Este mes presentamos a nuestros lectores una interesante operación de acercamiento a la belleza a través de las matemáticas. No es frecuente encontrar este tema en las páginas de Esfinge, en comparación con otros, relativos a la sociología, el arte o la filosofía. Por eso agradecemos el esfuerzo de uno de nuestros colaboradores, Miguel Ángel Antolínez, para acercarnos a las matemáticas por una vía muy interesante, que es la belleza.
Lo más oportuno es que rompe los prejuicios que muchos hemos tenido desde los primeros tiempos en el colegio. Quizá porque asignaron el significado de la palabra a algo muy lejano, demasiado inclinado hacia lo material y lo cuantitativo, dejando a un lado toda la riqueza que nos puede ayudar para comprender qué es lo bueno, lo justo, lo verdadero y, precisamente, lo bello, que si hemos de seguir a Platón y su teoría de las ideas, es lo que nos permite llegar hacia lo divino.
Este regalo de conocimiento matemático y estético a la vez se lo debemos sin duda al gran Pitágoras, a quien la tradición atribuye el término filosofía, y a su seguidor, Platón, que siguió la estela pitagórica y nos ofreció el camino hacia lo bello.