¿Has gustado alguna vez
el sabor de lo fraterno?
Es un cierto “no sé qué”
de plenitud y de encuentro.
La dación se nos regala
sin más precio que la unión;
como si saliera el Sol
y nos calentara el alma.
Hay una gran claridad,
todo se torna sencillo.
«Es el bien de los demás
lo que alumbra tu camino».