Introducción
La conciencia es el tema de la vida y la filosofía por excelencia, pero difícil de definir, de explicar o incluso de conocer sus cualidades. Esto hace tener en cuenta unas premisas para hablar de la conciencia, que es una etiqueta pequeña para realidades diversas y a veces complejas. Hay que considerar que todos vivimos realidades comunes, pero también realidades difícilmente mensurables, y que estas últimas se resisten a ser etiquetadas. Esta dificultad se intensifica en el caso de las plantas, pues como observadores somos extraños a lo observado.
Es difícil definir la conciencia en lo humano; de hecho, hay muchas definiciones. La más fácil podría ser la psicológica: todo lo que sentimos y pensamos, es decir, lo que pensamos y sentimos en un momento determinado. Es una definición correcta para expresar los cambios psicológicos interiores. Si solo nos quedamos con esta definición, resultaría ser una etiqueta pequeña de una realidad más compleja y mayor.
La conciencia también se suele asociar con la vida interior y con las ideas de las cosas que consideramos correctas. Esta visión es más filosófica, pues se amplía el «sentido de la vida» a las ideas universales. En lo filosófico, encontramos respuestas más amplias y bellas, como vivir con el alma en el momento presente.
Cuando ponemos la conciencia en el presente, hemos de partir de la idea de continuidad. Acostumbramos a decir cosas como vivir en el tiempo presente, es decir, vivir en lo cotidiano, pero con conciencia de lo eterno. Por eso la conciencia no se puede separar de la atención y la memoria, pues hacer las cosas importantes es tenerlas presentes constantemente.
Pero si hablamos de la conciencia con intencionalidad profunda y clara dirigida a la acción, es cuando tenemos claro dónde queremos que nos lleve aquella acción. La visión filosófica de la conciencia sería vivir con centro, es decir, vivir dentro de nosotros mismos constantemente. Sin embargo, nuestra consideración de conciencia no sirve para investigar las plantas; ¿cómo podemos relacionar todo esto con las plantas?
En la actualidad, los estudios científicos que se están realizando han llevado a grandes descubrimientos. Si creíamos que eran simples, hoy la ciencia ha descubierto que son extraordinariamente complejas; cuando pensábamos que no tenían sentidos, la ciencia descubre que tienen más que nosotros; y si suponíamos que no tenían conciencia, la ciencia ha mostrado su complejidad de vida consciente. Partíamos de creencias equivocadas y la ciencia nos ha traído unas certezas de vida, inteligencia y, sobre todo, conciencia. Prácticamente todas nuestras creencias sobre el mundo vegetal, han caído en la mentira con los nuevos descubrimientos. No es solo que tengan una conciencia como agregado, sino que la conciencia habita en ellas intrínsecamente. Ni los humanos ni los animales podríamos vivir sin ellas, ni ellas sin los hongos.
Nuestra relación con la naturaleza
El interés actual por comprender la vida de las plantas es una necesidad y no es nuevo, ni nuestra relación con ellas, pues todas las culturas y civilizaciones las tenían en gran consideración.
La mayor parte de nuestra salud biológica se la debemos a las plantas mediante la alimentación, y sus efectos en la psicológica son muy positivos, llegando a utilizarse como terapia. Además, muchos de los compuestos farmacológicos son de plantas, así como el material que necesitamos de madera o carbón vegetal y mineral. Pero hay algo que es mucho más importante: son las que almacenan la energía que reciben del sol, y esa energía es la que a nosotros nos llega a través suyo mediante los alimentos. Construyen la unión entre la Tierra —con todos sus seres— y el Sol. Solo con esta función ya podríamos considerar su importancia. Vivimos de y con las plantas.
Los descubrimientos han mostrado otras cualidades que desconocíamos, como es su poder descontaminante. El tricloroetileno es un disolvente plástico, y se han encontrado plantas que son capaces de deshacer este residuo; a esto se le denomina: fitorremedación.
La tendencia a despreciar a las plantas proviene de nuestras propias creencias, sumado a verlas diferentes a nosotros. Esto es un reflejo de la ignorancia, de no respetar ni amar lo desconocido por considerarlo ajeno a nosotros mismos. Es una creencia falsa, como se ha podido constatar en diversos centros de investigación.
Sentidos de las plantas
Los estudios realizados nos han conducido a descubrir que las plantas tienen sentidos. Se ha descubierto que tienen prácticamente las mismas capacidades que nosotros, pero a diferente nivel. Resuelven los mismos problemas pero de otra manera, son muy lentas, y expresan los cambios muy despacio.
