Naturaleza — 1 de julio de 2024 at 00:00

Vandana Shiva y la biodiversidad

por

Vandana Shiva

«Mi religión es la Justicia»

Tomando como referencia la figura de Vandana Shiva, una mujer hindú que está considerada como la ecologista más carismática del momento actual, vamos a acercarnos a algunos planteamientos de gran actualidad en ecología y desarrollo sostenible.

Vandana Shiva nace en Dehradun, al pie de los Himalayas, y estudia ciencias físicas en Ontario, Canadá. Pero seis años después de doctorarse, abandona su carrera y regresa a la India «porque comprendí que no debía aliarme con los poderosos».

Dos son los motivos que subyacen en su decisión: el fracaso de la Revolución Verde que se vincula al terrorismo del estado de Punjab y el desastre de Bhopal.

  1. El fracaso de la Revolución Verde

La Revolución Verde es una iniciativa internacional de Naciones Unidas y el Banco Mundial, que crean el CGIAR (Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional) del que forman parte el CIMMYT (Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo) y el IRRI (Instituto Internacional sobre el Arroz). Su objetivo es alcanzar mayores rendimientos en las cosechas de cereales; con ello se pretendía erradicar el problema del hambre en amplias zonas del Tercer Mundo.

Tras la independencia, los gobiernos de la India buscan un relanzamiento de la agricultura basado en los métodos tradicionales, pero son convencidos por los organismos monetarios internacionales (FMI, Banco Mundial, etc.) para poner en marcha la Revolución Verde.

La Revolución Verde está basada en la utilización de semillas VAR (variedades de alto rendimiento) diseñadas por Norman Borlaug en la Fundación Rockefeller. Para conseguir estos altos rendimientos de grano, se necesita el consumo reiterado de fertilizantes químicos, herbicidas, pesticidas y asegurar el regadío. Frecuentemente, si falta alguno de estos elementos, el rendimiento cae por debajo del habitual.

Aunque la Revolución Verde redujo las hambrunas de las poblaciones del sudeste asiático, produjo otros problemas.

La utilización del regadío en terrenos poco drenados provocó una salinización del suelo, lo que los convirtió en suelos no aptos para la agricultura. La pérdida de la cubierta vegetal junto con las torrenciales lluvias monzónicas propiciaron una alarmante erosión de los terrenos. Hoy el 10 % del estado de Punjab es un desierto, y en las zonas no desertizadas, la productividad es muy inferior a la que había antes de la Revolución Verde.

La masiva tala de bosques, convertidos en zonas agrícolas, deterioró gravemente el equilibrio ecológico de las zonas afectadas.

La desinformación de los agricultores sobre la peligrosidad de los productos químicos que utilizaban les llevó a usarlos con las manos desnudas y a almacenarlo, junto con la comida, en los mismos recipientes que se utilizaban para cocinar, lo que fue causa de muchas muertes de las que apenas se tienen noticias.

La mecanización hizo inviables las parcelas pequeñas características de la agricultura de subsistencia; esto obligó a muchos campesinos a vender sus tierras y se convirtieron en desarraigados. Además, la necesaria compra de abonos y plaguicidas produjo un grave endeudamiento, que se saldó con un gran número de suicidios y mayor desarraigo.

El terrorismo del Punjab no fue debido a la Revolución Verde, sino a causas políticas (pérdida de autonomía de los diferentes Estados indios tras la marcha de los ingleses), pero se nutrió del gran número de campesinos desarraigados para engrosar sus filas. Se calcula en más de 30.000 los muertos causados por el terrorismo, siendo Indira Gandhi el personaje más famoso de esta guerra no declarada.

  1. El desastre de Bhopal

Bhopal fue el detonante que motivó el regreso de Vandana Shiva a la India.

En la noche del 3 de diciembre de 1984 una nube de gas tóxico, procedente de una fábrica norteamericana de pesticidas, ocasiona la catástrofe industrial más mortífera de la historia: se calcula que en la primera noche pudieron morir entre 3000 y 8000 personas, en su mayoría procedentes de un barrio de chabolas. Los efectos devastadores del gas isocianato de metilo causaron unos 30.000 muertos y más de 500.000 heridos, que todavía hoy siguen sufriendo las consecuencias de la tragedia.

