Historia — 1 de enero de 2024 at 00:00

Duat: el viaje del alma-faraón-sol a través de las horas de la noche

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Duat

Duat: ¿dónde, cuándo y para qué?

Fernando Schwarz (2), explicando los siete niveles de manifestación, nos dice que en el plano astral o de la «manifestación invisible», es donde encontramos a los dioses más cercanos a los humanos (Osiris, Isis, Seth y Neftis). Los dioses viven en este plano en forma de ba o doble divino. Aclara que, aunque le llamamos «el doble», en realidad es el primero; y son los cuerpos visibles los verdaderos «dobles» o duplicados de esta forma o matriz. Es en este plano, nos dice, donde se encuentra la Duat. Desde nuestro punto de vista humano, aún más manifestado, la Duat no es subterránea, aunque se la representa bajo el horizonte. En lugar de inframundo, Carpio (3) prefiere referirse a ella como «intra-mundo». «Aunque el (la) Duat pueda ser concebido como una especie de lugar, en realidad es menos un lugar que una “condición de ser” que las cosas tienen cuando dejan la existencia física y antes de entrar de nuevo en ella» (1). No solo es adonde van los muertos, sino de donde vienen los vivos. «Es la fuente de toda vida, salud y fertilidad en el reino físico» (1).

Cada noche, cuando el Sol es tragado por la diosa del cielo Nut, entra en otra dimensión «totalmente fuera del alcance de las percepciones humanas» (1), a un mundo interior que existe dentro del cielo. Mariano Bonanno se refiere a ella no solo como un «ámbito de metamorfosis solar, sino también como vehículo diario de movimientos, respiraciones, efímeros despertares y ejecuciones» (5), y que «se relaciona con la idea de inmutabilidad consustancial» (5) característica del pueblo egipcio, en un nivel tan radical que este milagro ocurre diariamente, pues cada alba el Sol renace de nuevo desde la matriz del universo. En una clave, vuelve al mundo físico y le vemos; en otra, ese Sol vuelve al Nun-Uno, su condición primordial inicial. De cualquier manera, en esa dimensión subjetiva que es la Duat, solo contaremos para percibirla e interactuar en ella con las facultades del alma; para nada nos servirán nuestros sentidos físicos; quizá por eso está más allá de nuestro «horizonte» o «espacio contiguo al alba» (2), más allá del alcance de la vista, un estado informe y de quietud donde las cosas existen solo en potencia. Algunos autores la interpretan como el inconsciente colectivo o mundo arquetípico; el propio texto alude a ella como el mundo de las «imágenes» (9).

Esquemáticamente, si tomamos como eje la línea del horizonte, lo que está por encima sería la Creación o mundo objetivo. Bajo el horizonte, estaría la Duat, el plano de las potencias latentes o subjetivo. Este plano de lo que es en potencia está simbolizado por Kepher (‘llegar a ser’/’transformarse’), que por eso representa también al discípulo y al Sol joven. Aunque es la forma principal de representar a Ra, más adelante veremos que todos los otros dioses también son Ra: «Vosotros que vinisteis a la existencia de mi ba» o «Nacido será este gran dios en sus formas» (9).

Muñecos de palitos…

Schwarz explica que todo lo que penetra en la Duat, incluido el Sol, cambia de apariencia porque pierde su forma «exteriormente manifiesta». Los seres «se desacondicionan del espacio y tiempo» (1) físicos y adquieren nuevas dimensiones en ese nuevo mundo «dilatado y heterogéneo» (5). Es un espacio cuyas dimensiones se enuncian —aun cuando se trate de dimensiones fantásticas—; podemos concluir que algún espacio y tiempo sí que existen. La Duat resulta entonces una especie de plano astral-mental, hay problemas, amigos y monstruos; posee una geografía específica; enfrentamos enemigos y se pagan deudas… nada que no hayamos visto previamente, puesto que «la dinámica de la Duat se nutre de lo que la actividad humana generó» (2).

Osiris, que rige los ciclos y la regeneración, es quien gobierna y da forma a este espacio. La Duat surge del arco de su cuerpo mientras eleva los brazos para hacer salir a Nut de su cabeza; ella porta entonces el disco del Sol del amanecer.

