Editorial — 1 de septiembre de 2024 at 00:00

Pensar la verdad

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Como señala uno de los artículos que presentamos en este número de Esfinge, vivimos tiempos aciagos para los que hacen de la búsqueda de la verdad uno de los fines insoslayables para toda una vida. En estos tiempos en que parece que las sociedades están renunciando a la posibilidad de encontrar la verdad y, lo que es aún más triste y peligroso, a considerar que tampoco importa, quizá sea esa la causa de que se hable tanto de la llamada «posverdad», que vendría a ser algo así como una caricatura de lo real, una versión deformada de las cosas, que resulta útil para los intereses egoístas de un determinado individuo o también de grupos y sociedades.

Los filósofos de la antigua Grecia, como Heráclito de Éfeso, ya descubrieron que «a la naturaleza le gusta esconderse», sugiriendo que, para conocer la realidad, es necesario desvelar los enigmas y los misterios que no aparecen a simple vista. Por otra parte, la palabra griega para la verdad es alezeia, es decir, desocultamiento: un proceso que requiere hacer levantar los velos que ocultan las cosas como son. Esto nos indica que se requiere el esfuerzo del descubrimiento de lo verdadero.

Como recoge una de nuestras colaboradoras, decía la filósofa Delia Steinberg Guzmán que ante la mentira y la posverdad, opongamos la única fuerza capaz de detenerla: una inteligente sinceridad, un profundo amor a la verdad y una búsqueda ininterrumpida de los valores supremos que hacen al ser humano verdadero».

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