Sentido de la vista. No tienen ojos físicos como los nuestros, pero los científicos dicen que tienen sentido de la vista. Lo tienen por su capacidad de detectar la luz y orientarse hacia ella. Esta propiedad de orientación es lo que se denomina fototropismo. Es diferente a la nuestra, porque funcionan como una colonia distribuida y no desde un órgano central. Todas las células de la superficie de la planta tienen cierta capacidad de detectar la luz y se orientan hacia ella. Sin embargo, la parte invisible tiene fototropismo negativo. A las raíces les pasa lo contrario, de forma natural van contra la luz. Tienen vista en los dos sentidos.
Se ha encontrado un caso para el que aún no hay respuesta, el de una enredadera, la Boquila (trifoliliolata). Esta enredadera es especialista en mimetizarse. Las enredaderas son oportunistas y se aprovechan del esfuerzo de otras plantas. Esta planta se mimetiza con la que tiene al lado y adopta el color de su hoja. Han hecho un experimento entendiendo que las plantas se comunican entre sí —y si se envían mensajes químicos tiene cierta explicación— en el que han puesto una madera y, encima, plantas artificiales. Resulta que la parte de la planta que está junto a la madera copia la forma de esta, y la que está tocando a las plantas artificiales, copian la forma de las otras, y no se sabe cómo ni por qué.
Se ha constatado también que tienen memoria. Cuando en una zona ha habido un temporal de viento fuerte, al año siguiente, los árboles tienen el tronco reforzado. Se sabe que tienen memoria porque actúan ante una causa que les ha afectado. No se sabe cómo lo hacen porque no tienen un cerebro organizado como nosotros.
Sentido del olfato. Detectan diferentes formas de moléculas. En su superficie tienen cavidades que se adaptan a las diferentes moléculas que pueden recibir. De esta manera pueden recibir más sustancias o menos, se adaptan a lo que reciben del exterior. A su manera, tienen olfato.
Sentido del gusto. El sentido del gusto lo tienen más fino que nosotros. Las plantas pueden detectar infinidad de compuestos diferentes y proporciones infinitesimales entre unos y otros. Las raíces de un árbol pueden detectar los diferentes componentes químicos que hay debajo suyo. Pero si hay que hacer un gran esfuerzo para buscarlos, lo hacen en la dirección en que la proporción de alimento es más grande, aunque la diferencia sea pequeña. Son muy precisas para detectarlos y buscarlos.
El sentido del gusto lo podemos ver con la planta carnívora Dionaea muscipula, que come insectos, pero no cualquier insecto. Hay unas hormigas que comen residuos que quedan en su superficie, y a esas no las comen, ni a las abejas, porque las necesitan para la polinización —tienen discernimiento para elegir—. Estas plantas son carnívoras porque viven en zonas muy aguadas y no encuentran suficiente nitrógeno —recordemos que es este el componente químico básico de las plantas—, y como no lo encuentran, lo toman de los insectos.
Sentido del tacto. La conocida mimosa pudica es tan sensible que, a veces, basta acercarnos para que se cierren sus hojas, pero si la tocamos se mueven hasta sus peciolos. Es muy sensible.
Algunos experimentos curiosos realizados han consistido en introducirlas en un coche en continuo movimiento. Al principio, se cierran, y con el continuo movimiento vuelven a abrirse; pero si es un día de lluvia no se cierran.
Hay plantas que aplican el tacto para las cosas que necesitan, como cuando un insecto se posa en la flor, y se cierra la flor con el insecto dentro hasta que ha quedado polinizada; tienen conciencia de la reproducción.
Hay plantas que tienen un tacto pasivo —solo actúan cuando se tocan—, pero otras lo tienen activo. Muchas enredaderas —con sus zarcillos— tienen un tacto activo. Crecen en espiral y, cuando encuentran un elemento sólido, mueven sus zarcillos y se enganchan. Hay otras formas de tacto activo en las raíces, que palpan las piedras y las evitan, o en su parte aérea, cuando cambian de dirección si no es bueno el lugar elegido inicialmente.
Sentido del oído. No tienen un oído como nosotros, sino capacidades similares a las que puede tener un topo al detectar vibraciones de la tierra. Estos sensores están fundamentalmente en las raíces. Tienen elementos que detectan ondas. Los experimentos han consistido en ponerles música, y los últimos descubrimientos son que les agradan las notas graves, pero no las agudas. Los estudios anteriores mostraban que les agrada la música armónica, pero lo que es más evidente —independientemente de la armonía— es si los sonidos son graves o agudos. Cuando se han hecho estos experimentos, han descubierto que además espantan mejor a los insectos nocivos.