En el viaje de la barca solar por la Duat destaca la voluntad: Ra viaja dando órdenes y es el discernimiento lo que le permite reconocer, otorgar propiedades y asignar trabajos. Se pondrá a prueba el valor. En esta gran ilusión de las imágenes, la apariencia absoluta de un videojuego de progresivas pantallas llega a su culmen con la representación simplificada de los muñecos de palitos. «Estas representaciones de las almas de la Duat están hechas en pintura de esta forma en el oeste de la Duat» (9).

El Sol y su movimiento a través de los ejes cardinales

1. Oriente-occidente es el «escenario natural y metafísico que permite el acontecimiento cósmico del nacimiento diario del dios Ra, el Sol» (2). En el este, las energías creadoras se concentran, el triunfo de la luz sobre la oscuridad. Como contraparte, las montañas del horizonte occidental reciben a un Sol anciano. Las dos direcciones —ida y vuelta— representan un viaje de exteriorización, y luego, bajo el horizonte, una aventura interior o de introspección. Simbolizan lo permanente, que es producto de los ciclos, una Duat ctónica (6), eje del afuera y adentro.

2. Norte-sur. El norte representa la parte invisible o mistérica, ahí donde las estrellas brillan perpetuamente. Este eje es origen de la prosperidad física, del orden, de la inmortalidad del espíritu y de la misión de la realeza; «gracias al eje de la realeza, la prosperidad de la vida ordinaria es vencida y la esperanza renace» (2). Este eje se refiere a la parte de la Duat conocida como Ra-Stau, donde se completa el «doloroso proceso de la Iniciación» (3), una Duat celeste (6), eje del arriba y abajo.

La Barca de Ra Duat
Barca de Ra

Introducción y personajes

Javier Saura nos recuerda que este viaje, descrito en paredes de tumbas o pirámides secretas, no tenía intención de llegar a ser de conocimiento popular (7). Cualquier intento que supere la simple descripción estará de sobra.

De los personajes, «representaciones, difuntos, protectores, condenados, aniquiladores, barqueros, tripulantes y la plétora de seres de la Duat [principalmente serpientes, símbolos, dioses] y paisajes en general» (5). Los dioses que nos acompañan en este viaje son los guías sobre la Tierra (provienen de Venus, afirma J. Martín (3)) y otros que nos guían desde acá, los «guías de la Tierra del Silencio» (3).

El texto dice tener la función de ayudarnos a salir al Imentet (tumba o cámara secreta donde están las sombras, su puerta es el occidente). Realmente no será tiniebla si el final de la oscuridad es poder conocer los ba, las formas de Dios (Ra), los secretos, los caminos por los que él pasa, todo aquello que está hecho y existe, lo prosperado y aniquilado, lo que está en las horas y los dioses que hay en cada una… Y entonces empieza ese viaje hacia la oscuridad interior. Ha llegado la noche y el tiempo cíclico, representado por doce diosas-horas…

El protagonista del viaje es el espíritu del faraón, que se identifica con el Sol. Verá sus capacidades naturales mermar en las horas de oscuridad y eso explica los innúmeros peligros a que estará sometido. Este viaje —como todas las épicas— también representa al alma humana en su evolución: «En este sentido, el faraón representa también el inconsciente colectivo del pueblo egipcio que busca evolucionar, y la conciencia despierta individual» (7) de quienes así lo consiguen.

El escrito anuncia útil información: «El que conozca esto tendrá un lugar con su pastel delante de su cara junto con Ra». «Es provechoso para el que lo conoce en la tierra, en el cielo, en el suelo» (9), todo esto, por supuesto, ha sido certificado ya y es «un millón de veces verdadero» (9).

En el análisis de cada hora, las frases entre comillas son del libro de Amduat (Libro de las horas) a menos que se indique otra cosa. Con respecto a los dibujos, se trata de un «plano como el que dibujó el mismo dios. Es útil para el que está en la tierra. Muy correcto, como sus misteriosas representaciones en pintura» (9)… casi todos de la tumba de Ramsés VI, que es la más completa (9).