Vandana Shiva

El desastre de Bhopal fue agravado por la desinformación sobre los productos químicos que almacenaba la fábrica. Incluso cuando los forenses propusieron como agente al ácido cianhídrico, los médicos no tuvieron en cuenta tal hipótesis porque siempre se había asegurado que en la fábrica no existían productos de alto riesgo para la salud, que la fábrica de pesticidas era «tan inofensiva como una fábrica de chocolatinas».

  1. El movimiento Chipko

Las primeras actuaciones de Vandana Shiva en la India están relacionadas con el movimiento Chipko (palabra hindi que significa ‘abrazo’), del que se convirtió en portavoz.

El origen del movimiento Chipko está relacionado con la historia de una mujer, Amirta Devi y más de trescientos integrantes de la comunidad de Bishnoi en Rajasthan que, en el siglo XVII, sacrificaron sus vidas para salvar los árboles sagrados, abrazándose a ellos.

Aunque se considera heredero de esa tradición, el movimiento Chipko que conocemos hoy comienza en 1973 y tiene como objetivo evitar la tala comercial de árboles en las laderas de los Himalayas. En palabras de sus componentes: «El bosque es nuestra madre. Cuando falta comida venimos aquí a recoger hierbas y frutas secas para alimentar a nuestros hijos. Encontramos plantas y recogemos hongos en este bosque».

«Para la concepción del mundo que representan las mujeres de Chipko, la naturaleza es Prakriti, que es creadora y fuente de riqueza».

Un gran número de mujeres se unieron al movimiento cuando se dieron cuenta de que las frecuentes inundaciones y desprendimientos de tierras que sufrían eran provocados por la deforestación.

Vandana Shiva

Posteriormente, el movimiento se ha extendido a partir del trabajo de mujeres que, de pueblo en pueblo y a través de cuentos y canciones, difunden la idea de que los bosques naturales son sistemas en los cuales se cimenta otra forma de vida.

En 1987, las mujeres del movimiento Chipko recibieron el premio Right Livelihood Award conocido como Premio Nobel Alternativo.

El movimiento Chipko es fundamentalmente femenino porque en la India la vinculación de la mujer con la naturaleza es mucho mayor por su papel de recolectoras de forraje, combustible y agua, mientras que los hombres a menudo emigran en busca de trabajo u obtienen pequeños beneficios del «desarrollo».

  1. Ecofeminismo

Esta desigual posición del hombre y la mujer frente a la idea de la preservación de la naturaleza en el Tercer Mundo es la base del ecofeminismo.

El ecofeminismo considera que el movimiento feminista y el movimiento ecologista tienen objetivos comunes y deberían trabajar conjuntamente en la construcción de alternativas teóricas y prácticas.

Para Vandana Shiva, la explotación y destrucción de la naturaleza es intrínseca al modelo de desarrollo económico industrial dominante basado en el crecimiento tecnológico y económico. Se ha cambiado la relación del hombre con la naturaleza (entendida en la cosmología india como la Madre Tierra) para situarlo por encima de ella y otorgarle la capacidad de controlarla y dominarla, como si la naturaleza fuera inerte y pasiva. Pero «la ciencia que no respeta las necesidades de la naturaleza y el modelo de desarrollo que no respeta las necesidades de las personas amenaza la supervivencia».

Vandana Shiva, considerada hasta ahora como la voz del ecofeminismo en el Tercer Mundo, es tachada de «esencialista», porque considera que existe un vínculo especial de la mujer del Tercer Mundo con la naturaleza, por el hecho mismo de ser mujer. Últimamente han surgido nuevos planteamientos entre las ecologistas del Tercer Mundo sobre la relación entre la naturaleza y la mujer, y así aparece el nuevo «feminismo ecológico», que considera que esa vinculación no es esencial y depende del entorno cultural que rodea a cada mujer concreta. Así, la relación de las mujeres con el medio ambiente tomará formas distintas de acuerdo a la clase social, casta, raza, etc., a la que pertenecen.

«No creo que las mujeres sean más ecológicas, pero la mayoría de las culturas que han conservado la naturaleza han diseñado la vida alrededor de la energía de la vida femenina».