Hace poco se ha descubierto que tienen un sistema que se denomina clicking. Las raíces emiten sonidos parecidos a clicking, clicking…, y hacen el ruido por donde pueden crecer. Las plantas cercanas las escuchan y saben por dónde ir.
Hace un año, un grupo de científicos de Israel descubrió que son sensibles a las agresiones. Es decir, si se les corta una rama, a su manera se quejan, y también se quejan si tienen mucha sed. Han descubierto que, en bajas frecuencias, se quejan de esta situación, y más cuanto más aguda es. Este sonido puede ser escuchado desde uno a cinco metros, y es lo equivalente a una conversación. Se cree que eso es para comunicarse entre plantas, pero también entre animales, para que un animal no entre en ellas. Este tipo de conciencia sería lo propio de tener un sentido de unidad con otros seres vivos.
Características y sentidos diferentes
Otros estudios han descubierto que tienen una capacidad infinitesimal de medir. Los clásicos experimentos que se realizan con animales consistían en ver su capacidad para medir, pero las plantas hacen lo mismo.
Sentido de la medición. El experimento científico propuesto consistía en poner un poco de nitrógeno encima de un pequeño laberinto, e introducir la raíz de una planta dentro del laberinto. La raíz detectaba el nitrógeno y además iba por el camino más recto y óptimo; en cambio, un animal no puede hacerlo en una situación análoga.
Sentido de geotropismo. Solemos decir en forma filosófica que el fuego busca el cielo. Las plantas también lo hacen. Si dejamos un tiesto en horizontal o boca abajo, la planta busca subir. Pero, al igual que pasa con la luz, lo tienen positivo y negativo. Se ha observado cómo una palmera comienza creciendo en horizontal buscando la luz, pero llega a un punto en que sube en vertical, porque no puede seguir buscando sin elevarse, pues se puede partir. La parte visible tiene geotropismo negativo, porque va hacia la luz, pero en cambio, las raíces tienen geotropismo positivo. Hay otros ejemplos donde se ve claramente. Si una planta se instala sobre algo hueco (un túnel, una cueva), lo lógico sería esperar que las raíces, al crecer lo suficiente, fuesen por las paredes y no buscando la tierra en vertical hacia abajo, como en realidad hacen. Este es un sentido que nosotros no tenemos.
En relación con este sentido, se ha realizado en un centro de investigación francés un experimento para «despistarlas». Se las ha hecho girar en sus macetas a velocidad lenta, y la sorpresa ha sido que han crecido rectas, es decir, de alguna manera tienen conciencia de su cuerpo y saben cómo rectificar.
Sentido de la comunicación. Se ha descubierto que las plantas se comunican dentro de ellas y tienen dos elementos de comunicación. Unos, que se denominan plasmodernos, van por las paredes celulares, como vía rápida de comunicación. Por ejemplo, cuando se corta una raíz, la planta lo comunica rápidamente para que no pierda agua y cicatrice la herida. Tienen también una comunicación lenta para su sistema circulatorio. Es el sistema que va de abajo hacia arriba, que es el que aporta los elementos minerales y el agua. En cambio, el que va de arriba hacia abajo es el que aporta el azúcar de las hojas al resto de la estructura de la planta. Esta comunicación es lenta pero es la más completa.
En una secuoya, se calcula que la comunicación lenta puede tardar un día o más. Por tanto, al tener comunicación dentro de ellas mismas, tienen su forma de vida interior. Dentro de la comunicación interna está la que realizan los estomas de las hojas. Estos estomas son denominados bocas para respirar y es necesario que estén abiertos para realizar la fotosíntesis. Pero si los tienen abiertos mucho tiempo en las horas de mucho sol, como son las del mediodía, entonces pierden agua. Las plantas han de decidir qué hacer, y se ha descubierto que la mayor parte de ellas cierra las bocas para no perder humedad. Los árboles, cuando hace mucho calor, pierden las hojas, como ha pasado algunos veranos; decidieron no perder agua antes que crear más azúcares.
Se comunican con otros vegetales. El ejemplo más conocido es el de las acacias en África. Las acacias que se crían en la sabana africana les encanta a las jirafas, y cuando aparecen las jirafas, empiezan a generar compuestos (taninos) que hacen que tengan un gusto amargo. Pero, además, avisan a otras, y las jirafas tienen claro que si empiezan a comer acacias, no pueden ir a las que hay cercanas y tienen que ir a las que están contra el viento.
