Con ese título, Boecio (524, A. D.), que estaba encarcelado y exiliado, nos dejó una joya sobre el bien que puede hacernos la filosofía. Estamos viviendo tiempos difíciles y convulsos, porque cada vez se hacen más evidentes las separaciones, los enfrentamientos, la incapacidad para dialogar y encontrar los acuerdos que eviten tanto dolor, muerte y destrucción. Y lo peor es que esta oleada de polarizaciones cada vez se hace más potente y difícil de parar.
No es extraño que cada vez sean más evidentes las consecuencias, pues parece que este estado de cosas ha tomado una deriva que pone en peligro nuestras vidas y todos nuestros anhelos de unidad entre todos los seres humanos, la salvaguarda de los derechos humanos, la fraternidad sin distinción de clases, géneros, culturas y demás condiciones. Nos sentimos cada vez más impotentes y solos.
Es difícil vivir así, encontrando en las informaciones cada vez más violencia sin sentido; los sabios no son escuchados y se prefiere la mentira a la verdad, que es la única que puede hacernos libres.
No cabe duda de que sumergirnos en las palabras de los filósofos resulta necesario, no solo porque calman nuestra desazón, sino porque ellos también vivieron tiempos difíciles y aun oscuros, y consiguieron preservar el amor a esa sabiduría que nos llega como bálsamo para vivir.
En este número de Esfinge encontrarás querido/a lector/a buenos episodios, descubrimientos, recuerdos que servirán de alivio para las heridas del alma. Una buena opción para estos tiempos convulsos.