  1. Fundación Mujeres Diversas para la Diversidad

La mecanización provocada por la Revolución Verde tuvo un impacto mayor sobre las mujeres que sobre los hombres, puesto que eran ellas las que se dedicaban preferentemente a labores manuales tales como el descascarillado del arroz, la recolección de estiércol animal o el acopio de agua.

En 1987 Vandana Shiva crea una pequeña cooperativa de mujeres que pretende implantar un sistema de agricultura ecológica. Para poder acogerse a la ayuda estatal, su pequeña cooperativa debe tener un nombre: así surge la Fundación para la Investigación de las Ciencias, la Tecnología y la Política de Recursos Naturales de Mujeres Diversas para la Diversidad, el nombre más largo que se le ocurre para que no quepa en los casilleros.

Una de las labores que afronta la cooperativa es la recuperación de cultivos autóctonos que habían sido desplazados por el monocultivo de especies comerciales impulsado por la Revolución Verde, así como la rentabilización de los mismos sin utilizar elementos externos, aprovechando la capacidad de la naturaleza para producir.

Se recuperan patrones de cultivo tradicionales como el denominado baranaja, que significa, literalmente, ‘doce semillas’ y es típico de las tierras de secano de los Himalayas. Las semillas de doce diferentes cultivos (con frecuencia más de doce) se mezclan y luego son sembradas al azar en un campo que es fertilizado con estiércol de vaca y abono de corral. La relación entre diferentes plantas conduce a la simbiosis, lo que aumenta la productividad de los cultivos.

La agricultura ecológica está obteniendo una rentabilidad más alta que la convencional, como lo reflejan también los informes de la FAO.

En la agricultura convencional, el mejoramiento de las plantas se ha basado en la «intensificación» del rendimiento del producto deseado a expensas de las partes de la planta no deseadas. Sin embargo, el producto «deseado» no es el mismo para el agronegocio y para los campesinos del Tercer Mundo. Qué partes de un sistema agrícola son tratadas como «no deseadas» depende de la clase y del género al que uno pertenezca. Lo que el agronegocio puede considerar como no deseado podría ser deseado por los pobres.

En la agricultura de la India, las mujeres utilizan hasta 150 especies diferentes de plantas como medicina, comida o forraje, que la industria de biotecnología llamaría hierba mala. Para los más pobres esta biodiversidad es la fuente más importante para la supervivencia. Al oeste de Bengala, se colectan 124 especies de hierba mala de los campos de arroz que tiene importancia para los agricultores locales. En un pueblo de Tanzania, más del 80% de los platos de verduras son preparados con plantas no cultivadas.

  1. Biodiversidad

La diversidad biológica o biodiversidad es algo de lo que se habla mucho en estos tiempos pero no siempre sabemos cuáles son los contenidos de esa palabra. Incluso entre los biólogos existen importantes diferencias al respecto, aunque todos parecen estar de acuerdo en considerarla «indicador de una naturaleza saludable».

Podríamos definir la biodiversidad como «la riqueza de organismos vivos, de cualquier naturaleza o complejidad, así como la de los ecosistemas donde viven, que configuran la variación existente entre las especies o dentro de ellas». La biodiversidad incluye la diversidad genética y la de comunidades o ecosistemas y depende tanto de las condiciones ambientales como de los procesos evolutivos que la generan y mantienen.

La diversidad biológica es un valor esencial para el funcionamiento de la biosfera, por lo que su mantenimiento es absolutamente necesario para el desarrollo sostenible de todos los pueblos y para el bienestar de la humanidad.

La causa fundamental de la crisis de la biodiversidad actual es el enorme crecimiento de la población humana, junto a la desigual distribución de la riqueza y los recursos. Esta pérdida masiva de biodiversidad, «ecocidio», es debida al efecto acumulado del impacto de la química de síntesis, de la fisión del uranio, de la extracción de minerales, de la transformación de bosques en campos de cultivo y en pastos, del agotamiento de los recursos forestales, del uso de tecnologías inapropiadas que calientan la atmósfera y comportan un cambio climático global… En definitiva, es la consecuencia de un modelo de producción y consumo basado en la ausencia de límites.

