El nuevo disco de la banda, Parasomnia, ya ha llegado. Tuvimos la ocasión de escuchar hace unas semanas el adelanto del disco. El tema Night Terror no ha defraudado a los incondicionales del grupo, entre los que me incluyo. Efectivamente, Dream Theater nos muestra en este tema lo que son, lo que siempre han sido: metal progresivo de gran calidad. Ni que decir tiene que el regreso del batería Mike Portnoy después de más de una década de proyectos en solitario ha supuesto una gran alegría para los fans.
No es que me gusten todas sus composiciones: pienso que en algún momento deberían dejar de lado el virtuosismo y centrarse en la calidad de los temas. Cuando esto ocurre nos encontramos con auténticas maravillas entre las que sin duda destaca Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory.
Todo el disco es magistra,l pero hoy quiero detenerme en este tema compuesto por el guitarrista John Petrucci. Las influencias de Pink Floyd y de Guilmour en la guitarra aparecen en toda su delicadeza, y la voz de Labrie nos transporta al magistral solo de guitarra de Petrucci. Estamos, sin duda, ante una obra maestra del rock.
¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué nos espera tras la muerte? ¿Existe el alma? Estas eternas interrogaciones son la esencia de la canción. Metrópolis es un álbum conceptual donde el protagonista, Nicolás, va perdiendo poco a poco el temor a la muerte. Llega a la conclusión de que hay un espíritu que persiste más allá de esta existencia y la consiguiente calma interior que esto produce. De ahí la importancia de vivir el presente de una forma natural alejándose de posturas egoístas que nos conducen a la infelicidad.
La creencia de una existencia real tras la muerte física es común en todas las religiones, cada una con sus matices. También muchos filósofos, tanto clásicos como posteriores, nos hablan de ese tránsito del alma de un estado corpóreo hacia otro más sutil, al que solemos llamar alma o espíritu. Muchos de estos filósofos y algunas religiones incorporan la teoría de la reencarnación como complemento a esta creencia de la vida post mortem.
El doctor, conferenciante y escritor Manuel Sans Segarra acaba de publicar su libro La supraconciencia: vida después de la vida, donde nos habla de sus experiencias con pacientes que sufrieron muerte clínica y volvieron a la vida.
Todo comenzó cuando, tras reanimar a un paciente con muerte clínica, este, después de recuperarse, le explicó al doctor su ECM (experiencia cercana a la muerte). A partir de este momento se dedicó a investigar dentro de la medicina facetas que nunca había explorado. Se daba cuenta de que la ciencia tradicional, materialista y cartesiana no podía explicar estas experiencias.
En sus numerosas entrevistas, conferencias y vídeos, relata el caso de infinidad de pacientes que, tras recuperarse de una ECM, cuentan una serie de vivencias. La conclusión a la que llegó después de una serie de pruebas con base científica es que la muerte física no es el final, hay una existencia más allá de la envoltura que llamamos cuerpo físico.
La auténtica identidad del ser humano sería la supraconciencia (espíritu). Esta supraconciencia continúa existiendo después de la muerte física y pasa a otra dimensión energética.
Estos pacientes que vuelven a la vida coinciden en una serie de experiencias: tienen la realidad de que abandonan su cuerpo y desde lo alto pueden ver la mesa de operaciones, observan su cuerpo y los médicos que les están atendiendo. Incluso pueden desplazarse y atravesar paredes sólidas. Cuentan lo que estaba pasando en la sala mientras estaban siendo operados y comprueban que era cierto.
También es común el contacto con familiares ya fallecidos. El doctor relata que una enferma, tras una ECM, pudo ver a su madre y, llorando, le dijo: «Doctor, la muerte no existe. Yo he estado ahí, he abrazado a mi madre, me he comunicado telepáticamente con mi madre».
Hay algunos aspectos en los que todos coinciden, como la visión de una potente luz y una sensación de amor, de paz, de armonía. Con frecuencia, relatan que ven su vida presente, pasada e incluso el futuro.
Según el doctor Segarra, la existencia de una vida tras la vida supone un gran alivio para el ser humano. La existencia de la supraconciencia da sentido a nuestra vida. Sin embargo, nuestro ego (la parte material y egoísta) impide que se manifieste. Nuestra sociedad actual tan materialista conduce a una falta del sentido de la vida. Esto, por ejemplo, según el doctor, se refleja en que una de las consecuencias más frecuentes en la juventud es el suicidio.
Vivimos en una sociedad dominada por lo tecnológico y se busca lo objetivo, lo que se puede ver y tocar, lo que la ciencia le dice que es cierto. Este materialismo nos ha separado de cualquier ideología trascendente: es el triunfo de lo material en detrimento de lo trascendente. La egomanía, como él lo define, nos hace infelices. Nos da momentos de placer, pero nunca seremos felices ni seremos libres. Sin felicidad y sin libertad el ser humano pierde el sentido de la vida. El ego ha sustituido la visión trascendental del ser humano. Hoy solo creemos en lo que es real y objetivo, en lo que podemos ver y tocar.
Finalmente, el doctor Sans Segarra asegura que no teme a su propia muerte. También afirma que se encontrará con sus seres queridos. La muerte forma parte de la existencia, del mismo modo que forma parte de nuestra existencia nacer y vivir. Esto lo damos por hecho y no nos asusta, pero no queremos hablar de la muerte. Pero nuestra existencia es un ciclo: nacer, vivir y morir. Otro aspecto que destaca es que se muere como se vive. El que vive con el ego está condicionado por el miedo. El ego teme a la muerte porque sabe que con la muerte física desaparece. Debemos aceptar la muerte como un paso natural, y lo ideal es morir rodeado de los seres queridos y con los cuidados paliativos necesarios para evitar sufrimientos.
He querido traer el testimonio del doctor Sans por ser de actualidad, pero no debemos olvidar que grandes filósofos desde la antigua Grecia hasta el presente (por no hablar de la filosofía oriental) han aceptado la inmortalidad del alma y la posibilidad de que el alma pase por diferentes vidas y vaya adquiriendo experiencias. No sería lógico pensar que esta pléyade de filósofos, escritores, científicos y artistas estén todos equivocados o que opinen de la muerte sin conocimiento.
Podemos pensar que entre la vida y la muerte no hay demasiada diferencia. En algún momento llegamos a la vida y en algún momento volveremos hacia otro tipo de vida. Si en el universo no existe la nada, tampoco podemos pensar que sí existe tras la desaparición de nuestro «robot» físico.
Lo que sí depende de nosotros es cómo enfrentamos la vida. ¿Nos dejamos atrapar por el ego y para nosotros lo más importante son nuestros deseos egomaníacos? ¿Estamos del lado de la supraconciencia y buscamos ayudar a nuestros semejantes?