A finales del siglo XIX, la gran H. P. Blavatsky, autora de la Doctrina Secreta e Isis sin velo, comentó que en el siglo sucesivo triunfaría el ocultismo y que este teñiría, para bien o para mal, todas las facetas de la vida. Entendemos por ocultismo las enseñanzas de las escuelas de misterios, entregadas como tesoros, una a una, según el despertar moral e intelectual de la humanidad, como sucedió con las obras de esta autora.
Sin embargo, al salir del santuario e incluso descender más abajo de la mente filosófica, son enseñanzas generalmente pervertidas, manoseadas por el vulgo, adulteradas, prostituidas para intereses egoístas y sectarios, fragmentadas contra natura, etc. Pero al final, las enseñanzas son enseñanzas, más allá de lo que entendamos de ellas y el uso que hagamos, que abrirá más y más o cerrará más y más nuestra mente y nuestro corazón. Que estas enseñanzas entren en lo cotidiano y en el imaginario popular puede ser una gran inspiración o, por el contrario, nefasto a veces. Como todo, depende del quién, el qué, el cuándo y el cómo.
El profesor Jorge Ángel Livraga añadiría que el principio de la era de Acuario significaría el retorno al esoterismo, y esa llegada sería como el torrente que viene de las montañas, y así, durante los primeros siglos, las manifestaciones más evidentes del mismo serían lodosas, como sucede con las aguas que arrastra el monzón o los ríos desbocados.
Un buen ejemplo del uso de estas enseñanzas de forma fantaseada, pero bella y pedagógica, es, dentro de la infinidad del animé, dibujos animados y otros filmes, series, etc., el caso de la serie exitosa para niños (de más de siete años) y adolescentes Miraculous: las aventuras de Ladybug.
Son dos superhéroes adolescentes que luchan contra las fuerzas del mal, restituyendo la armonía, ella con atributos humanizados y traje de una mariquita, y él de un gato negro. Ambos son discípulos del Maestro Fu, y sus poderes les vienen y son activados temporalmente —en cuanto realizan la misión— por unos genios benéficos llamados kwamis, que residen en joyas mágicas (son los «prodigios»), y tienen formas de minúsculos animales (en este caso, la mariquita y el gato negro respectivamente).
La serie, con más de 130 capítulos de unos veinte minutos, fue desarrollada según los cómics del dibujante francés Thomas Astruc, realizados desde el año 2004, y luego pasó a la industria de la animación.
En medio de las tramas de los miedos, las esperanzas y el despertar de las almas adolescentes, en su transformación en superhéroes y supervillanos, nos abre la serie a un mundo de magia y de relación con lo normalmente invisible y con lo que, residiendo en el mundo de la imaginación, se abre paso desde nuestra subjetividad —donde reinan las intenciones— al mismo mundo objetivo, en que la acción es reina. Este es el dinamismo del mundo emocional o astral.
Formas mentales
Hay imágenes y enseñanzas de la serie que nos dejan estupefactos, especialmente todas las que se refieren a las formas mentales y su naturaleza y cómo pueden ser trabajadas y purificadas. En este caso, el malhechor, Papillon, convierte en poderosos esclavos a su servicio a parisinos con la mente envenenada por emociones negativas de odio, rencor, envidia, etc., usando formas mentales con formas de mariposa (akumas), «mariposas» que tiñe de oscuridad. Después de que Ladybug y Gato negro venzan al supervillano, deben atrapar esta forma mental, transmutarla y liberarla, ahora luminosa y transparente. Todo un ejemplo de alquimia mental.
En ocasiones, vemos cómo las formas mentales malignas, generadoras de discordia, son dirigidas a los que son poseídos por emociones sombrías, pero que, al ser tratados con amabilidad y ser así curados con el amor y la armonía de los nobles corazones humanos, no pueden «entrar» y se quedan aleteando y buscando nuevas víctimas.
Así nos explica el fundador de Nueva Acrópolis la naturaleza de las formas mentales:
«Dada la plasticidad de los planos sutiles, una idea-forma tiene una gran efectividad, pues se adapta como ser para plasmarse en la sustancia del mundo fenoménico, que es el que vulgarmente percibimos. Una forma mental, debidamente expresada y alimentada, produce inexorablemente cambios en la esfera de lo material, que siempre se deja arrastrar por ella, ya que la materia no tiene ni forma ni voluntad, fuera de su propia existencialidad».
En otro artículo llamado «Las formas mentales», especifica la naturaleza, aspectos y colores de cada una de estas formas mentales, según en qué dimensión de nuestra mente hayan nacido, si más elevada o menos. También nos advierte de los peligros de ser víctimas de las inferiores y del beneficio de su transmutación.
«Como las formas mentales sufren el efecto universal del bumerán, tienden a regresar al punto de donde partieron, especialmente si no dan en el «blanco» al cual estaban dirigidas. De allí las recomendaciones milenarias de alentar los buenos pensamientos y desalentar los malos, pues aparte de los impactos que puedan provocar en el entorno exterior, es inexorable que regresen y, muchas veces potenciadas, golpeen y aniden en el entorno interior, o sea, en la propia mente que las engendró. Los orientales dirían que esto es Karma, pero no lo debemos entender como un Karma de tipo aritmético simple, sino vital».
En «El aprendiz de hechicero» de la película de Disney Fantasía, vemos al maestro de Mickey, precisamente, transmutando —y con gran esfuerzo— una forma mental, desde su naturaleza reptante a la de una bella mariposa multicolor, lo que nos recuerda la enseñanza de «Tienes en ti la mariposa multicolor de la psique, pero ¿la has deseado lo suficiente como para poseerla?».
La tónica de la serie es optimista, luminosa, divertida. Los escenarios de París nos alegran el alma, y más las enseñanzas morales y herméticas que se deslizan, fácilmente, de un modo casi inadvertido.
En medio de las turbulencias de este nuevo milenio o del efecto licuante de las aguas de Acuario, que vemos en todos los aspectos de la sociedad y las relaciones humanas, tal y como los describe Zygmunt Bauman en su Modernidad líquida, constatamos, aunque de un modo confuso, esas «pinceladas de un mundo nuevo y mejor» y, desde luego, el cumplimiento de la profecía de H. P. Blavatsky para el nuevo ciclo.
Concuerdo con el autor. Esta heroína francesa, Ladybug es muy divertida y pedagógica para niños.