La pérdida de diversidad biológica no se limita a la pérdida de especies, sino que afecta también a la diversidad genética. Cuanto mayor sea la variabilidad genética de una especie, más diferentes entre sí serán los miembros de la misma y, por tanto, mayor también la probabilidad de que algunos sobrevivan en determinadas circunstancias. La disminución de la base genética limita las posibilidades de la naturaleza de experimentar y de responder con éxito ante situaciones nuevas.

Microbios, plantas, hongos e incluso animales silvestres son cruciales para la obtención de medicamentos. En muchos casos es posible sintetizar fármacos en el laboratorio, pero en general, antes de fabricar una sustancia química útil hay que descubrirla para copiarla. El mundo es una farmacopea natural. Constantemente se descubren nuevos medicamentos, muchos de ellos gracias a la sabiduría popular generada por la biodiversidad cultural. Fármacos muy recientes, como las sustancias anticancerígenas presentes en el fruto de la kigelia africana y en la corteza del tejo del Pacífico o del europeo, muestran hasta qué punto seguimos dependiendo de las especies silvestres para la calidad de la salud humana. Para el avance de la medicina también es imprescindible el conocimiento de los recursos utilizados por los animales para sobrevivir y afrontar su propia vida. La biodiversidad es un botiquín que contiene medicamentos para curar muchas enfermedades, presentes y futuras.

  1. Navdanya

En 1992, impulsado por la Fundación de Investigación para la Ciencia, la Tecnología y la Ecología surge el movimiento Navdanya para la Conservación de la Biodiversidad a través de la promoción de una agricultura sostenible y biológica.

Navdanya significa ‘nueve semillas’ o ‘nueve regalos’, en referencia a los nueve planetas de la cosmogonía hindú. Todo en el seno de la asociación recrea un cosmos que se rige por las eternas leyes de la naturaleza y la cultura campesina.

The Navdanya Farm está a pocos kilómetros de Dehradun, la capital del Estado indio de Uttaranchal, al pie de los Himalayas. Es una granja en la que se cultivan 250 variedades de arroz, entre otros cultivos, recuperadas de los monocultivos de eucaliptos.

La fundación Navdanya tiene como objetivo proteger, mediante la catalogación y la declaración de propiedad común, las variedades locales de semillas frente a las patentes privadas de grandes corporaciones. Navdanya trabaja con los agricultores creando bancos de semillas autóctonas de libre uso, al margen de la legislación oficial sobre patentes. Con la creación de este tipo de bancos genéticos en áreas rurales, la organización de desarrollo Navdanya persigue un doble fin: preservar las especies tradicionales amenazadas con pasar al olvido y recopilar los conocimientos tradicionales. Esto servirá también como prueba a la hora de defender los derechos colectivos.

Navdanya comenzó esta labor de rescate de semillas en los Estados de Uttaranchal y Uttar Pradesh (al sur de los Himalayas), en tramos de terreno divididos en terrazas, sin uso de agroquímicos. Actualmente la fundación Navdanya cuenta con veinte bancos de semillas en siete Estados de la India, que han recuperado más de 1500 variedades de arroz, así como centenares de variedades de mijo, de legumbres, de semillas para aceite y de otros vegetales.

Pero ha sentado precedente: han surgido numerosas asociaciones en la India y el resto del mundo, en Georgia, en el sur de Africa y en Asia, sobre todo en Tailandia, donde proliferan los grupos de pequeños agricultores que prueban nuevas formas de autosuficiencia basadas en explotaciones colectivas, nuevos cultivos como plantas medicinales y productos orgánicos o sin pesticidas, muchos de ellos vinculados a centros de investigación como el de la Universidad de Kasetsart.

En la fundación Navdanya también se enseña cómo producir alimentos respetando la naturaleza y dispone de tiendas para el suministro agrícola e instalaciones para almacenar las cosechas. Se realiza una labor pedagógica constante para «concienciar a los campesinos indios de los efectos negativos de los productos químicos y de las especies modificadas genéticamente», y sobre las diferencias entre la economía tradicional que respeta al hombre y la economía moderna que solo obedece al mercado.

  1. Organismos genéticamente manipulados (gmo)

Desde el comienzo de la agricultura y el pastoreo en el Neolítico, hace 10.000 años, el hombre ha manipulado genéticamente las especies animales y vegetales para obtener otras diferentes.

