La ética en la investigación científica es un aspecto fundamental para garantizar el respeto por los derechos de las personas y los sujetos de estudio. La experimentación con seres humanos puede parecernos un hecho del pasado o un guion para una película. Puede parecer que ya queda lejos el estudio de Tuskegge sobre la sífilis no tratada (1932-1972), un estudio donde investigadores estadounidenses engañaron a hombres afroamericanos para que participaran en un estudio sobre sífilis sin proporcionarles tratamiento, incluso cuando este estaba disponible. Todos conocemos también los experimentos médicos durante el Holocausto, cuando médicos nazis llevaron a cabo horribles experimentos en prisioneros en campos de concentración. Estos experimentos incluían la exposición a condiciones extremas, pruebas médicas inhumanas y cirugías forzadas sin anestesia. Quizás son menos conocidos los experimentos secretos de la Guerra Fría tanto en los Estados Unidos como en la Unión Soviética para estudiar los efectos de la radiación en seres humanos. Por ejemplo, en los Estados Unidos, el Proyecto MKUltra involucraba la administración de drogas psicoactivas y técnicas de control mental en individuos sin su consentimiento.
La lista de experimentaciones en las que las personas no han sido respetadas, donde no ha habido un consentimiento informado, es más amplia y más cercana de lo que podemos pensar. Aunque algunos estudios clínicos se han llevado a cabo en países en desarrollo durante brotes de enfermedades, como el brote de ébola en África occidental, donde se realizaron pruebas de vacunas y tratamientos experimentales, también los ha habido en los llamados países del primer mundo. En 1971, se llevó a cabo un estudio en la prisión de Stanford para investigar los efectos psicológicos del encarcelamiento. Los participantes se dividieron en prisioneros y guardias, y el experimento se detuvo prematuramente debido al comportamiento extremo que exhibieron algunos de los participantes asignados al rol de guardias. Este experimento generó controversia debido a la manipulación de los participantes y los posibles daños psicológicos.
Estos ejemplos resaltan la importancia de la ética en la investigación con seres humanos y la necesidad de equilibrar los avances científicos con la protección y el respeto de los derechos de los participantes.
En respuesta a tales dilemas, se han desarrollado directrices éticas y regulaciones para guiar la investigación humana, como la Declaración de Helsinki[1] y las pautas éticas de las instituciones de investigación. En la Declaración de Helsinki se regulan los ensayos clínicos controlados para impedir la introducción de métodos preventivos, diagnósticos o terapéuticos que no sean mejores que los utilizados habitualmente, y para solventar los problemas éticos de la experimentación con seres humanos. Jamás puede obviarse el derecho de la autonomía del paciente de someterse o no al ensayo y a ser informado adecuadamente en toda etapa del proceso. Este no es un bien compensable con otro tipo de bienes, es decir, no se puede comprar con dinero o con donaciones materiales.
Algunos casos conocidos
Los comités de bioética que controlan que se respete esta declaración se centran también en temas donde las afecciones se dan también a humanos todavía no existentes, como el caso del Dr. Hwang Woo-suk (2004-2005). Este científico surcoreano saltó a la fama en la comunidad científica y en los medios de comunicación en 2004, cuando afirmó haber logrado avances significativos en la investigación de la clonación de células madre humanas y la producción de células madre a partir de embriones humanos. Su trabajo parecía revolucionario y prometedor, ya que ofrecía la posibilidad de tratar enfermedades y afecciones médicas graves mediante la generación de células y tejidos específicos a partir de células madre, lo que abriría la puerta a tratamientos personalizados y regenerativos para enfermedades crónicas y lesiones.
Sin embargo, en 2005, comenzaron a surgir dudas sobre la autenticidad de sus resultados. Se descubrió que parte de los datos presentados en sus investigaciones habían sido manipulados o falsificados. Además, algunas de las imágenes y resultados publicados eran inconsistentes y no podían ser replicados por otros científicos.
A medida que más investigadores y expertos revisaron su trabajo, se hizo evidente que Hwang Woo-suk había participado en una serie de fraudes científicos significativos. Las acusaciones de fraude y falsificación de datos se extendieron a múltiples publicaciones y proyectos de investigación. Su reputación sufrió un golpe considerable.
En enero de 2006, Hwang Woo-suk admitió públicamente que algunos de sus resultados habían sido falsificados y manipulados, y retiró varios de sus artículos científicos. Su papel como líder en el campo de la clonación y las células madre se derrumbó por completo. Perdió su puesto en la Universidad Nacional de Seúl y enfrentó consecuencias legales y profesionales por su conducta deshonesta.
