Un conjunto de factores aparentemente independientes han ido confluyendo a lo largo de las últimas décadas generando unas tendencias respecto de una nueva forma de mirar la vida, nuestro planeta y el hombre. Pareciera que la impronta del racionalismo, que ha dominado los esquemas de pensamiento de los últimos tres siglos, se agota y, como un péndulo que llegado al extremo de su arco se lanza con fuerza hacia el otro extremo, vemos aparecer en todas las ramas del saber nuevos modelos y nuevos enfoques que actualizan elementos que se creían superados o descartados para siempre. Consecuentemente, van surgiendo numerosos movimientos, grupos sociales que tratan de canalizar dichas tendencias.
Entre esos factores cabe destacar:
1. Los nuevos paradigmas de la ciencia. Si bien los más importantes se producen en los primeros decenios del S. XX, pareciera que no han ejercido gran influencia en las sociedades modernas hasta finales del mismo. La teoría de la relatividad de Einstein abarcando una dimensión en la que la física newtoniana no vale y la constatación de que este universo material no tiene una base estrictamente material aportada por la Física cuántica son dos de esos paradigmas.
2. La recuperación intelectual a lo largo de toda la primera mitad del s. XX de la importancia del lenguaje de los símbolos y de lo sagrado, inherentes al homo sapiens, e imprescindibles, no solo para comprender su uso y significados en las diversas culturas antiguas, sino para entender al ser humano actual, moderno. Igualmente el retomar un enfoque interdisciplinar al abordar los más diversos temas, ha dado lugar a nuevas lecturas rompedoras con el reciente pasado, especialmente en las ramas de la historia, el arte, la antropología, las religiones y la psicología.
3. El fracaso estrepitoso del racionalismo materialista con respecto a los planteamientos y métodos decimonónicos para conseguir un mundo mejor. La realidad ha resultado ser es una fuente inagotable de contradicciones planetarias en cada intento de mejorar el mundo.
4. La decadencia y progresiva descomposición de la civilización occidental con el paso paulatino e inevitable a una nueva Edad Media en una gran parte del planeta que no lo estaba.
5. El anquilosamiento de las formas políticas de gobierno que no han evolucionado nada en comparación con las otras ramas del saber y mantienen criterios y principios de hace doscientos años.
Estos factores y seguramente otros muchos, han ido dando lugar a nuevas tendencias fácilmente detectables en la actualidad y que las podemos enumerar en:
1. Tendencias hacia la espiritualidad a través de nuevas religiones.-
En muchos casos son variaciones o derivaciones de una religión ya establecida, en otros son sincretismos de dos o más religiones y en un tercer tipo son religiones que pretenden ser completamente nuevas, acompañadas de los correspondientes “mesianismos” salvadores.
2. Tendencias hacia la recuperación de culturas antiguas.-
Aquí se engloban los numerosos movimientos indigenistas, que tratan de recuperar el sentido y el honor de culturas y pueblos que fueron arrasados por nuevas formas modernas. Rescate de lenguas, folklore, modos de vida, tradición en general.
3. Tendencias hacia la recuperación de ritos y ceremoniales mágicos de antiguas culturas y pueblos.-
Es una tendencia en auge, a veces complementaria con la anterior, que está dando lugar a un turismo llamado espiritual, en cuanto busca experiencias nuevas más profundas, al trasladarse a lugares considerados sagrados en determinadas fechas o reproducir rituales y ceremonias que pretenden brindar una experiencia que llaman iniciática.
4. Tendencia a interrelacionar diferentes ramas del saber.-
A la estanqueidad característica del racionalismo sucede la ahora tan en boga interdisciplinariedad, enfoque imprescindible actualmente para cualquier rama del saber -salvo la política- y que ha arrojado ensayos de considerable influencia como los que abordan la biología desde las matemáticas o comparan aspectos de la física moderna con las religiones orientales, o aquellos en los que se redescubren las relaciones entre la arquitectura antigua y las leyes matemáticas de la proporción y el crecimiento con las que trabaja la Naturaleza.
5. Tendencia a una nueva visión del Medio Ambiente (de la Tierra).-
Al principal argumento -ciertamente egocéntrico- del ecologismo de mediados de siglo de que hemos de cuidar el planeta para no hundirnos en nuestra propia basura y devastación, sucede una nueva visión, popularizada por la teoría GAIA de Lovelok y Margulis y recuperada de la Tradición, que proclama que el planeta con todo lo que lo integra está vivo, que es un Ser con su propia vida y leyes y que estamos de prestados en su corteza.
