Sociedad — 1 de febrero de 2023 at 00:00

Retelling: Recontar los cuentos clásicos: ¿qué está sucediendo?

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Recontar los cuentos clásicos

En los últimos años ha aflorado en la literatura y el cine un fenómeno que ha tenido a bien conocerse como retelling. Retelling es un término anglosajón que une el prefijo re con tell (‘contar’), ‘re-contar’. ¿Recontar qué? Pues nuestros cuentos populares, o incluso los mitos de diferentes culturas (sobre todo la grecolatina). En esta ocasión, me centraré en los cuentos populares para no complicar demasiado el artículo.

Este fenómeno que acabo de definir, como he dicho, ha ido aflorando en la literatura escrita de los últimos años, sobre todo en novela. Pero, al mismo tiempo, y en paralelo, el cine y la televisión también desde hace un tiempo, han hecho sus propias adaptaciones, lecturas y reescrituras de los cuentos populares y los han pasado a la pantalla. La figura más famosa en este ámbito tal vez haya sido Walt Disney (y su industria posterior), que nos trajo su propia visión de los cuentos populares en forma de animación, y su marca ha continuado este proceder hasta hace muy pocos años.

La mayor parte de mi generación ha crecido viendo en la pantalla estas versiones, que no han dejado de ser una reelaboración de los cuentos a través de los ojos de Disney y su industria. Con el tiempo, hemos visto que, después de muchos años, estas versiones que hizo Disney y que se han popularizado tanto, no son suficiente, y corren ríos (bien caudalosos) de tinta con intentos de reelaboración de estas historias (incluida la propia industria de Disney); en ocasiones, incluso, queriendo llegar al «origen». Pero, ¿qué origen?

Los cuentos populares tienen un problema, o tal vez, una dificultad, y es que realmente no conocemos ni conoceremos nunca el origen, por la simple razón de que estas narraciones pertenecen a la tradición oral, y, lo peor de todo, no solo están en la tradición oral europea, sino que algunas de estas historias pueden rastrearse hasta Asia o África, por lo que nunca sabremos cuál fue su forma original. Es más, puede que una misma historia (con sus variantes) surgiera en diferentes lugares a la vez o sin necesidad de contacto entre las culturas que producen dicha historia.

Hoy en día podría decirse que tenemos unas «versiones oficiales» que escribieron Grimm, Andersen, Perrault, Pushkin y compañía por toda Europa, ya que fueron los que decidieron, por fin, ponerlos por escrito, imprimirlos y publicarlos, dándose así una «canonización» de estos cuentos populares. Pero ¿quiere decir esto que esos cuentos son suyos o que pertenezcan a Europa? ¿Quién dice que no vienen de otras culturas? Es más, ¿quién dice que las versiones que escuchaban estos autores de sus madres, abuelas y gentes de sus pueblos son las que efectivamente escribieron? Y aún puedo complicarlo un poco más: ¿quién dice que, por ejemplo, la Cenicienta de Grimm no era tal vez más cruel y «macabra» de lo que pusieron por escrito?

Retelling: Recontar los cuentos clásicos

En resumen, debemos contar con la posibilidad de que las versiones que nos han llegado del siglo XIX nos hayan llegado ya modificadas desde la mentalidad europea decimonónica y que, por tanto, estas historias ya hayan sufrido casi seguro una reelaboración en el camino, y ni siquiera podamos tildarlas de «originales». ¿Y a qué viene todo esto?

Las nuevas versiones, tanto en cine como en escritura y en televisión (sobre todo cine y televisión) puede que estén levantando algunas ampollas entre algunos sectores del público o incluso la crítica periodística de las secciones de cine y cultura de los medios, en ocasiones por razones relacionadas con la etnia de los actores de reparto. He oído y leído muchos comentarios acerca de obras como la Cenicienta que estrenó Amazon en el año 2021. En particular, leí una crítica periodística que centraba su atención en el curioso reparto que tenía a Camila Cabello como protagonista y a Billy Porter en el papel de hada madrina, mostrando entre sorpresa, desconcierto y cierta ridiculización de estas decisiones, pero no tenía en cuenta la siguiente cuestión: ¿por qué? ¿Cuál es la verdadera necesidad de este tipo de reparto, de estos planteamientos?

Entre un sector del público se han atribuido estas decisiones sobre todo a la llamada, de forma muy ligera en mi opinión, «inclusión forzada» o «politización» creadas para satisfacer a un público concreto perteneciente tradicionalmente a la «periferia» de la cultura. Pero esta es una visión muy simplista de la situación. Lo que está pasando hoy en día es algo mucho más complejo, y en este artículo solo podré exponer una visión muy sencilla y resumida del asunto, ya que este es un tema que podría dar para una tesis doctoral.

