Tras una fuerte tormenta,
¿percibiste cómo huelen
la lavanda y el romero?
Muy curioso: el viento fiero
jamás se atrevió a arrancarlas
porque hunden sus raíces
y la Tierra las ampara.
Esas hierbas nos regalan
su perfume, jubilosas.
Y al mostrarnos su victoria
conseguida al vendaval,
pareciera que nos dicen…
¡que lo vamos a lograr!
Una esencia no se toca,
pero nos trae la palabra
de nuestro Ser Inmortal.
¿Ves que, incluso, la tormenta
tuvo un papel que jugar?