Primera hora (la puerta de occidente, la que todo lo traga)

Los dioses protectores abren las puertas y las iluminan a las órdenes de Ra: «Tú entras por la puerta de la Gran Duat». Al paso del Sol, los dioses oran o cantan la maravilla de aquel que da «luz a la oscuridad, tú permites respirar al Lugar de la Destrucción». El Sol viejo, con forma de carnero dentro de un sarcófago, «la carne de Ra», va en su barca acompañado de varias deidades, entre ellos Hu (la declaración de autoridad).

La presencia de la doble Maat nos indica que lo que ocurrirá ahí será conforme a la ley. Las estelas con cabeza humana son El mandato de Ra, El mandato de Atum, El mandato de Khepri y El mandato de Osiris, respectivamente. Según Bonanno, el sol pleno, el sol del atardecer, el sol naciente y la promesa de regeneración; a manera de resumen de lo que representará todo el viaje. En otra barca, el alma del Sol en la forma de Kepher.

Kepher Duat
Kepher

Segunda hora (por las aguas de Urnes, la puerta que todo lo devora)

La barca viaja por las aguas de Urnes mientras Ra reparte parcelas a los dioses y habitantes de esa región porque los conoce. El kamut, el trigo y la cebada que cultiven será su alimento y también servirá para ofrendar a los dioses. Cuando la barca solar ha pasado, todos lamentan su ausencia: «El paso de Ra significaba aire, agua y pan para los habitantes de la Duat, pero solo durante su paso; luego de ello, la oscuridad envolvía el lugar y estos continuaban sumidos en su aletargamiento hasta la noche siguiente» (5).

A la tripulación de la barca se suman Isis y Neftis en su forma de serpiente, y también la magia (Heka). Varios dioses dirigen al Sol en su paso por esta hora protegiéndole. Le preceden cuatro barcas, que hacen énfasis en la materia y la fertilidad: los dioses del grano, diosas lunares que custodian un caldero-útero, una barca con el creciente lunar circundando el sol, símbolo de Hathor. Este último, dice Ra en los textos, es su «brillante ojo izquierdo».

En el registro inferior, Ra es obsequiado con los símbolos del año y con ramas vivas de parte de los dioses. Ra ordena y entonces «sus gargantas respiran cuando él les llama y les asigna sus quehaceres». Hay guardianes con cuchillos para custodiar la verde cosecha que se ha logrado.

Tercera hora (las aguas de Osiris)

Estas son las aguas de Osiris, el que crea las ofrendas. Los personajes parecen caminar sobre el agua, dioses relacionados con el misterio y lo invisible: Anubis, Seth, Ptah; el conocimiento, representado por Thot como cinocéfalo, y posiblemente el conocimiento secreto en el mono cubierto por un huevo, una tripulante sin cabeza se llama Brillo. Los viajeros de la barca solar no tienen nombre, el Sol es ahora invisible… Para Saura y otros autores, no aparece porque está descansando. «Qué paz cuando los habitantes de la Duat oyen, cuando Ra va a descansar al oeste», la oscuridad de «la región de la forma».

Finalmente, la barca atraca y todos descienden a la tierra de Osiris (representado como cuatro reyes con la corona blanca y otros cuatro con la roja. Con respecto a todos los habitantes de esta escena, Ra les desea: «¡Espíritus que estáis en la comitiva de Osiris, ojalá sean fijadas vuestras formas, vuestras existencias alegres, que podáis respirar! ¡Que vuestros tocados sean levantados, vuestras vendas soltadas, que os entreguen ofrendas en la tierra, que haya ofrendas para vosotros en la orilla divina! ¡Que vuestros bas nunca caigan y que vuestros cuerpos jamás caminen cabeza abajo! ¡Que vuestras puertas se abran, vuestras cuevas tengan luz y permanezcáis por siempre en vuestras alturas!».

Cuarta hora (la caverna del oeste)

La barca de Ra inicia la parte más peligrosa del viaje. Debe ser remolcada a través de las arenas del desierto y las cavernas del oeste «cuyas formas son sagradas», tierras todas habitadas por Sokar (forma de Osiris, señor de la necrópolis de Menfis y antiguo dios de los muertos (3)). Es la primera vez que se menciona el Ra-stau, los «portales divinos». Se hace alusión a serpientes, dioses y formas que permanecen en este lugar, que no van a ninguna parte. En las tumbas respectivas de cada faraón se ha mencionado su nombre en esta hora, tipo «Ramsés VI está justificado».

