Vamos a reflexionar sobre un libro milenario titulado El arte de la guerra, escrito por un personaje misterioso cuyo nombre no conocemos con certeza y al que se conoce como Sun Tzu. Se cree que vivió en la época de Confucio, alrededor del siglo V a. C., y pertenecía a uno de los clanes guerreros más famosos de la China de aquella época.
Este periodo, conocido como la Época de los Reinos Combatientes, fue una especie de Edad Media para el Imperio chino, donde casi cincuenta Estados estaban en conflicto permanente. La gran experiencia militar de estos clanes se codificó en muchos textos, siendo el más famoso El arte de la guerra de Sun Tzu. Sin embargo, no es el único; hay muchos otros textos que codifican sabiduría en contextos guerreros. Por ejemplo, el Bhagavad Gita, uno de los textos místicos más famosos del mundo, está ambientado en los preliminares de una batalla y contiene los consejos que Krishna ofrece al príncipe Arjuna. En la antigua India, también encontramos el Arthasastra de Kautila, que abarca desde la diplomacia hasta el espionaje.
Aunque las guerras eran comunes en aquella época, estos textos pueden reinterpretarse más allá de los contextos militares en que fueron escritos. Son textos filosóficos que ofrecen soluciones para resolver conflictos, superar pruebas y encontrar nuestro camino en la vida y en la búsqueda de la felicidad.
Una de las cosas más sorprendentes es la flexibilidad del idioma chino, donde una palabra puede tener múltiples significados. Un grupo de traductores Demna en EE. UU. descubrió que, al cambiar los roles de combatientes y generales por directores o padres de familia, y el terreno de batalla por una empresa o instituto, permitió el descubrimiento sorprendente de que aplicar los conceptos milenarios de El arte de la guerra clarificaba muchas situaciones conflictivas aunque no bélicas, obteniendo resultados óptimos. Así, este libro nos ofrece reglas y consejos para afrontar dificultades y adversidades, independientemente de que se viva o se sufra una guerra. Se podría interpretar como un tratado moral con un enfoque muy sutil y profundo para entender y manejarse en la vida.
Filosofía y metáforas de la vida
Al estudiar de cerca El arte de la guerra, se convierte en un verdadero tratado de filosofía. Podemos encontrar enseñanzas similares a las de otras grandes escuelas de filosofía de la Antigüedad, como el budismo o el estoicismo. Es importante entender que la guerra, en muchos de estos textos, es una metáfora de la vida. La realidad ofrece un elemento de oposición a la hora de cumplir nuestros proyectos o avanzar en la vida. Todos hemos experimentado que, aunque nuestros ideales y objetivos viven bien en nuestra imaginación, al intentar realizarlos en el mundo real, encontramos dificultades de todo tipo. Estos textos de sabiduría antigua nos ofrecen reglas, enfoques y consejos para enfrentar y superar estas dificultades.
Un concepto filosófico clave es asumir que la realidad es un misterio. En la antigua China, la realidad con mayúscula se conocía como el Tao; en la India, como el Dharma; y en la filosofía de Heráclito, como el «todo fluye». En una realidad cambiante, debemos proyectar nuestros ideales, enfrentándonos a elementos humanos que cambian las cosas y dificultan el cumplimiento de nuestros sueños. Nuestra realidad interior también juega un papel importante, y este factor se tiene en cuenta en textos como El arte de la guerra.
Los antiguos sabían algo que se ha redescubierto recientemente: la vida es incertidumbre y complejidad. Conceptos como la teoría del caos y la teoría de la complejidad parecen estar reflejados en sus ideas metafísicas. Desarrollaron reglas de conducta aplicables tanto en ámbitos militares como en otros ámbitos morales.
El general y el conocimiento de uno mismo
Una regla muy importante y válida para cualquier época es la relación con el general. En este contexto, el general somos cada uno de nosotros. El concepto del general no es tanto una persona, sino un estado de conciencia desde donde se debe observar y contemplar toda la realidad circundante. Una de las enseñanzas más importantes de Sun Tzu es la importancia de conocerse a sí mismo, prácticamente desde todas las dimensiones: pensamientos, emociones y comportamiento.
A partir de ahí, debemos empezar a conocer nuestra realidad inmediata, el contexto en el que nos movemos, ya sea un contexto laboral, social o el momento en el que nos encontramos viviendo. Estas son las dificultades que se interpondrán en el camino para cumplir nuestros objetivos.
