Como lo explica el profesor Fernando Schwarz en su libro El ocultamiento de lo sagrado, en nuestras sociedades, sometidas al nihilismo, al materialismo y donde predomina el desencanto del mundo —que diría Max Weber—, esa dimensión de la conciencia que llamamos «lo sagrado» no ha desaparecido, sino que se «camufla» en soportes aparentemente inocuos o superficiales. A pesar de la secularización de nuestras sociedades contemporáneas, no ha desaparecido el fondo arcaico del ser humano, a la vez que se intensifica el interés por los símbolos, los rituales y los mitos, es decir, las dimensiones de lo sagrado.
Es lógico que encontremos ejemplos muy claros en el cine y la televisión, la publicidad, los cómics, los videojuegos y otros, es decir, los géneros que integran lo que consideramos la cultura pop. Observamos que los ejemplos de las manifestaciones de lo sagrado, desde sus inicios, suelen refugiarse en los contenidos adaptados según los imaginarios de las diferentes sociedades, que narran las antiguas hazañas de sus héroes con otras indumentarias y contextos actuales, pero con el mismo resultado de éxito por parte de las audiencias. En su trasfondo encontramos las antiguas narraciones con sus personajes y sus ideales en nuevas formas de presentación, que nos pueden resultar contemporáneas, pero son las de siempre.
En este número de Esfinge encontrarás algunos ejemplos sugerentes sobre lo que estamos diciendo.
El Equipo de Esfinge