Las formas zigzagueantes hacia abajo representan las dificultades, las puertas se llaman «cuchillos». La misma barca se ha transformado en una serpiente de dos cabezas y son llamas que salen de su boca lo que la guían por estos misteriosos caminos, según dice el texto. Se repite la misma tripulación de la primera hora, de nuevo se cuenta con Sia (la intuición).

Este antiguo tablero de juego recuerda las serpientes y escaleras de la oca, simplemente porque la hora cuarta es una forma de representar nuestro propio abismo y nuestros propios demonios. Cito a Saura: «un mundo de soledades y egoísmos donde solo podremos avanzar con ayuda de las fuerzas espirituales que hayamos desarrollado…», el ojo interior, «más la inestimable ayuda invisible de todos los que nos precedieron en este viaje».

Quinta hora (la caverna de Sokar)

Los nueve jeroglíficos de Neter representan la enéada de dioses cuando sus formas aún no habían sido creadas por Ra. La caverna del dios Sokar, «el cuerpo en sus primeras formas de manifestación», guarda ese misterio (dentro de un huevo-cartucho), el fuego y la esfinge o «dios doble con cuerpo de león y cabezas humanas». La barca atraviesa por encima de la montaña primordial, de donde surge la vida (con cabeza de mujer). En esta ocasión, la barca solar vuelve a ser remolcada. Podemos ver a Kepher colaborando: «la cuerda de remolque que tú has traído es elevada por Kepher para que pueda ayudar a Ra y pueda transitar rectamente los misteriosos caminos». El escarabajo surge del «montículo de Osiris», las dos golondrinas —Isis y Neftis— «lo protegen y aseguran su regeneración» (9). Las órdenes hacen referencia a impartir justicia y castigar a los enemigos de la luz, cortar en trozos las sombras, quemar los cadáveres, más algunos deseos tipo «que sus cuchillos sean afilados…». En el registro superior, se puede ver a la diosa Jemit, que «vive de la sangre de los muertos». A estos sanguinarios dioses, Ra solo les desea paz de todas las maneras posibles, sus enemigos han sido expulsados, ellos han cumplido con su deber… Tal vez la paz es, sin duda, hija de la guerra, y los dioses que luchan no son más que «tomadores de regalos».

Evidenciamos un cambio de estilo a nivel de gráfico, no solo de paisaje sino que además esta hora puede leerse como un solo cuadro, no tiene viñetas.

Sexta hora (la caverna)

El texto hace referencia a que los seres humanos desconocen la representación de estos dioses. Todos excepto Thot están sentados sobre tronos invisibles, una diosa con las manos hacia atrás es nombrada «la que esconde su imagen». En este lugar son creadas las ofrendas, sus decretos son justos y es entonces cuando sus bas cobran vida. Ra entrega las coronas del Alto y el Bajo Egipto a los reyes, los que protegen a Ra en la tierra (representados por momias). El Ka «rugidor de Ra» ha tomado la forma de un león, los dos ojos sobre él enfatizan la protección. Para Schwarz el udjat representa la visión justa o con la capacidad de síntesis. En esta sexta hora se unirán las dos realidades del Sol: su alma y su cuerpo. Del interior de una especie de uroborus pentacéfalo, el escarabajo arrastra un cuerpo anunciando: «este es el cuerpo de Kepher en su propia carne». Este momento clave es presenciado por multitud de representaciones de poder: las coronas del Alto y Bajo Egipto, así como las cobras de la conciencia despierta atribuidas a cayados. La renovación tiene elementos concretos, como la cabeza surgiendo o la rana.

