Recomendamos el mes pasado acercarnos lo más posible a la gran música como el mejor medio de elevar el alma, recuperar la serenidad perdida y conseguir la purificación interior, entre otros bienes; pues bien, en esta edición de Esfinge recomendamos algo semejante: uno de nuestros colaboradores se ha fijado en la literatura, una herramienta para crear belleza por medio del arte de las palabras, en las diferentes modalidades en que se manifiesta.
En efecto, es una recomendación muy oportuna, pues la literatura, como las demás artes, ofrece muy variadas oportunidades, caminos, horizontes e incluso técnicas que pueden aprenderse y practicarse gracias a la versatilidad de los lenguajes y las variedades que nos ofrecen.
No en vano, de las nueve musas, hijas de Zeus y Mnemósine —la diosa que nos permite recordar—, varias de ellas estaban consagradas a diversas formas de la literatura: Calíope, musa de la poesía; Clío, de la historia y las epopeyas; Erato tiene a su cargo los himnos; Melpómene, la tragedia…
Convivir con la literatura nos acerca a mundos pretéritos y también a los actuales, nos permite abrir nuestro corazón con unos poemas que surgen desde nuestro interior, uniéndonos de manera fraternal a quienes consiguieron poner en versos sus sentimientos más elevados… y entablar interesantes diálogos silenciosos.
Cuánto agradecimiento merecen quienes supieron llegar a nuestra alma gracias a la belleza de la literatura.