Que un intérprete y compositor como David Gilmour, a sus setenta y ocho años, publique nuevo disco y anuncie gira es realmente loable y una gran noticia. Aunque su voz tan cálida y particular haya perdido matices, sus solos de guitarra siguen siendo de lo mejor de la historia del rock. En el aspecto compositivo es otro cantar. El auténtico genio de la composición en la discografía de los Floyd fue, sin duda, el controvertido Roger Waters (después de la salida de Barret).
Aunque Guilmour exprese en los medios de comunicación que su último disco es lo mejor que ha publicado desde The Dark Side of The Moon, hay que reconocer que, siendo un buen disco, está lejos de las grandes obras maestras del grupo. Junto a canciones brillantes (Luck and Strange, The Piper’s Call) hay otras de corte más pop, bastante alejadas de las genialidades del grupo en los años 70.
David Gilmour, en su carrera como solista, siempre incluye grandes canciones de Pink Floyd en sus actuaciones en directo. Una de las obras maestras del grupo pertenece al disco Meddle, de 1971. Durante años después de la salida del grupo de Roger Waters, seguía tocándola en sus conciertos. Aunque la ejecución de Echoes en la película Live at Pompei es grandiosa, personalmente prefiero la del concierto Live in Gdansk de 2006, perteneciente a la gira On a Island.
Sin embargo, tras la muerte del teclista y amigo de Gilmour, Richar Wright, decidió no tocarla más en su directos. Gilmour dijo que encuentra la ejecución de Wright como insuperable y por eso le parece inconcebible tocarla en vivo con otro teclista: «Hay algo que es específicamente individual en la forma en la que Rick y yo tocábamos que no puedes hacer que alguien lo aprenda y lo haga igual. La música no se trata de eso».
Siempre he considerado Echoes como la primera obra maestra del grupo. Concretamente, la interpretación de Gdansk es realmente sublime, y el diálogo entre la guitarra de Gilmour y los teclados de Wright alcanza momentos de una gran belleza. Además, entre ellos hay una gran complicidad, sus miradas, sus sonrisas, expresan el placer de tocar juntos y estar creando belleza.
Echoes es una pieza de veintitrés minutos donde la psicodelia y la música experimental de los inicios del grupo se combina con excelentes pasajes de rock progresivo. Es un avance de lo que iban a ser sus cuatro grandes obras maestras posteriores.
Roger Waters suele expresar letras muy enigmáticas y simbólicas. En este tema, bucea en la conexión entre los seres humanos y la búsqueda de un sentido profundo de la vida.
Si hay alguna idea que caracterice a la filosofía es encontrar un sentido a la existencia. Al respecto hay dos posturas muy marcadas: por una parte, la teoría materialista afirma que la vida ha surgido fruto de la casualidad. En determinado momento del choque de algunos elementos sin vida aparente, surge una chispa de vida que da comienzo al cosmos.
Sin embargo, desde el punto de vista filosófico aparece inmediatamente la siguiente pregunta: ¿qué es lo que mueve a la casualidad? Aristóteles afirmaba que todo lo que se mueve necesita de un motor que lo ponga en movimiento. Él hablaba de un motor inmóvil en comparación con todas las cosas que se movían como origen del movimiento.
Desde el punto de vista de las religiones, se habla de un Ser Cósmico superior que otorga la vida a todas las criaturas. Tanto si nos referimos a un Dios único como a multitud de dioses, vuelve a surgir la pregunta: ¿de dónde surge Dios? Nos damos cuenta, entonces, de que nuestra mente está limitada para llegar a ciertos conocimientos.
Los antiguos hindúes hablaban del Sadhana, el sentido de la vida que está presente en todos los seres vivos. Retomando el tema del movimiento decían que nada hay estático, todo marcha hacia algo. Hay una Inteligencia Cósmica que marca el sentido de la existencia, el Sadhana. ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?
Si vemos una flecha en el aire, pensaríamos que surgió de un arquero y que se dirige hacia algún lugar. Podríamos decir que la existencia es una flecha en el aire lanzada por un Arquero Divino. Tal vez en algún momento fuimos «lanzados» a través del espacio-tiempo y nos dirigimos hacia algún lugar.
Los filósofos herméticos hablaban de una conexión evidente entre el macrocosmos y el microcosmos (concerniente al ser humano). Por ello, aunque nos resulte complicado encontrar el sentido de la vida a nivel cósmico, sí que depende de nosotros mismos encontrar el sentido a nuestra vida.
Seguramente, en algún momento nos hemos preguntado: ¿por qué estoy viviendo?, ¿para qué? ¿Nuestra vida es dirigida por el azar o buscamos una dirección a nuestra vida?
Muchas veces somos conducidos por las circunstancias de la vida. Esperamos a que las circunstancias sean favorables para poder actuar. Sin embargo, esta actitud no es muy inteligente. A lo largo de los años podemos darnos cuenta de que los momentos favorables y desfavorables no se pueden elegir. La filosofía nos recomendaría no esperar solo los momentos favorables, sino ser capaces de reconducir los momentos desfavorables en aspectos positivos.
Ante las dificultades de la vida, nos es más difícil encontrarle un sentido. Pero cuando hay dolor y sufrimiento también podemos aprender. Es un buen momento para parar, reflexionar y cambiar algunas estrategias. Podemos darnos cuenta de que es necesario aplicar cambios a nuestra vida.
Y, por encima de todo, para encontrar algo hay que buscarlo.
Hay una serie de claves que nos pueden ayudar a encontrar lo que buscamos.
- Llenar nuestra vida de acción. Actuar con aquellas acciones que son adecuadas. Kant decía que la buena voluntad es la que se rige por el deber y no por los instintos.
- Conocerse a sí mismo. Saber cómo somos realmente nos permite trabajar en aquello de lo que carecemos y que podemos potenciar.
- Vencer los obstáculos. No dejarse atrapar por los problemas por difíciles que parezcan. La imaginación es una buena herramienta para buscar soluciones. Y si nos equivocamos, no preocuparse demasiado, podemos convertir los fracasos en oportunidades para volver a empezar.
- La vida nos da oportunidades, pero hay que saber aprovecharlas. No podemos estar pendientes constantemente de nuestros problemas, pues podemos perder de vista esas oportunidades. Recordemos que el amanecer es efímero y no espera.
- También ayuda aprender a amar. La mejor forma de comprender a los demás es la generosidad. Ayudar a nuestros semejantes permite sentirse a gusto con uno mismo.
Practicar estos consejos puede ayudar a darle un sentido a nuestra vida. De nosotros depende buscar el sentido de la vida y de nuestra propia vida. Nos daremos cuenta de que nada sucede por casualidad.
Debemos encontrar lo que somos, cuál es nuestra misión en la vida. Para encontrar el sentido de la vida me vais a permitir que acabe con un cuento:
«Cuentan que los dioses, después de crear el universo, se preguntaban: ¿dónde podemos esconder la verdad para que a los seres humanos les sea difícil encontrarla? Vamos a ponerla en la cima de la montaña más alta, dijo uno. Otro dijo: pongámosla en la estrella más lejana, o en el abismo más profundo y oscuro. Incluso alguien dijo: escondámosla en el lado más secreto de la luna. Por fin, el más sabio y anciano de los dioses dijo: no, esconderemos la verdad dentro del corazón de los seres humanos. Así la buscaran en todo el universo sin darse cuenta de que la llevan dentro en todo momento».
¡Un roquero en busca de sentido!