importantes de los cuales se guardaban en su templo.

Su fiesta se celebraba en la Nonae de junio, es decir, el 5 de junio. En ese día, se celebraba en Roma una fiesta en honor de Dius Fidius, que era el aniversario de la consagración de su templo. El término dius se remonta a la raíz dies, que se refiere al carácter celeste y luminoso de la deidad, mientras que fidius se relaciona con la fides: la fe, la confianza, la lealtad.

La estatua de Sancus y su «anécdota»

En 1881, en el curso de varias excavaciones, se encontró una estatua de Sancus (ver ilustración). Actualmente, se expone en el Museo Vaticano, después de que fuera «convenientemente restaurada» en el s. XIX por orden del papa León XIII, que la adquirió prontamente tras su descubrimiento. Durante esta «restauración» desapareció el pedestal, que, al parecer, fue «desafortunadamente destruido». Lo curioso es que la inscripción que había en él demostraba que san Justino, ya en s. II, había basado sus interpretaciones y diatribas sobre Simón el Mago tergiversando la inscripción de este pedestal, cuando la estatua todavía estaba presidiendo el antiguo templo. Las consecuencias de ello se describen más adelante, en este resumen.

La estatua, de tamaño natural, representa a un joven desnudo, y con estilo de tipo arcaico. Su actitud puede compararse con la de algunas de las primeras representaciones de Apolo, pero la expresión del rostro y el modelado de algunas partes del cuerpo son más realistas que convencionales.

Faltan las dos manos, por lo que es imposible afirmar cuáles eran los atributos que portaba el dios. En la «restauración» se le puso un arco y un ave rapaz en las manos. Visconti cree que podría ser el avis Sanqualis (el rapaz atributo de Sanco, como su propio indica) u ossifraga (un quebrantahuesos), y la maza de Hércules.

En la inscripción del pedestal se leía:

SEMONI*SANCTO*DEO*FIDIO*SACRUM*DECURIA*SACER-DOT[UM] BIDENTALIUM.

Los bidentalia eran, según los decimonónicos intérpretes, pequeños santuarios de divinidades «de segundo orden». En todo caso, el hecho es que, según los clásicos (así como según los historiadores modernos), se le sacrificaban «hostiae bidentes», es decir, ofrendas o una víctima sacrificial (hostia), que en este caso era de corderos de dos años. Por esta razón los sacerdotes de Sancus se llamaban sacerdotes bidentales.

Los templos en la ciudad de Roma

Había dos santuarios dedicados a Semo Sancus en la ciudad de Roma. Uno, el más antiguo, fue construido por los sabinos en el Quirinal (cerca de la actual iglesia de San Silvestre). De él tomó el nombre la Porta Sanqualis. El otro fue construido por los mismos romanos en la Isla Tiberina (hoy bajo la iglesia de San Bartolomeo) cerca del templo de Júpiter Jurarius, el Júpiter de los Juramentos.

El templo del Quirinal

En la colina del Quirinal había un importante templo dedicado a Sancus, con el nombre de Semo Sancus Dius Fidus. Dionisio de Halicarnaso escribe que «el culto de Semo Sancus» fue traído a Roma en tiempos muy remotos por los sabinos que habían ocupado el Quirinal. Catón y Silius Italicus escribieron que Sancus era un dios, padre del héroe sabino epónimo Sabus. De esto se podría deducir que, igual que Rómulo, fue un fundador divinizado, o que ese fundador portaba o que le fue atribuido un nombre divino de tal categoría.

Según una de las tradiciones que relata Ovidio, su culto fue introducido por el rey sabino Tito Tatio (corregente de Rómulo por un tiempo), que le dedicó un pequeño santuario. Si esto es así, entonces es anterior a la diosa Fides, cuyo culto, se dice, fue instituido por el siguiente rey, Numa Pompilio. De esta manera, las prerrogativas de Dius Fidius pudieron haber sido absorbidas más tarde por Júpiter y por la Fides Publica (la buena fe, la lealtad hacia el Estado romano), a quien Numa dedicó un santuario y sacrificios públicos tan significativos como los que se rendían a otras deidades importantes.