El caso del Dr. Hwang Woo-suk es un ejemplo destacado de cómo el engaño y la manipulación de datos en la investigación científica pueden tener un impacto devastador en la credibilidad de un científico. Además de la violación de la ética científica, este caso resalta la importancia de la revisión por pares, la transparencia y la integridad en la investigación para mantener la confianza en los avances científicos.
Bioética para la manipulación genética
También la bioética tiene como campo de trabajo la manipulación genética que ya está en ciernes. En noviembre de 2018, He Jiankui anunció en un vídeo en YouTube que había llevado a cabo un experimento en el que había editado los genes de dos gemelas recién nacidas utilizando la técnica de edición genética CRISPR-Cas9. Esta técnica permite realizar cambios precisos en el ADN, y He Jiankui afirmó que había utilizado CRISPR-Cas9 para desactivar un gen llamado CCR5 con el objetivo de conferir resistencia al virus del VIH.
Este anuncio generó una inmensa controversia y preocupación en la comunidad científica, puesto que He Jiankui llevó a cabo el experimento sin la aprobación adecuada de las autoridades reguladoras y sin someter su investigación a una revisión científica rigurosa. Además, la edición genética en embriones humanos plantea dilemas éticos significativos. La edición genética en embriones puede tener un impacto permanente en las generaciones futuras, lo que lleva a la discusión sobre los límites de la intervención humana en la herencia genética. Pero tampoco se sabían los posibles efectos secundarios, ya que la edición del gen CCR5 para conferir resistencia al VIH podría tener efectos no deseados en otras áreas de la salud.
Todo esto con un consentimiento informado insuficiente. Aunque He Jiankui afirmó que los padres de las gemelas habían dado su consentimiento para participar en el experimento, la comunidad científica cuestionó la adecuación y la comprensión completa de los riesgos y beneficios por parte de los padres. El consentimiento informado, que es un principio fundamental en la investigación humana, debe ser sólido y transparente.
La comunidad científica, los expertos en ética y las organizaciones internacionales condenaron enérgicamente el experimento de He Jiankui. China suspendió su trabajo y se investigó el caso. En diciembre de 2019, He Jiankui fue sentenciado a tres años de prisión y recibió una multa por llevar a cabo la edición genética ilegal y no ética de embriones humanos.
Estos casos de experimentos científicos controvertidos y con dilemas éticos en la investigación nos brindan lecciones valiosas sobre la importancia de la ética y la responsabilidad en el avance del conocimiento científico. En primer lugar, la investigación científica debe siempre respetar la dignidad y los derechos fundamentales de las personas involucradas, ya sean participantes en estudios, pacientes o sujetos de experimentación. Los experimentos que atentan contra la integridad y la autonomía de las personas no son justificables, no importa que los posibles beneficios sean extraordinarios. En segundo lugar, debe haber transparencia en la metodología y en los resultados de la investigación, esto es esencial para mantener la confianza en la comunidad científica. La revisión por pares y la validación independiente son fundamentales para garantizar la calidad y la veracidad de los resultados científicos.
Pero quizás uno de los aspectos que más nos queda por trabajar es obtener un consentimiento informado y genuino de los participantes. Los participantes deben ser completamente informados sobre los riesgos y beneficios potenciales de manera comprensible, y deben tener la libertad de participar o retirarse sin presión.
Los casos pasados de experimentos controvertidos y violaciones éticas nos recuerdan la importancia de aprender de la historia y evitar repetir errores. Eso solo lo conseguimos a través de la educación en ética científica, donde hay que enseñar que la investigación científica tiene implicaciones no solo locales, sino también globales. Los científicos deben considerar el impacto de sus acciones en la sociedad y en las futuras generaciones.
En última instancia, estos casos que hemos visto subrayan que la ciencia y la ética están entrelazadas inseparablemente. La investigación científica tiene el potencial de transformar nuestro mundo de manera positiva, pero solo si se lleva a cabo con un profundo compromiso con los principios éticos y la responsabilidad hacia la humanidad y el planeta.
[1] Declaración de Helsinki de la AMM. Principios éticos para las investigaciones médicas en seres humanos (2013). (2014). Bioètica & debat: Tribuna abierta del Institut Borja de Bioètica, (73), 15-18. Retrieved from https://dialnet.unirioja.es/servlet/oaiart?codigo=5021657