6. Tendencia hacia las terapias o medicina llamada alternativa.-
A la revitalización de terapias ya antiguas como la homeopatía, magnetoterapia, sofrología, acupuntura, etc, se van sumando disciplinas derivadas de nuevas tecnologías occidentales y todo un arsenal de técnicas introducidas desde el mundo oriental. Su avance es imparable para mortificación de los neoracionalistas -y de los grandes laboratorios- que no cejan en exigir las inexistentes pruebas de sus mecanismos de acción. Por ser su campo la salud, es tal vez la tendencia en la que podemos observar mejor el dramatismo de la situación: Una ciencia como la medicina, servida por lo mejor de la tecnología moderna y con una enorme disposición de recursos, es testigo del auge de estas “otras medicinas” en los países más desarrollados, en los que un porcentaje cada vez más grande de la población busca alternativas a un sin fin de enfermedades psicosomáticas y a otras tan graves como el cáncer a las que nuestra costosa medicina no encuentra respuestas eficaces.
7. Tendencia hacia la espiritualidad fuera de las religiones.-
La redefinición del concepto espiritualidad, junto al anquilosamiento de algunas de las grandes religiones, hace que este término aparezca a menudo desligado de la disciplina de éstas. Hay un auge de los argumentos básicos de los tratados de religiones comparadas y voces para que se introduzca esta materia en los institutos de secundaria. Un gran número de personas que se consideran creyentes confiesan no pertenecer a ningún credo o Iglesia.
Aspectos negativos: el reverso de la medalla
Estas tendencias tienen también sus aspectos negativos desde el momento en que se vulgarizan o se tornan superficiales por el mero afán de comerciar con ellas o simplemente por estar de moda. Veamos algunos de ellos:
De la primera, encontramos religiones o creencias absolutamente irracionales. Revelaciones en torno al fin próximo del mundo y los pasos para salvarse uno mismo y sus allegados, o doctrinas dictadas en directo al mediador por entes de otros mundos, planos o planetas que conllevan nuevas terminologías inventadas y nuevos ritos estudiadamente fáciles.
De la segunda, a veces lo que se recupera son más las formas y apariencias que el espíritu de antiguas culturas, aspectos ya mezclados y degenerados que lejos de permitir una recuperación y reflexión sobre la historia, la reescriben parcialmente e incitan a nacionalismos cargados de odio.
De la tercera tendencia se puede observar un abuso y banalización del término iniciación. Viajes organizados a selvas o desiertos en busca del chamán y su sustancia alucinógena. Todo muy espiritual e iniciático, previo pago.
De la cuarta, lo negativo es mezclar sin sentido ni orden. Ciencia con Filosofía, ésta con Religión, Historia o Arte. Así, por poner un ejemplo, todo es cuántico ahora, desde un masaje en el cuarto chakra, hasta la impronta de Jesucristo en la Sábana Santa, aunque el que escribe de esto no tenga la menor base de Física.
De la quinta, lo negativo son las actitudes de grupos pseudo-orientalistas y su insistencia en sanar al planeta y sus habitantes a golpe de mantrans o meditaciones, por cuanto generan y fomentan actitudes muy pasivas -fáciles- en ese nuevo ecologismo espiritual.
De la sexta tendencia los aspectos negativos son la creencia, bien fomentada por quienes viven de ello, de que es algo especial el poder de curación y que cualquiera, con un breve curso, ya puede sanar a sus semejantes de cualquier mal. Sería interminable hacer un listado de las formas y variaciones con que gente sin la mínima preparación se siente capacitada para ejercer de sanadores.
Por último, de la séptima lo negativo es también el abuso del término espiritual y la convicción, inconsciente, de que “eso” nos ha de venir de afuera de nosotros mismos, que basta con creernos una nueva o vieja visión, o sea, que no nos va a requerir el esfuerzo de ser mejores, de la formación y reflexión.
Podemos preguntarnos qué es lo que hace que cambien las tendencias, gustos, aspiraciones de una determinada época, cultura o civilización, en definitiva cómo y por qué cambia la visión del mundo de una sociedad a lo largo del tiempo. ¿Por qué aparece el Renacimiento en el mundo europeo modificando de manera tan profunda la forma de ver el mundo de la larga Edad Media? ¿Son procesos que tienen que ver con influencias externas, tipo eras astrológicas? ¿Son los propios seres humanos colectivamente que, agotadas unas formas y experiencias recurren a otras? Son individuos y grupos que tras intensa labor van generando nuevas modalidades de pensamiento y direccionalidad de los intereses de la mayoría?
Una mente bien conformada por el estudio y el sentido común primero, más una ética verdadera, después, son los pasos imprescindibles para poder aspirar a esos estados de conciencia que podemos llamar espirituales. Una nueva visión del mundo, y por tanto del hombre, se va abriendo paso inexorablemente ante nuestros ojos y podemos ser conscientes e incluso agentes de la misma si somos capaces de mirar de vez en cuando por encima de los infinitos ruidos, distracciones y dificultades que conlleva todo cambio, si somos capaces, en definitiva, de observar, comparar y reflexionar, esto es, de filosofar.
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