Editorial — 1 de mayo de 2024 at 00:00

Sentir a la madre Tierra

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Sentir a la madre Tierra

Una de las contradicciones de nuestro tiempo es que la humanidad es capaz de comprender la naturaleza en toda esa riqueza que nos alimenta y nos permite vivir y, al mismo tiempo, poner en peligro nuestra supervivencia, a fuerza de ignorar nuestra capacidad para romper una necesaria armonía, poniendo en riesgo nuestra propia supervivencia como especie viviente.

No deberíamos olvidar que quienes necesitamos la vida de la que nos provee el planeta en el cual habitamos somos precisamente nosotros, los humanos que, a pesar de tanta tecnología, nos caracterizamos por una fragilidad que está presente en todas las etapas de nuestra existencia.

Y se da la paradoja de que, a pesar de nuestra dependencia radical de la madre Tierra, no cejamos en el intento de agredirla por medio de toda clase de instrumentos, costumbres, caprichos, excesos. Esto podría deberse, quizá, al viejo error de considerar que los seres humanos tenemos derecho de esquilmar y agredir a la naturaleza porque somos algo así como los reyes de la creación, lo que significa que podemos permitirnos toda clase de atropellos, y no pasa nada.

Aunque muchos terrícolas no quieren reconocerlo, las señales que nos está enviando la paciente Madre Tierra son bastante claras sobre la ruptura progresiva de un equilibrio que es indispensable para la supervivencia de todos los seres vivos, entre los cuales nos encontramos nosotros, los humanos. Esta es una de las realidades que debemos cambiar, con la mayor rapidez y entre todos.

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