De esta manipulación, basada exclusivamente en la reproducción, provienen animales de características peculiares tales como la mula (híbrido de caballo y asno) o la famosa oveja merina (cruzamiento de carneros norteafricanos de pelo negro muy sedoso con ovejas churras de pelo blanco y áspero). En el campo de la floricultura no hay más que darse una vuelta por una exposición de rosas, camelias, tulipanes… para observar el éxito de estas manipulaciones.

Algunos de estos experimentos dieron como resultado especies híbridas, sin capacidad de reproducción, pero otros dieron especies con capacidad reproductiva que se siguieron cruzando para mejorar la variedad obtenida.

En ambos casos podemos decir que se contó con el beneplácito de la naturaleza: los experimentos se realizaron conforme a sus leyes y ella, como tal, tuvo la capacidad de intervenir para dar un sí o un no al resultado, e incluso decir «hasta aquí», como en el caso de las especies híbridas.

Pero los «organismos genéticamente manipulados» constituyen algo completamente diferente. En muchas ocasiones se sitúan al margen de la naturaleza, porque mezclan elementos genéticos de especies que no son afines y que la naturaleza no podría cruzar.

Así, por ejemplo, la oveja Tracy es una «invención biotecnológica» que recibe el nombre de «célula de mamífero biorreactiva» porque sus glándulas mamarias han sido modificadas, mediante la introducción de genes humanos, para que produzcan la proteína alpha-i-antitrypsin, presente en la leche materna. De los 550 óvulos a los que se les introdujo ADN humano, 499 sobrevivieron y se trasplantaron en ovejas, pero solo nacieron 112 corderos, de los cuales solo 5 habían incorporado el ADN humano; de ellos, solo 3 produjeron la proteína alpha-i-antitrypsin, en dos casos 3 gramos/litro de leche y Tracy, 30 gramos/litro de leche. Debido al bajo rendimiento del experimento, se decidió duplicar a Tracy, lo que llevó a la clonación animal y la «creación» de Dolly.

Los primeros experimentos en ingeniería genética se basaron en el concepto de «determinismo genético», según el cual cada carácter específico de un organismo está encodado en un gen específico, estable, de forma que la transferencia de un gen da como resultado la transferencia de un carácter.

Pero, actualmente, la mayoría de los biólogos y la comunidad intelectual, rechaza esa concepción extrema del determinismo porque no tiene en cuenta las complejas interacciones entre los genes y sus productos que intervienen en el desarrollo de todos los caracteres, por lo que es imposible predecir las consecuencias de transferir un gen de un tipo de organismo a otro. Por eso, ahora prefiere hablarse de «genoma fluido».

En las plantas transgénicas ya comercializadas, se observa un problema de bioseguridad, que se manifiesta de diferentes maneras:

  • Los factores ambientales y otros factores endógenos (por ejemplo, edad de la planta madre) desestabilizan el material transgénico, de tal forma que los genes transferidos pueden mutar, trasponerse o reubicarse dentro del genoma, e incluso ser transferidos a otro organismo.

  • En la progenie de plantas transgénicas no híbridas se observaron ampliaciones o pérdida de genes no relacionados con el carácter manipulado.

  • Los resultados de los cultivos transgénicos son diferentes en el ambiente controlado de los viveros de investigación y en los campos de cultivo.

  • Los rasgos genéticos de los cultivos pueden ser transferidos a especies afines silvestres. Dado que una manipulación genética habitual es la tolerancia a los herbicidas, la maleza podría transformarse en «supermaleza», es decir, maleza inmune a los herbicidas.

  • Esta capacidad de la naturaleza de copiar información genética podría convertirse en un desastre de incalculables dimensiones si copiase la tecnología exterminadora (Terminator) que destruye la capacidad de germinación de la semilla.

  • Otro rasgo habitual de los cultivos transgénicos es el componente Bt que hace que las plantas produzcan continuamente una toxina contra posibles plagas, lo que genera en estas un aumento de la resistencia al Bt (ya hay ocho especies de insectos que desarrollaron resistencia a las toxinas Bt); así podrían crearse «superplagas» inmunes a los nuevos pesticidas. La toxina Bt está ya actuando sobre especies benéficas como pájaros, abejas, mariposas y escarabajos, que son necesarias para la polinización y para el control biológico de las plagas. También se la vincula con la creación de nuevas variedades de virus especialmente resistentes.