Udjat Duat
Udjat

Séptima hora (la amenaza de Apofis)

Ra deberá enfrentarse a la serpiente Apofis. En el primer registro, proyecta su fuerza sometiendo a enemigos de Osiris. En el segundo, «el gran dios pasa por este camino, que está sin agua, sin ser remolcado, avanza por las invocaciones mágicas de Isis…». En la barca nuevamente Heka, la magia se nombra entre la tripulación. También vemos a la diosa Selkit deteniendo a Apofis y troceándolo en siete partes. Los dioses protegen cuatro arcas con «cabezas misteriosas» (de nuevo Atum, Kepher, Ra y Osiris). En el tercer registro, Horus preside a los dioses-estrellas, «lo que él tiene que hacer en la Duat es poner las estrellas en movimiento y producir las posiciones de las horas en la Duat». Un cocodrilo sobre un montículo del que surge una cabeza nos recuerda a los sabios e iniciados, que poseen los misterios y tienen control sobre el secreto: «El que conozca esto será uno cuyo Ba (alma) nunca será tragado por el cocodrilo Maligno del Lago»(1).

Octava hora (los sarcófagos de los dioses)

Los registros primero y tercero presentan compartimentos. Saura dice que se trata de tumbas; para Martín son casas que han construido bajo tierra para ver pasar al Sol y percibir su resplandor. De una o de otra manera, tanto dioses como humanos toman asiento en tronos con el jeroglífico de ropa bajo ellos. El texto describe una ciudad subterránea y podemos escuchar a los habitantes responder a Ra. Horus es ahora el regente en la Duat. Con respecto a los dioses que habitan allí, llama la atención que «cualquiera que los conozca por su nombre será el poseedor de ropaje sobre la tierra». Ra pasa en su barca repartiendo bendiciones, y aquellos que las escuchan pueden levantarse como lotos ante el paso de la luz: «lo que hay en ellos vuelve a vivir», tienen ante ellos sus ropajes, que son semejantes a «las formas misteriosas del mismo dios», y luego se ocultan nuevamente. Horus ha hecho algo similar, ocultando las primigenias formas misteriosas que manifiestan al dios, los «carneros» o primeras formas de «tierra elevada» (para Schwarz, los cuatro elementos).

Novena hora (Ra reparte sus dones)

La barca de Ra se detiene antes de iniciar los últimos pasos que la llevarán a su completo renacimiento. Bendice a los dioses a los que Horus ha dado formas-ropajes, ahora llevarán el signo de vida en sus cetros y les podremos ver: «que descubráis vuestras cabezas, oh dioses, que vuestras caras estén abiertas»; «vosotros habéis sido hecho sagrados por vuestras ropas», ahora podrán vengar y justificar a Osiris cada día. Estos dioses —según explica el texto— cuidan a Ra en su viaje, dan ofrendas a los «dioses de la Duat», iluminarán la oscuridad de la Duat y también son la tripulación de la barca de Ra… El juego de tiempo está hecho: estos dioses no existían con formas, ahora existen y estarán en la Duat para que cuando Ra haga de nuevo este viaje pueda ser iluminado, acompañado y defendido. Estos dioses ahora creados son a los que dirigirá palabras de mando desde la primera hora… la misma aventura que ya ha vivido. Acabamos de entrar en un bucle del tiempo sin remedio («secuencia no implica linealidad» (5)). La única diferencia, tal vez, es que ahora Horus preside las regiones de la Duat. Los remeros que han bajado a descansar son ahora doce.

Sin duda, en este viaje no solo el Sol que lo realiza se transforma o transfigura: los habitantes que lo ven pasar también son modificados con su luz, sus palabras, su magia y sus ordenanzas. Se transforman para él y gracias a él; y a su vez presencian la transformación de Ra. Para Schwarz está claro que, en esta hora, los remeros le abandonan porque se han convertido en el mismo Ra.

Décima hora (la regeneración de los ojos de Ra)

En esta sección de la caverna secreta, Kepher «desciende en presencia de Ra» y lleva su propio huevo. La reconstrucción de los dos ojos le dará una visión completa. El brillante ojo solar aparece sostenido por dos serpientes erguidas y custodiado por deidades con la mano en señal de silencio, en una hipérbole del misterio. Y el ojo lunar, mucho más pequeño, de la visión material. Una serpiente, «el noble Ba del que está a la cabeza de los occidentales» (Osiris) acecha la oscuridad sobre su barca, ella es la que asciende de la Duat, y su enigmático nombre es «Vida de la Tierra». Ra recomienda al ejército de guerreros castigar a los enemigos con sus arcos y sus flechas. En el último registro, Horus vela por que aquellos que no han podido conseguir la transmutación puedan ser rescatados más adelante. Se les representa como ahogados en un abismo, incorruptibles gracias al poder del dios.