Lo que realmente está pasando es que nuestra sociedad está en crisis. Una crisis de identidad debida a la actual diversidad cultural en Europa que estamos intentando recomponer, y nos hemos encontrado con que tenemos un lastre muy pesado: nuestra tradición. Los cuentos tradicionales europeos, de Grimm, Andersen y compañía ya no nos representan, porque estos son cuentos del siglo XIX escritos para personas europeas del siglo XIX que, al haberse puesto por escrito y editado y reeditado en los últimos doscientos años, se han canonizado y se han convertido en «versiones oficiales» que ahora son un lastre para nosotros.

Mi generación pudo crecer en su mayoría con Disney, pero mi generación tampoco se ha librado del «¿y si lees el “original”?». Y los niños y niñas de mi generación hemos crecido también con los cuentos que estructuraban y explicaban la sociedad del siglo XIX. Nos hemos dado cuenta de que necesitamos cuentos nuevos, cuentos que reflejen la diversidad cultural y de pensamiento de la Europa actual.

Retelling: Recontar los cuentos clásicos

¿Por qué entonces no escribimos cuentos nuevos basados en la mitología y cuentos de las culturas periféricas no dominantes de África, Latinoamérica, etc.? Pues, de hecho, también se está haciendo. Natasha Bowen publicó en 2021 La piel de las sirenas, una elaboración de un cuento basado en la mitología de África Occidental que nos puede recordar bastante a la historia de La sirenita europea. Como este caso hay más que no toca ahora exponer. Pero esto no quita que las reescrituras no sean también un proceso importante para dar otro paso mayor en el futuro.

Lo importante es entender que estas reelaboraciones no son resultado de una causa simple como la de la «inclusión forzada», y que «la política y la ideología se están metiendo en el arte», sino que son resultado de algo mucho más grande y complejo que tiene que ver con el hecho de que somos una sociedad mucho más grande y compleja que hace doscientos años y necesitamos re-contarnos a nosotros mismos.

Necesitamos crear una nueva base para nuestra cultura, que ya no es nuestra «gran cultura europea», es otra, más diversa, que necesita su nueva base propia, pero no es fácil deshacerse de la tradición de golpe. No podemos destruir a Cenicienta ni a Blancanieves y construir los nuevos relatos de la nada. Este es un proceso que va poco a poco y no ha hecho más que empezar, pero si os tranquiliza a los que aún no os habéis convencido de lo que está pasando después de leer esto, debemos entender que, después de cada época de crisis viene otra de estabilización. Ahora mismo estamos experimentando, intentando averiguar qué versiones, qué nuevos cuentos van a ser la base de nuestra cultura, y llegará un momento en el que volveremos a encontrar una nueva estabilidad identitaria que si bien —no nos engañemos— no será volver a la plasmación del siglo XIX, sí será un momento en que de nuevo tendremos unas nuevas versiones «oficiales» que nos gusten e incluyan a todos.

Ustedes no lo verán, ni sus hijos, ni puede que sus nietos, pero tengan por seguro que pasará. Y, mientras tanto, tengan paciencia y entiendan que las reescrituras que están apareciendo y aparecerán en los próximos años son solo un experimento. A veces saldrá bien y nos convencerá, y a veces saldrá mal y no nos gustará, pero forma parte del proceso, y tal vez haríamos mejor en tratar de comprender este proceso en su totalidad que descalificar cada nueva producción, cada nueva reescritura de forma individual para solo llegar a la vana conclusión de que el arte está politizado e ideologizado y que lo único que consumimos hoy es «ideología», sea eso lo que sea.

2 Comments

  1. Lindo artículo que invita seguir reflexionando sobre rescatar los mensajes y las moralejas de los cuentos, más allá de la forma en la que cada época (tiempo y espacio) encontró para transmitirlo. Muchas gracias.

  2. Diría que este es el eterno debate. Aportas un punto de vista muy interesante y conciliador. Creo que estamos todos empeñados en discutir qué es mejor: si lo tradicional o lo nuevo; cuando en realidad lo tradicional fue lo nuevo en algún momento y lo nuevo pasará a los libros de historia. Está claro que la humanidad avanza y cambia, y que por tanto sus cuentos deben adaptarse. Solo digo que tengamos cuidado: pues al final, viva en la época en la que viva, el ser humano tiene miedos, virtudes, etc. que los cuentos recogen. Y a veces, por querer adaptar -o edulcorar- ciertas historias, destrozamos el mensaje original que el cuento nos quiere transmitir de verdad. Gracias por tu aportación, Alba.

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