La construcción real del templo, sin embargo, se atribuye generalmente a Tarquinio Superbo (lit. «el soberbio»), séptimo y último rey de Roma. Pasado más de un siglo, el tribuno consular Spurio Postumio le dedicó definitivamente el templo que quedó conservado. Fue en un 5 de junio de 466 a. C., y de ahí la fiesta conmemorativa que se instituyó al dios, y así quedó durante siglos.

Dionisio de Halicarnaso cuenta que, en este templo, se guardó el tratado entre Roma y los gabios (habitantes de una antigua ciudad a 20 km de Roma), a finales del s. VII a. C. Este fue probablemente el primer «tratado internacional» que se registró y conservó por escrito en la antigua Roma. Fue grabado sobre la piel de un buey sacrificado a este dios, y que quedó fijada en un marco o «escudo» de madera que quedó preservada en su templo.

El templo fue minuciosamente descrito por los escritores clásicos: era hipetral, es decir, sin techo, para que el cielo pudiera ser visto por los que invocaban al «Genio de la luz celestial», es decir, no tenía techo para que los juramentos estuvieran protegidos y «sellados» por el cielo.

Tenía forma de paralelogramo, con aproximadamente 11 m de largo y 6 m de ancho, con paredes de mármol travertino y decoraciones en mármol blanco. Estaba rodeado de altares votivos y pedestales para estatuas. En la literatura latina, el templo se describe a veces como un Aedes (capilla, templo, santuario), y a veces como Sacellum, nombre relacionado probablemente con el hecho de que era un espacio sagrado bajo el cielo abierto.

Los sacerdotes formaban una corporación laica y estaban organizados en una decuria bajo la presidencia de un magister quinquennalis (para cinco años). La residencia de los sacerdotes en este santuario era adyacente a la capilla. Era, según las primeras excavaciones del s. XIX, un espacio amplio y cómodo, con suministro de agua por medio de una tubería de plomo. Los tubos fueron trasladados al Museo Capitolino y llevan la misma inscripción que se encontraba en la base de la estatua que, restaurada, se puede ver en la Galería de los Candelabros del Palacio Vaticano.

El templo de la Isla Tiberina

Parece ser que había otro santuario o altar (ara) dedicado a Semo Sancus en la Isla Tiberina, cerca del templo de Iupiter Iurarius, dedicado exclusivamente a los juramentos.

El altar llevaba la inscripción de «Semoni Sancus Deo», la cual tergiversó san Justino (el apologista y mártir del s. II, llamado Justino el Filósofo), cuando todavía se podía leer la inscripción in situ, y que, cuando la vio, la interpretó como «Simoni Deo Sancto», cimentando con ello la creencia de que Semo Sancus y Simón el Mago eran el mismo…

Por suerte, al encontrarse la inscripción original en el s. XIX, la «interpretación» de san Justino se demostró como incorrecta y/o tergiversada, aunque durante siglos se ha sumado a la serie de manipulaciones de propaganda cristiana. De ahí que todavía se siga leyendo esta interpretación en textos del siglo pasado; y que estos se sigan citando y que, por los enlaces de Internet se sigan «perpetuando»… En todo caso, la inscripción se conserva en la Galería Lapidaria de los Museos Vaticanos.

Semo-Sancus

Semo Sancus y la diosa Salus

Sancus estaba también relacionado de varias maneras con la diosa Salus. Ambos santuarios se encontraban muy cerca el uno del otro, sobre las colinas Mucialis y Salutaris respectivamente. Tanto es así que se encontraron algunas inscripciones dedicadas a Sancus en la colina Salutaris.

Además, Salus es la primera de la serie de deidades mencionadas por Macrobio como conectadas en su sacralidad: «Salus, Semonia, Seia, Segetia y Tutilina». Todas ellas requerían la observancia de un «dies feriatus» por parte de la persona que invocara su nombre. Estas deidades estaban vinculadas a los antiguos cultos del valle donde, más tarde, se construiría el Circo Máximo, y cuya naturaleza sigue siendo un misterio.

