Aquí está el homenaje prometido a nuestra querida Delia Steinberg Guzmán, después de su partida, que tuvo lugar el pasado 15 de agosto. Hay que reconocer que nuestros colaboradores han conseguido una «sinfonía» de semblanzas, recuerdos de experiencias vividas con ella, en un conjunto armonizado por el reconocimiento y la gratitud.
Quienes hemos tenido la fortuna de conocerla y tratarla de manera cercana en muy diversas oportunidades, hemos querido dar testimonio de que no fue un sueño: existen seres especiales, que abren caminos insospechados; por cierto, los más difíciles de trazar, porque son los que conducen a nuestras almas a lo más elevado, a lo mejor de nosotros mismos.
No es extraño que muchas personas, de todo tipo y condición, de los miles de miembros de la Organización Internacional Nueva Acrópolis, que ha dirigido con enorme dignidad y sabiduría, la consideren una maestra de vida, pues han reconocido en Delia Steinberg el parecido que la hermana con los grandes seres, que dejaron huellas imperecederas para el bien de la humanidad.
Este número de homenaje no es más que un humilde acto de amor y de justicia, en la revista que ella misma inició, porque queremos dejar constancia de su rica personalidad, su firme bondad, su inteligencia para captar las más elevadas cimas de la música, la filosofía, y también las matemáticas.
Se ha ido una gran mujer, pero las grandes almas siguen a nuestro lado.
No sólo fue una gran Maestra, sino una auténtica Madre Espiritual