En 1632 nace en Ámsterdam Baruch Spinoza, uno de los pensadores más importantes de todos los tiempos, perseguido, calumniado y anatemizado por los religiosos de su tiempo. Este filósofo terminó pasando a la historia como uno de los padres del racionalismo moderno.
En su afán de búsqueda, Spinoza pone de relieve su interés por la ética, la felicidad y el sentido de la existencia humana, de manera que la verdad que busca no es de tipo metafísico, sino una verdad concreta que incide en la realización y el perfeccionamiento del hombre.
En su Tratado sobre la enmendación del intelecto, escrito en 1661, el autor nos dice:
«La experiencia (experientia) me enseñó que cuanto ocurre frecuentemente en la vida ordinaria es vano y fútil; veía que todo lo que para mí era causa u objeto de temor no contenía en sí nada bueno ni malo, fuera del efecto que excitaba en mi alma: resolví (constitui) finalmente investigar si no habría algo que fuera un bien verdadero, posible de alcanzar y el único capaz de afectar al alma una vez rechazadas todas las demás cosas; un bien con cuyo descubrimiento y posesión gozara de una alegría continua y máxima por la eternidad (continua ac summa in aeternum fuereri)».
Años después, en su obra póstuma, la Ética demostrada según el orden geométrico, sigue el método cartesiano, aunque niega y enmienda algunas de las ideas de Descartes. Es un tratado complejo y difícil de leer, pero riguroso, exacto.
En la primera parte del libro, su principal idea es la identidad de Dios y la naturaleza, bajo el lema de «Deus Sive Natura» (Dios o la naturaleza). Los hombres y el resto de los seres y elementos existen en Dios. En la segunda parte, Spinoza se concentra en la mente y el cuerpo humano, en el alma humana y sus pasiones, pero todo ello con un estilo «matemático». En el resto del tratado sigue el desarrollo de su teoría y amplía su campo de estudio hacia las emociones humanas.
En su corta pero prolífica vida, es considerado un precursor de la Ilustración, pues su pensamiento ha influenciado a muchos filósofos posteriores, siendo calificado de panteísta y ateo, de racionalista radical, absoluto, pues parte de la idea de que, mediante la razón, el ser humano es capaz de comprender la estructura (racional) del mundo que le rodea.
Ética, felicidad, existencia humana… Dios
Spinoza va a adentrarse en las cosas que comúnmente suelen hacer feliz al hombre, tales como el placer, la riqueza y los honores, pero el autor va a demostrar que la búsqueda de estos deseos distrae a la mente humana y le niegan poder pensar en otros bienes superiores. Expone que tanto la fama o el deleite como el dinero no le garantizan al ser humano una felicidad continua y plena, sino todo lo contrario: pueden llevarlo incluso a la muerte, aunque también advierte que estas cosas no son malas por sí mismas, sino que sería la búsqueda desenfrenada y su obsesión por alcanzarlas lo que corrompe y desvía la existencia. De esta manera, este filósofo racionalista nos enseña que la búsqueda del dinero, el amor a los placeres y el deseo de gloria constituyen un obstáculo; de ahí que su propuesta sea dejar de buscarlos como si fueran lo más importante y utilizarlos como medios para vivir de acuerdo con un fin superior.
En este tratado sobre la ética cita muchísimos ejemplos de personas que fueron perseguidos a muerte por querer hacerse ricos, también hace referencia a quienes por alcanzar a defender su fama y honores padecieron míseramente.
¿Cuál sería, entonces, para Spinoza este fin supremo que puede garantizar la felicidad continua y plena?: lograr la unión que la mente tiene con la naturaleza, pero además añade que tratar de obtener tal naturaleza y procurar que muchos la adquieran, sería su verdadero fin.
Esto implicaría conocer la naturaleza y vivir de acuerdo con lo que esta nos dicta, y al actuar de esta forma, implicaría el mayor bien y felicidad para el hombre, dado que el orden en la naturaleza es eterno y perfecto.
Este es uno de los objetivos que propone este filósofo neerlandés a través de la ética, mostrar cuál es la esencia de la naturaleza o Dios, cómo funciona y qué lugar ocupa el ser humano en la naturaleza.
Llegados a este punto hemos de hablar de uno de los conceptos más audaces de este saber filosófico, como es el modelo deductivo de la ciencia geométrica para demostrar que Dios y la naturaleza son la misma cosa. Dios como un ser absolutamente infinito, una sustancia constituida por una infinidad de atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia infinita.
A diferencia de Descartes, Spinoza lo ve como la «Sustancia» de todo lo que existe, o sea, la Causa de todo, o la Causa Sin Causa.
A continuación, cita algunas de las características de esta revolucionaria idea:
1º) Dios es completamente dependiente de sí mismo.
2º) Indivisible, único, infinito y eterno.
3º) Inmanente, pues está en todas las cosas y no puede separarse de ellas porque todas vienen de Él.
4º) Posee infinitas características o atributos, de los cuales solo conocemos dos, la extensión y el pensamiento; de los demás atributos nada puede decirse puesto que no los conocemos.
Es importante aclarar que el panteísmo de Spinoza es la ruda negación de un Dios personal. Asimismo, niega que intervenga en los asuntos humanos y que sea providencial.
Esta es una variación evidente del monismo, que sigue apoyando la creencia de que Dios, en su infinito amor y su infinita compasión, creó al hombre aparte, a su imagen y semejanza, y que todas las cosas del mundo estaban para ayudarlo. Nada tiene que ver con el racionalismo de Spinoza, al considerar que el ser humano está determinado de la misma manera que están establecidas todas las cosas, siendo un eslabón de una cadena infinita de causas y no una excepción de la naturaleza, sino que formaría parte de ella y, como tal, estaría sometido a sus leyes. De manera que la verdadera libertad radicaría en conocer esa conexión de causas que hacen posible que el universo siga existiendo, comprendiendo que ninguna de estas causas es circunstancial, sino necesaria, y que su fin sería ajustarse a este orden perfecto de la naturaleza.
Es un mensaje esperanzador de Spinoza, al señalar un camino de futuro que nos puede proteger de cometer errores desastrosos, saber que no somos libres, sino que habría que entender cada vez más y mejor las leyes de la naturaleza, esforzándonos a vivir de acuerdo con ellas.
Al ser un filósofo racionalista, considera que la razón es la herramienta con la que podemos alcanzar el conocimiento, y con él, la libertad.
Podemos concluir que la filosofía no es otra cosa que un saber divino. Es el modo supremo del conocimiento, y en ella, además, es donde residen tanto la libertad como la felicidad que tanto perseguimos en la vida; de ahí que la ética spinoziana culmina, como hemos visto, en el amor intelectual a Dios.
Este breve recorrido por la figura del mayor judío de los tiempos modernos nos ha permitido indagar esta corriente filosófica que surgió en Europa durante el siglo XVII, y que sin duda ayudó a derribar las murallas de la opresión intelectual y la intolerancia.
Bibliografía
https://www.revistaesfinge.com/2020/02/spinoza-los-libros-escritos-en-el-infierno/ Juan Martín Carpio
Ética. Tratado teológico-político. Estudio introductivo, análisis de las obras y revisión del texto por Francisco Larroyo. Ed. Porrúa.