¡Cuántas cosas escondidas
guardas en las alacenas!
Por lo pronto pon la mesa
y prepara los manjares,
ya verás que poco a poco
van llegando comensales.
Para el olvido, recuerdos;
para las penas, cantares.
Si están solos, ¡un abrazo!,
y si perdidos… ¡ ya sabes!
Que, sin más, se beneficien
cuando pasen por tu calle,
porque les des, sin reparo,
la sonrisa ¡de una Madre!