Undécima hora (preparativos)

En el primer registro, Ra invoca a Atum, creador de todo. El texto dice que la Eternidad (el dios de dos cabezas humanas y una tercera como disco solar) se traga las imágenes de Ra y, por otro lado, la diosa que cabalga sobre las estrellas («la Estrellada») las restituye de nuevo.

En el segundo registro, la barca tiene en su proa a la serpiente solar «la luminosa de la Duat», sus remeros que le abren paso son de nuevo doce y cargan a «la Envolvente» hasta la puerta del horizonte oriental. Schwarz dice que la cuerda para remolcar la barca se convierte en «la serpiente que siempre ha sido»(2). En el tercer registro, los enemigos de Osiris reciben justicia en pozos de fuego bajo la vigilancia de Horus. Ellos ya no existen, «habéis caído en los hoyos de fuego, no escaparéis», «su matanza es decretada cada día por la majestad de Horus en la Duat».

Duodécima hora (el renacer de Ra)

«La majestad de este gran dios descansa en esta caverna en el Final de la Oscuridad Absoluta». Ra nacerá bajo la forma de Kepher y será parido por la diosa Nut.

Sobre los hombros de diosas, ureus escupen llamas para rechazar a la serpiente Apofis y liberar de la oscuridad a quienes no pueden ver. La barca solar viaja sobre la serpiente Nau, el «gran Ka», y al final del registro se ve al dios Shu cerrando la Duat, separando el cielo de la tierra, y recibiendo a Ra en su abrazo. En realidad, a toda su comitiva, que, como también nos dice el texto, renacerá con él en la tierra. El cortejo atraviesa la serpiente por dentro, entran ancianos y surgen rejuvenecidos (emulando el viaje del propio Ra), sus gritos de alegría dan vida a la serpiente. En el tercer registro, los dioses que están con Osiris en la oscuridad le exhortan a la vida.

«Quien quiera que conozca estas misteriosas imágenes es un espíritu Akj (justificado, de voz justa) bien provisto, un estado de existencia que todos los santos difuntos pueden alcanzar. Siempre él puede entrar y salir de la Duat (el inframundo y también la conciencia en lo material). Siempre hablando con los vivos. Un millón de veces verdadero»(9).

Bibliografía

1. Schwarz, Fernando. Egipto revelado, 2005. Editorial Kier. Buenos Aires, Argentina.

2. Schwarz, Fernando. Geografía sagrada del antiguo Egipto, 1979. Errepar. SA. Buenos Aires, Argentina.

3. Martín Carpio, Juan. Salida del alma a la luz del sol. Libro de los muertos del escriba real Ani, 2004.Editorial NA. Madrid, España.

4. Varios. Egipto. Manual de simbolismo y arqueología. Ed NA, edición ampliada y revisada por Juan Martín Carpio.

5. Bonanno, Mariano. La Duat como espacio de una dialéctica de la regeneración. Tesis para optar al grado de doctor en Historia, directora Andrea Paula Zingarelli, Universidad Nacional de La Plata. La Plata, marzo de 2014.

6. Bonanno, Mariano. «Definiciones acerca del vínculo Ra-Osiris en los textos del Amduat. Inhabitación y resignificación del espacio funerario. Internet.

7. https://cadiz.nueva-acropolis.es/cadiz-articulos/civilizaciones-antiguas/14783-las-doce-horas-del-viaje-del-sol-por-la-noche-3292 (escrito por Javier Saura)

8. https://cadiz.nueva-acropolis.es/cadiz-articulos/civilizaciones-antiguas/14779-el-increible-viaje-del-sol-el-libro-de-la-duat-3267 (de la primera a la novena hora) A partir de la décima el texto base sigue siendo de Javier Saura, pero es inédito.

9. Libro de Amduat traducido por Francisco López y Rosa Thode.

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