Características de convivencia
En los bosques y zonas arboladas, las copas mantienen su propio espacio y no se tocan. Es lo que se denomina convivencia entre plantas. Si observamos imágenes reales desde arriba o desde abajo, se aprecia el espacio que mantiene cada planta. Las plantas suelen ser muy territoriales, y respetar el espacio es una cualidad importante. Como curiosidad, hay que recordar que los árboles son seres vivos que no dejan de crecer y algunos tienen más de 4000 años, como el conocido Matusalén, con 4850 años. El más longevo tiene más de 5000 años, y está protegida su ubicación del vandalismo humano. Pero el hecho es que no se pueden mover y tienen que trabajar mucho para sobrevivir; por eso entre ellos son muy competitivos.
También se han encontrado especies que se ayudan entre sí, y cuando son de la misma familia, se respetan más. Se han realizado experimentos plantando semillas de diferentes «plantas madre» en un mismo espacio, y cada una de ellas trataba de ganar espacio para sus raíces respecto a la planta vecina. Pero en otro espacio se plantaron semillas de la misma «planta madre», y todas eran más comedidas a la hora de desarrollar sus raíces. Es curioso, pero saben distinguir a su parentela.
Simbiosis entre plantas y animales. Se están haciendo experimentos sobre la relación entre hongos, plantas y animales, o de unas plantas con otras y cómo se ayudan las que están más sanas con otras que están enfermas, pues cuando muere un árbol es una desgracia para todo el bosque. No solo se pierde la tierra, sino sombra y humedad. También se sabe que los árboles grandes no dejan que entre mucha luz al sotobosque para que los pequeños árboles no crezcan rápido. Eso es bueno, porque pueden ir creciendo poco a poco y salen más fuertes; de alguna manera es su forma de educarlos.
Existe en varias especies una buena relación con los animales, como comprobamos en especies conocidas, como el tomate, el maíz o el tabaco. Cuando llegan algunos insectos que las comen, se encuentran a otros que comen a esos mismos insectos. Esto es un ejemplo de colaboración.
Todos sabemos lo importantes que son las abejas para un vegetal y para todos. Hay una cosa sorprendente: si una abeja comienza el día polinizando una determinada flor, todo aquel día poliniza la misma especie.
Las plantas han desarrollado muchas estrategias para su polinización. Como ejemplo, podemos ver cómo la orquídea (Ophrys apifera) imita de forma perfecta a un determinado tipo de insectos para que la polinicen, y los imita incluso en la textura. Hay casos muy curiosos de plantas que se esfuerzan para que polinicen la flor los insectos, como es la Amorphophallus Titanum («flor cadáver», la flor más grande del mundo), a la que poliniza la moscarda de la carne. Emite un olor a carne podrida y utiliza a una mosca que se alimenta de carne podrida para polinizarla. En la misma línea está un tipo de cactus que utiliza a los murciélagos, pero otras plantas utilizan a reptiles y otros animales. Conviene realizar una reflexión: cuando nosotros utilizamos para comer las plantas, ¿estamos aprovechándonos de ellas o ellas de nosotros?
Inteligencia de las plantas
Después de constatar los descubrimientos actuales, podemos afirmar que las plantas son inteligentes. No tienen cerebro, y no sabemos cómo lo hacen, pero eligen bien y resuelven bien los problemas. La inteligencia la podemos definir de muchas maneras, pero una de ellas es la capacidad de resolver problemas. Si utilizamos esta definición, las plantas son inteligentes. La parte más inteligente y desarrollada de una planta son las raíces. Sus raíces son muy sensibles, y tienen una gran capacidad de adaptarse de forma rápida. Cada raíz tiene pequeños filamentos con unos ápices, y es lo que se denomina el cerebro de la planta. Transmite la información de forma similar a las neuronas. La raíz de una planta sencilla como el maíz tiene unos 15 millones de ápices radiales, y se calcula que los árboles han de tener centenares de millones. Esto les da la capacidad de detectar numerosos elementos químicos a gran distancia.
Una de las cosas que tienen las raíces es que se organizan, es decir, si un árbol necesita diferentes elementos, unas raíces van a buscar unos elementos y otras van en otra dirección buscando lo que necesitan. No se sabe como lo hacen, hay varias teorías, pero la que se acostumbra a explicarlo es la del sistema de enjambre. Es algo parecido a cuando aplaudimos todos en el teatro. No lo hacemos conscientemente, pero, sin pensarlo, aplaudimos todos juntos, o también, cuando caminamos, sin pensarlo, nos adaptamos a la velocidad general.