Varios eruditos alemanes escriben sobre la deidad llamada Salus, diciendo que no se puede negar que estuvo relacionada con la Salus Semo-nia, una deidad relacionada con las simientes y con lo que está naciendo, la cual, aparte de proteger la salud de los recién nacidos, también lo era de la salud mental. Todo ello pudo deberse a la fusión de dos deidades relacionadas.

Sancus-Dius-Fidius, Júpiter, Heracles y los juramentos

La relación entre las dos deidades —Sancus y Júpiter— es segura, ya que ambas protegen los juramentos y están relacionadas con la luz del cielo y con la producción de «rayos», pues Dius Fidius también expresaba su voluntad a través del rayo. Esta superposición de caracteres ha generado confusión sobre la identidad de Sancus Dius Fidius y Júpiter, tanto entre los estudiosos antiguos como modernos, pero el hecho es que el dios Sancus, como Dius Fidius, ha sido considerado a veces como otro teónimo de Júpiter.

Además de a Júpiter, el dios también estaba asociado a su hijo, Hércules, del que Sancus habría sido el homólogo sabino y Dius Fidius el romano.

La autonomía de Semo Sancus respecto a Júpiter y el hecho de que Dius Fidius sea un teónimo alternativo que designa a Semo Sancus (y no a Júpiter) concuerda con lo que dejan claro las Tablas Eugubinas, las siete tablas de bronce de la antigua Eugubina (actual Gubbio, Umbría, Italia), escritas en umbro, y en las que se describen exactamente los rituales. Ahí, el dios Fisus Sancius (en umbro) se corresponde exactamente con Fidius. Los detalles del culto a este dios, descritos en las Tablas, se corresponden con los dedicados a la diosa Fides en Roma, como son el mandráculo, un trozo de tela de lino que cubría la mano derecha del oficiante, o la urfeta (órbita) u orbes ahenei, un pequeño disco de bronce que llevaba en la mano derecha el oferente y que se colocó en el templo de Semo Sancus en el 329 a. C. tras un asunto de traición, y confirman el paralelismo entre ambas deidades.

El hecho de que Sancus, al igual que Júpiter, sea responsable de la observancia de los juramentos, de las leyes de la hospitalidad y de la lealtad (fides) lo convierte en una deidad relacionada con la esfera de los valores y la soberanía.

Ciertos aspectos del ritual de un juramento hecho en nombre de Dius Fidius, como el tener que ser al aire libre, o bien en el compluvium de las casas privadas, y el hecho de que el templo de Sancus no tuviera techo, sugirieron al romanista O. Sacchi la idea de que el juramento por Dius Fidius, que precedió al de Júpiter Lapis o Júpiter Feretrio, debía de tener su origen en la prehistoria, cuando el templo o el altar estaba al aire libre y definido por hitos naturales, como por ejemplo el árbol más alto de los alrededores.

Sancus y Marte

También en las Tablas Eugubinas, aparece asociado con Marte en el ritual del sacrificio en la Puerta Tesenaca (en Umbria), nombrándoselo como uno de los dioses de la tríada menor y demostrando con ello su conexión militar.

El aspecto marcial de Sancus puede verse en la Legio Linteata samnita (perteneciente a Samnio, al macrogrupo itálico de los pueblos osco-umbros), que estaba vinculada por una serie de juramentos bajo la especial protección de Júpiter. Mientras los milites vestían de púrpura con accesorios de oro, los de esta Legio lo hacían de blanco con accesorios de plata, subrayando la pureza de la lealtad.

Un prodigio, relatado por Tito Livio, sobre un pájaro sanqualis (el ave de Sancus), cuenta que rompió un meteorito que cayó en Crustumerium, en el año 177 a. C., en un bosque consagrado a Marte. Esto ha sido considerado por algunos estudiosos como un signo del aspecto marcial de Sancus.

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