Sociedad — 1 de octubre de 2023 at 00:00

Concurso Internacional de Piano Delia Steinberg: un sueño de ética y estética

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Concurso Internacional de Piano Delia Steinberg

41 ediciones continuadas de un concurso internacional son muchos años dedicados a la promoción de los jóvenes pianistas, y esto ha sido posible gracias al esfuerzo y dedicación de la profesora Delia Steinberg, quien, en el año 1982, junto con el director nacional de Nueva Acrópolis España, Dr. Antonio Alzina, puso en marcha este concurso en Madrid.

Sé que para muchos de los que lean este artículo este concurso es algo lejano, apenas una reseña entre las múltiples noticias que van sucediéndose en cascada. Pero vivirlo es otra cosa…

Cada año, alrededor del mes de julio, una reunión con la profesora señalaba el inicio. Era necesario ajustar las bases y algunos detalles anotados en la anterior edición en algún papel escrito a vuelapluma, que trataban de ofrecer mejoras, iniciativas y correcciones que Delia recordaba con total precisión. Era una de sus cualidades: mejorar siempre las características del concurso para que los jóvenes pudiesen concentrarse en desplegar su talento y musicalidad.

A final del mes de agosto, eran publicadas las bases en la web del concurso y enviadas a la fundación Alink-Argerich, a través de la cual nos promocionamos a los ojos del inmenso mundo pianístico mundial.

Todos aprendimos de la pandemia que podemos combinar la presencialidad y la virtualidad; de manera que desde 2020 (año en el que reinventamos el concurso para no dejar de celebrarlo) se utilizan grabaciones en vídeo para la preselección. Unas semanas después, la profesora Delia, que supo aprender y adaptarse a las nuevas tecnologías como nadie, se reunía con el jurado y este secretario de la organización para determinar quiénes pasaban este primer corte. Eso significaba que, además de sus muchos trabajos, había visualizado a todos y cada uno de los concursantes inscritos interpretando dos obras de entre quince y treinta minutos de duración según el repertorio. Y en muchos casos, si tenía dudas, me consta que los visualizaba más de una vez.

Su actitud con el jurado merece unas palabras, pues siempre ha tenido una afabilidad y una cortesía extraordinarias con todos los que, a lo largo de los años, han sido miembros del mismo. Su deseo era que, tras su celebración durante varias ediciones, algún ganador destacado pudiese formar parte de esa mesa de valoración. Albert Mamriev o Michael Davidov son prueba de ello. Siempre incluyó la sinceridad en las deliberaciones (a veces difíciles) y la honestidad en las decisiones. Gustaba de señalar que quien mereciera el primer premio lo habría de obtener por sus interpretaciones, sin agregados ni favoritismos. Valoraba extraordinariamente la capacidad de expresar algo, no solo tocar maravillosamente (todos los concursantes poseen un nivel extraordinario). ¿Y qué más?, preguntaba a veces, en voz baja… Ya veo que tocas el piano muy bien, pero… ¿qué me quieres trasmitir? Y justo eso, esa interpretación llena de vida era la que inclinaba el voto del jurado, la que marcaba la diferencia, una interpretación correcta que trasmitía algo de belleza.

Tras la preselección, la secretaría del concurso comunicaba quiénes accedían a la fase presencial: serían tres intensos días llenos de piano por todos los rincones del Teatro Victoria en Madrid.

Los concursantes, venidos desde todos los rincones del mundo (este año 2023 desde EE.UU., Corea del Sur, China, Japón, Alemania, Italia, Lituania, Croacia, etc.), a veces con nombres muy difíciles de recordar, empezaban a asistir a las salas de ensayo preparadas para ellos.

Concurso Internacional de Piano Delia Steinberg
Concurso Internacional de Piano Delia Steinberg, 2011.

La primera jornada está repleta de estudios y obras escogidas por los concursantes. Es como decir: este soy yo y voy a mostrar de lo que soy capaz. Ese día se juegan la continuidad, si valió la pena viajar desde tan lejos, si prolongan su participación o si el recorrido finaliza ahí. De los diecinueve que tocaron en la primera jornada de la edición de este último año, solo ocho pasaron a la segunda ronda. Hubo caras de asentimiento, como el que reconoce que no fue su mejor versión, de desilusión o también de alegría, si estuvieron entre los seleccionados.

En la segunda jornada escuchamos la Sonata para piano n.º 21 Waldstein de Beethoven (dos veces); la Sonata para piano n.º 23 en fa menor, op. 57, Appasionata de Beethoven (dos veces); la Sonata para piano en fa mayor, K 332 de W. A. Mozart;, la Sonata para piano n.º 13 en mi bemol mayor, op. 27 n.º 1 de Beethoven; la Sonata para piano n.º 18, op.31 n.º 3 de Beethoven; y la Sonata para piano n.º 28 en la mayor, op. 101 de Beethoven. Sí, mucho Beethoven; y sí, en ocasiones los concursantes eligieron la misma obra, que el jurado escuchó pacientemente una y otra vez. Esto permite constatar si la baremación que se había establecido era adecuada o si habría que modificarla.

Solo tres de esos ocho pasaron a la final de la 41 edición. El jueves, durante el concierto de la final, se desplegó lo mejor de los concursantes. Se abrió la sala del Teatro Victoria al público que quiso asistir, y escuchamos durante casi cuatro horas un repertorio exquisito de alto nivel pianístico.

Es un momento donde se percibe la camaradería de los finalistas: se oye «Good luck», deseándose lo mejor unos a otros, se cruzan miradas entre el que sale de la sala rendido tras más de cuarenta y cinco minutos de entrega al piano y el que, nervioso, encamina sus pasos hacia el teclado. Sí, hay camaradería y un enorme amor por el piano. Han participado concursantes de veinte años que ya dominan obras de dificultad altísima pero que asisten por vez primera a un concurso junto a experimentados pianistas que comprenden que tocar es solo el primer paso, que la madurez y la comprensión de la obra es la que inclina la balanza.

Y tras el último en tocar, la deliberación final. Encerrados en una sala todos los miembros del jurado, es fantástico escuchar los comentarios de cada uno, sus valoraciones. En ocasiones, la profesora Delia aceptaba, apenada, renunciar a un candidato que, tras una buena trayectoria en las dos primeras jornadas, había descuidado su intervención final. Ser justos era lo importante, no dejarse doblegar por la brillantez, sino buscar más allá. Este ha sido uno de los valores que ella ha infundido en el concurso: honestidad. Como he mencionado, quien ganara, lo haría por méritos propios, por haber sabido mostrar un poco de eso que filosóficamente llamamos belleza. Y quien durante cuarenta y un años ha custodiado que esto fuese así, quien ha disfrutado y sufrido, quien se ha emocionado o irritado ha sido la profesora Delia Steinberg, gracias a la cual a muchos jóvenes pianistas se les abrió una puerta de posibilidades para el futuro. Gracias a ella, algunos han consolidado su carrera, hasta el punto de que varios de ellos realizan su propio concurso.

Ha sido tanto el amor que Delia Steinberg ha volcado en el piano que sería imposible describirlo. Ha dejado una huella imborrable en quienes la hemos acompañado; nos enseñó a amar la música y el teclado.

Por ello nace este artículo. Un pequeño y sentido homenaje desde el concurso que lleva su nombre: Concurso Internacional de Piano Delia Steinberg. Un sueño de ética y estética hecho realidad. Un sueño forjado a través de cuarenta y un años.

Concurso Internacional de Piano Delia Steinberg
Concurso Internacional de Piano Delia Steinberg 2015.

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