Descanso de las plantas. Se ha descubierto que las plantas duermen, y que la mosca del vinagre duerme con la planta en la que habita. Pero cuando van haciéndose grandes, van durmiendo menos. Lo curioso es que, al dormir, adoptan la misma forma que cuando se estaban formando de pequeñas. Sabemos que el soñar tiene relación con el aprendizaje, pero no sabemos si ellas sueñan, aunque el hecho de dormir más de pequeñas que de grandes hace probable que sueñen.
Conclusiones científicas
Si habíamos buscado la relación de la conciencia con la atención, podemos ver que las plantas tienen una gran capacidad de atención. También se relaciona la conciencia con la memoria, memoria de saber adónde vamos a llegar, y constatamos que ellas tienen memoria para saber cuáles son sus objetivos. Vemos, además, que tienen conciencia de familia y distinguen a los que no pertenecen a ella.
Cada vez se están defendiendo más los derechos del mundo animal, pero también se va descubriendo la riqueza, la vida y las capacidades del mundo vegetal. Se está descubriendo que todos los seres de la vida tenemos las mismas capacidades, aunque no estén desarrolladas de igual manera. Las capacidades son las mismas, pero están en potencia, todo está latente en todos los reinos de la naturaleza.
Podemos decir que las plantas son inteligentes, que tienen sentimientos, que se comunican, que tienen conciencia de grupo, y no solo entre ellas, sino con toda la naturaleza.
En el año 2008, en Suiza, que es un país que defiende la biodiversidad y la biosfera, se habla de la protección del mundo animal, pero también de la protección del mundo vegetal.
La relación de las plantas con los seres humanos
La relación de las plantas con los seres humanos ha sido muy grande, incluso a nivel espiritual. Una de las imágenes que nos han transmitido los sabios es ver el universo como una unidad. Los datos extraídos sobre la conciencia de las plantas son datos científicos actuales, pero desde hace mucho tiempo los sabios de todas las tradiciones han transmitido que somos una unidad, y que somos uno con la tierra. En las plantas constatamos que son seres espirituales. Si pensáramos en qué cualidades podemos aprender de las plantas, veríamos que hay muchas como constancia, paciencia, calma, alegría, flexibilidad, colaboración, fortaleza, persistencia, generosidad, fuerza… y tantas otras.
Todas las civilizaciones siempre han tenido bosques sagrados, porque han tenido claro que el mundo vegetal puede transmitir cualidades que nosotros podemos despertar, es decir, son seres que nos ayudan a despertar también nuestra conciencia.
También sabemos que, en un colegio, los niños aprenden más si hay plantas, y se sabe que, en un hospital, los enfermos se curan antes con plantas. Nos hacen sentir bien, nos dan vitalidad y nos elevan la conciencia. El mundo vegetal expresa belleza, ya que su relación con la vida es a través de la belleza. En la mitología, las plantas tienen relación con los dioses, y son una expresión de ellos.
El árbol y la vida
Dentro del mundo vegetal, el árbol es considerado el rey. Ha sido el símbolo que ha representado a todo el reino vegetal. En todas las tradiciones se ha visto en el árbol la representación misma de la vida, pero también la capacidad de unir lo celeste con lo terrestre. Transmiten un mensaje espiritual, pueden expandirse en lo horizontal, pero crecen en lo vertical.
Se estiran en lo vertical, se alimentan del sol y de la luz, y nos inspiran un renacimiento constante. Según las tradiciones de los sabios, el árbol se representa invertido, con las raíces que representan el cielo y su copa como imagen de lo terrestre. En la cultura nórdica, el árbol sagrado Yggdrasil representa el universo con todos sus seres. En la cultura griega, también tenían al árbol como símbolo sagrado, y representaba a Venus en forma de espiral.
Todas las culturas han visto en el árbol el símbolo de la vida, y la nuestra está redescubriendo la vida a través de los avances científicos. Estos descubrimientos también consideran el árbol como un ser fundamental para la vida.
Bibliografía
Stefano Mancuso & Alessandra Viola. Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal. Ed Galaxia Gutenberg. Bologna, 2015.
Peter Wohlleben. La vida secreta de los árboles. Ed Obelisco. Barcelona, 2018.
David Attenborough. La vida privada de las plantas. Documental BBC, 1995.
«Merlin Sheldrake». La Contra de la Vanguardia. Inma Sanchis. Barcelona, 16-02- 2024.