No está demostrado que las toxinas de los transgénicos no provoquen reacciones adversas en los seres humanos. La toxina Bt se ha relacionado con infecciones oculares severas que pueden provocar la ceguera, especialmente en individuos con bajas defensas inmunológicas.

Por otra parte, la ingeniería genética ha saltado los limites de la ciencia oficial: en agosto de 2004, los periódicos de Bogotá difundieron una noticia sobre el descubrimiento de una plantación de cocaína transgénica, que producía mayor cantidad de cocaína y de mejor calidad; se comentaba que las plantas eran más altas y de crecimiento más rápido. También se planteaba la sospecha de que se estuviera investigando sobre cocaína resistente a las fumigaciones aéreas de herbicidas.

  1. Derechos de propiedad intelectual

Las patentes se asocian con la creatividad y la invención. Son un derecho exclusivo concedido a un inventor para que haga, produzca, distribuya y venda el producto patentado o para que utilice procesos patentados.

Históricamente, el derecho de patente fue elaborado para estimular la transferencia y comercialización de tecnología, pero hoy el principal motivo para sacar una patente es bloquear sectores técnicos, no explotar la invención. El sistema de patentes no estimula la generación de tecnología y mucho menos su difusión.

Las patentes evidencian un conflicto entre la propiedad privada (creación de monopolios, beneficios privados) y el interés público y los beneficios sociales de la ciencia y la tecnología.

Cada Estado soberano desarrolló su propia legislación buscando un equilibrio entre los intereses particulares de los inventores y el interés social en función de sus condiciones éticas y económicas.

Algunos Estados, como India o Brasil, excluyeron las patentes relacionadas con la biología, lo que incluía los sectores farmacéuticos, alimentarios, agroquímicos… Esto permitió que se fabricaran y vendieran en la India por siete rupias medicamentos que en EE.UU. costarían el equivalente a setecientas rupias.

Las multinacionales consideraron que esa legislación era lesiva para sus intereses, por lo que, usurpando la función legislativa de los Parlamentos, constituyeron un grupo formado por tres asociaciones de multinacionales americanas, europeas y japonesas que desarrolló la normativa conocida como TRIP (Trade-Related Industrial Property Measures, el equivalente a derechos de propiedad intelectual en inglés), que luego fue aprobada sin modificaciones por el Congreso de EE.UU.

La ortodoxia del TRIP se basa en la idea engañosa de que la gente no innova ni genera conocimientos a menos que pueda obtener un beneficio privado. Sin embargo, «la codicia no constituye un hecho fundamental de la naturaleza humana». El conocimiento es, por su propia naturaleza, una empresa colectiva y acumulativa, se basa en el intercambio dentro de una comunidad. Los TRIP niegan la creatividad de las sociedades tradicionales y de la comunidad científica moderna en la que el intercambio libre de ideas es precisamente la condición de la creatividad, no su antítesis.

Desde 1987, la OMC (Organización Mundial de Comercio) presiona a los Estados de todo el mundo para que adopten esta normativa, que incluye entre otras cosas, las patentes de vida, es decir, patentes desarrolladas sobre microorganismo, plantas, animales, líneas celulares humanas, etc.

Ejemplos de la aplicación de esta normativa sobre patentes de vida:

  • En 1995, el Gobierno de Estados Unidos se concedió a sí mismo una patente de una línea celular obtenida de los Hagahai, un pueblo de Papúa Nueva Guinea; tuvo que ser revocada ante la indignación mundial que la consideró «inmoral y poco ética».

  • Una empresa francesa tiene un acuerdo con el Gobierno chino para recoger y patentar el ADN de las tribus que habitan en regiones remotas.

  • Una firma estadounidense posee la patente de todas las células del cordón umbilical de los fetos y los niños recién nacidos.

  • El médico de John Moore patentó su línea celular sin su consentimiento, la vendió a la industria farmacéutica y ello ha generado más de 3000 millones de dólares.