Un ejemplo lo encontramos en el capítulo 3, donde Sun Tzu dice: «Conocer al otro y conocerse a uno mismo significa que no habrá pérdida en cien batallas. No conocerse al otro y conocerse a uno mismo significa victoria por derrota. No conocerse al otro y no conocerse a uno mismo significa que cada batalla será una derrota segura». Este texto nos centra en una tradición filosófica que podemos reconocer en Occidente. Habla de tres estados de conciencia y tres formas de conocimiento: el sabio, el que no es sabio, pero quiere saber (el filósofo) y el ignorante, que es el peor estado porque no sabe que no sabe.
El general o líder debe encontrar los recursos para adquirir conocimiento y sabiduría. Cuando uno alcanza ese estado interior, combinado con una serie de conocimientos, se obtiene la visión para resolver problemas, avanzar y ganar batallas.
La visión clara
En El arte de la guerra, Sun Tzu habla de la visión clara, que no es simplemente ver, sino una intuición que te hace ver las cosas tal cual son, sin sesgos de ningún tipo. Esta visión es a la que aspiran todas las corrientes filosóficas y escuelas místicas: ver la realidad tal cual es, sin interferencias, ideologías o prejuicios. Solo cuando se alcanza este nivel, podemos encontrar las soluciones justas que debemos aplicar en el momento preciso para resolver y avanzar en nuestra vida.
Es importante tomar conciencia de que este texto está certificado, por decirlo de alguna manera, por la práctica continua en situaciones adversas. Podemos tener la seguridad de que el estudio de El arte de la guerra y otros textos de sabiduría antigua no es una pérdida de tiempo. Si captamos su mensaje profundo y somos capaces de desentrañar las metáforas y los símbolos, podemos encontrar fórmulas inspiradoras que nos permitan resolver problemas graves en nuestra vida personal.
Conocer al otro y conocerse a uno mismo
Otro fragmento de El arte de la guerra dice: «El que conoce al otro y se conoce a sí mismo no pondrá la victoria en peligro. El que conoce la tierra y conoce el cielo tendrá la victoria completa». Aquí se cierra el ciclo de conocimiento y sabiduría. Debes conocerte a ti mismo para poder conocer al otro. El otro puede ser el enemigo o el entorno hostil que te pone dificultades y obstáculos para cumplir tus metas. Además, debes conocer el terreno, es decir, tu circunstancia, y conocer el cielo, que representa la estrella, la meta, el ideal que nunca debemos perder.
Muchas personas sufren porque pierden sus ideales. Al lanzarse a la vida, ya sea después de terminar la carrera o al empezar un trabajo, comienzan con mucho ánimo y entusiasmo, pero lo van perdiendo poco a poco debido a la rutina y la adversidad. Siempre encontraremos personas que nos boicotean, traicionan o desplazan, y muchas veces no encontramos los recursos propios para afrontar estas dificultades. Todo esto forma parte de la experiencia vital y es inevitable.
Estudiando la mitología antigua, personajes como Joseph Campbell descubrieron la fórmula del ciclo del héroe, que encontramos en muchas historias, como la saga de Star Wars. Este ciclo nos enseña que siempre encontraremos dificultades, pero si somos perseverantes y estamos atentos, también encontraremos aliados, ayudas, momentos de inspiración y recursos internos que desconocíamos. Solo enfrentándonos a la adversidad con ímpetu, voluntad, tesón y decisión, encontraremos las fuerzas necesarias en nosotros mismos y en lo que nos rodea para salir victoriosos.
Estas son algunas de las verdades fundamentales que encontramos en estos viejos textos. No están pasados de moda; se escribieron hace mucho tiempo en situaciones muy parecidas a las actuales. La guerra, como decía Heráclito, es el estado permanente en el que todos vivimos. Todos nos enfrentamos unos a otros con intereses contrapuestos, y es lógico que necesitemos encontrar las fuerzas necesarias para hacernos un hueco en nuestra vida sin hacer demasiado daño. Una de las cosas que se repite en El arte de la guerra es que las batallas se ganan y las victorias se logran a veces sin necesidad de desarrollar una batalla, destruir al enemigo o quemar los campos. El verdadero guerrero, que es un sabio, sabe llegar a la victoria sin hacer demasiado daño o sin hacer ningún tipo de daño. Esto es muy importante destacarlo porque muestra que es un libro muy espiritual.
Bibliografia
James Gimian y Barry Boyce. Las reglas de la victoria. Cómo transformar el caos y el conflicto. EDAF, 2008.
Sun Tzu. El arte de la guerra. Versión comentada del Grupo Denma. EDAF, 2008.
Bhagavad Gita: Canto del Señor. Nueva Acrópolis, 2015.
Kautilya. Arthasastra: La ciencia política de la adquisición y el mantenimiento de la tierra. Editorial Miguel Ángel Porrúa, 2010.
Heráclito. Fragmentos. Traducido por Carlos García Gual. Alianza Editorial, 2002.
Joseph Campbell. El héroe de las mil caras. Fondo d