Aunque desde los países desarrollados esta cuestión de las patentes de vida se observa muchas veces desde una perspectiva económica, no podemos descartar los problemas éticos que plantea en poblaciones que tienen un tipo de conocimiento y de relación con la naturaleza distinto del nuestro: «La cuestión no es quién va a ser el dueño de la vida, sino si la vida puede ser propiedad de alguien».

«La patentabilidad de la vida no es un tema meramente relacionado con el comercio; es en primer lugar una cuestión ética y ecológica: un asunto íntimamente vinculado a la justicia social».

«Si la sociedad humana, en toda su diversidad, ha de enriquecerse ética, ecológica y económicamente, hay que desarrollar alternativas a las patentes, puesto que estas reflejan la arrogancia humana y tratan a los científicos de “creadores” de organismos vivos».

  1. Biopiratería

La biopiratería es patentar la biodiversidad y los conocimientos tradicionales que se basan en la innovación, la creatividad y el ingenio de las comunidades indígenas del Tercer Mundo.

Muchos de los conocimientos que son «inventados», «patentados» y convertidos en «propiedad intelectual» suelen ser una innovación actual de los sistemas de conocimiento indígenas. De esta forma se están ignorando siglos de innovación colectiva y acumulativa creada por generaciones de comunidades rurales. Esto es debido a que las leyes de propiedad intelectual no protegen los sistemas de conocimientos de las sociedades indígenas por ser considerados no científicos.

Sin embargo, las pistas para encontrar características útiles en los organismos biológicos se obtienen de los conocimientos tradicionales: el 94 % de los medicamentos derivados de las plantas que más se venden contienen al menos un compuesto que posee un uso probado en la medicina tradicional asociado a su uso terapéutico principal.

Patentar los conocimientos tradicionales hará que las semillas y las medicinas sean inaccesibles para los pobres, cuya supervivencia se verá amenazada; tampoco podrán exportar sus propios productos. Vandana Shiva considera preciso «reconocer las innovaciones colectivas acumuladas de los países pobres respetando sus conocimientos tradicionales a través de un sistema legal alternativo, basado en los derechos de la comunidad».

Vandana Shiva, junto con Magda Aelvoet, presidenta de los Verdes en el Parlamento Europeo en 1985, y Linda Bullard, presidenta de la Federación Internacional de Movimientos por la Agricultura Biológica (IFOAM) entablaron una batalla legal de más de diez años para revocar las patentes sobre el árbol nim de la India.

El árbol nim o neem, llamado también margosa, recibe el nombre científico de Azadirachta indica, pero su nombre en sánscrito es Sarva Roga Nivarini (curador de toda dolencia) y en la tradición musulmana, Sajar-e-Mubarac (árbol bendito). Se trata de un árbol perenne de rápido crecimiento, de hasta veinte metros de altura que crece en las regiones más áridas de la India.

Es mencionado en muchos textos antiguos, y autoridades de la medicina aryuvédica y aria lo colocan en el pináculo de su farmacopea. La corteza, las hojas, las flores, las semillas y la pulpa del fruto se utilizan para el tratamiento de una gran variedad de enfermedades y molestias, desde la lepra y diabetes hasta úlceras, problemas de piel y resfriados. El Upavanavinod, un antiguo tratado sánscrito que trata de silvicultura y agricultura, menciona al nim como la cura para suelos, plantas y animales enfermos. Es un potente insecticida, eficaz contra veinte insectos, incluyendo langostas, algunas especies de ortópteros, nematodos, larvas de mosquito, doríforas y gorgojos del algodón.

Además de la utilización tradicional que del nim realizaban los campesinos y médicos indios, la pequeña y mediana industria de la India desarrolló productos comerciales a base de nim, como plaguicidas, medicamentos y cosméticos sin que nadie intentara adquirir la propiedad intelectual de las fórmulas, puesto que la legislación india consideraba los productos agrícolas y medicinas como no patentables.

En 1985, un norteamericano desarrolló un plaguicida a base de extractos de nim llamado Margosan-O, que fue patentado. Desde ese momento, más de doce empresas estadounidenses y japonesas patentaron en Estados Unidas fórmulas basadas en el nim. Incluso una de estas compañías decidió instalarse en la India desde donde presiona a las pequeñas compañías para que desmantelen sus industrias y se convirtieran en abastecedores de semillas.

Después de un largo proceso judicial, el 8 de marzo de 2005, la Oficina Europea de Patentes sostuvo su decisión, de cinco años antes, de revocar en su totalidad una patente sobre un producto fungicida derivado de las semillas del nim.

Pero se trata de una amarga victoria: el precio de las semillas de nim ha subido, situándose fuera del alcance de la gente normal; las semillas que antes estaban a disposición de los agricultores y los curanderos indígenas gratuitamente, son recogidas y compradas por la empresa estadounidense, los pobres han perdido el acceso a un recurso vital para su supervivencia.

  1. Bioprospección

El Instituto Mundial de Recursos naturales define la «prospección de biodiversidad» como la exploración de recursos genéticos y bioquímicos valiosos comercialmente. Los contratos de bioprospección se basan en el consentimiento informado previo y la compensación, a diferencia de la biopiratería, que no pide consentimiento ni ofrece compensación alguna. Pero es imposible que todos los depositarios de la tradición sean consultados y compensados por la propia característica del conocimiento colectivo que pasa de generación a generación.

Así encontramos compañías de EUA y Europa realizando bioprospecciones de plantas medicinales en diferentes estados de América Latina, Africa y Asia.

Para Vandana Shiva, la bioprospección es una piratería encubierta, entre otras razones porque el recurso y sus productos aumentan significativamente de precio hasta ponerse fuera del alcance de las comunidades donantes.

Según el RAFI (Fundación Internacional para el Avance Rural), si se tomara en cuenta el aporte de la biodiversidad del Tercer Mundo y la innovación de campesinos y pueblos tribales, los EE.UU. deberían a los países del Tercer Mundo 202 millones de dólares de regalías en agricultura y 5097 millones de dólares en productos farmacéuticos.

La biopiratería y la bioprospección traen a la actualidad el debate sobre ética científica: «Los científicos son responsables de cada pensamiento que tienen, de cada ecuación que escriben, de cada consecuencia dentro de un sistema. No creo que podamos seguir separando las cosas, “esto fue la ciencia”, y “la aplicación fue distinta”. Ya no hay una división, porque hay una completa integración de nuestros sistemas de conocimientos en el mundo comercial».

* * *

No sería justo terminar este trabajo sobre Vandana Shiva sin referirnos a otras muchas actividades que desarrolla en campos ajenos a la ecología.

Vandana Shiva es colaboradora de Third World Network (Red del Tercer Mundo) creada en Malasia en 1984 por el profesor Martin Khor; esta red internacional agrupa a organizaciones e individuos comprometidos con la defensa de los derechos y la satisfacción de las necesidades de los pueblos del Tercer Mundo, en favor de una distribución justa de los recursos del planeta y de formas de desarrollo humanas y ecológicamente sustentables. La red trata también de luchar contra el desigual flujo informativo que hace que los países del norte tengan informaciones erróneas o manipuladas sobre la situación real del Tercer Mundo.

Uno de los últimos libros que ha publicado, Las guerras del agua, reanuda el debate entre ecología y economía pero centrándose en el problema de la privatización de los recursos hídricos del planeta.

Otra de sus preocupaciones, esta vez de carácter político, la vincula al movimiento «Earth Democracy» (Democracia de la Tierra): «Democracia de la Tierra para mí significa tener en cuenta todas las especies, dando prioridad a la ecología sobre el comercio; reconocer el derecho de todos los seres humanos a comida y agua como un “derecho de nacimiento”, un “derecho natural”, que no puede quitarse y reclamar el gobierno creando democracias vivas en lugar de democracias muertas o minusválidas que permiten que los gobiernos vayan a la guerra o cedan sus economías a corporaciones en contra del deseo de sus gentes».

  1. Bibliografía

George, Susan y Wolf, Martin: La globalización liberal. Ed. Círculo de Lectores.

Lapierre, Dominique y Moro, Javier: Era medianoche en Bhopal. Ed. Planeta.

Roma, Pepa: Jaque a la globalización. Ed. Círculo de Lectores.

Shiva, Vandana: ¿Proteger o expoliar? Ed. Intermón Oxfam.

Shiva, Vandana: Las guerras del agua. Ed. Icaria.

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