La famosa saga de George Lucas, presentada entre 1977 y 2004, con seis entregas en total, supone un fenómeno sociológico. La trilogía de La guerra de las galaxias y los tres episodios posteriores, es una historia de cine que traspasa las barreras de la fantasía y conecta con el espectador. Más que los efectos especiales, lo que pervive es su significado, evidente ante el análisis.
Uno de los aspectos que simboliza esta saga tiene que ver con la espiritualidad, con el sentido trascendente de la vida; encontramos conexiones con las tradiciones religiosas orientales y elementos morales de las culturas tradicionales de Occidente.
El hecho de que se trate de una ficción no le resta realidad. El mundo del pensamiento se alimenta de mitos e ideas que refuerzan o disuelven nuestras convicciones y, por consiguiente, nuestra forma de ver y actuar en la vida. Por eso Don Quijote es una fuente de inspiración para idealistas y enamorados de la aventura, a pesar de que sus peripecias transcurren en un mundo imaginario.
La guerra de las galaxias transmite metáforas no solo a través del guion, sino también a través de sus imágenes. Jung y Joseph Campbell, entre otros, nos han explicado la importancia de las imágenes asociadas a mitos y símbolos en la psique humana. Fue Campbell, precisamente, el inspirador de George Lucas con su mito del héroe. El viaje heroico de toda vida humana, explicado por él, se transforma en la película en una mística particular, con reflejos budistas en ocasiones y, en todo caso, con un planteamiento trascendente que subyace en el argumento. Una nueva religión, la jedi, con su orden de monjes guerreros y su filosofía de vida, se construye en la trama interestelar.
La valía de los jedis cinematográficos no se basa en su corpulencia física, su temeridad o su inteligencia, sino novedosamente en su grado de conexión mística con la Fuerza, en su unión con la idea de Dios, con eso que vivifica todas las cosas, aunque no todos alcanzan a sentirlo.
Lo que acontece es una lucha entre la luz y la oscuridad; no es simplemente una batalla entre el bien y el mal. Lo que llamamos bien y mal se encuentra englobado en las tradiciones antiguas en un concepto más amplio, que todo lo abarca y todo lo contiene: es la luz que llega a todas partes pero en diferentes grados. El mal es solo ausencia del bien, tal como el pensamiento griego clásico sostenía.
Esta pugna, que es el eje sobre el que gira toda la serie, se visualiza en las espadas de luz; la luz se relaciona siempre con la claridad de la mente y la sabiduría o iluminación de la tradición hindú. La fuente de energía es una, una sola luz, y la sombra que genera es el lado oscuro.
Comienza la saga
En la primera película, la influencia budista y oriental se evidencia en la relación entre maestro y discípulo. Obi-Wan se convertirá en mentor de Luke Skywalker para enseñarle a manejar la espada (símbolo de la voluntad en muchas mitologías), encontrar la fuerza en su interior y confiar en sí mismo; son herramientas que necesitará, porque el camino tendrá que recorrerlo solo. Curiosamente «Skywalker» significa «caminante del cielo».
Obi-Wan se enfrenta con Darth Vader y se deja matar después de explicar que su fuerza aumentará si es vencido. La capa del viejo maestro cae al suelo y él desaparece. Morir sin dejar cuerpo es una posibilidad admitida por el budismo tibetano; en la cultura del Tíbet, no dejar cuerpo material sería indicativo de elevado nivel moral y mental. Otras concepciones religiosas presentan a un maestro que asciende a los cielos, desapareciendo el cuerpo físico de la vista de los seres ordinarios.
A partir de ahí, Luke y Obi-Wan se comunicarán mentalmente, reforzando su vínculo. Después veremos cómo Luke recuerda lo que Obi le enseñó y anticipa los consejos que este le hubiese dado para ayudarle de haber estado allí, tal y como las enseñanzas orientales animan a hacer.
En El Imperio contraataca aparecen más aliados en este enfrentamiento entre lo tenebroso y lo luminoso. Un nuevo guía, Yoda, impulsado por el espíritu de Obi-Wan, dirige a Luke a partir de ahora comunicándose con él telepáticamente.
Desde el momento de su aparición, Yoda nos recuerda por su apariencia y su carácter a los kami japoneses. Según la concepción sintoísta, los kamis eran espíritus benéficos de la naturaleza, presentes en todos los lugares. Yoda genera inmediatamente simpatía. Es, a la vez, sabio e inocente (que no ingenuo). Tiene la pureza suficiente para entender a personas y situaciones sin contaminarse. El trabajo que hace con Luke para llevarlo a ser jedi es el de cualquier maestro espiritual: recibe a un ser humano y le ayuda a transformarse en algo mejor, un poco más elevado.
Al principio, Yoda cree que Luke es demasiado mayor para poder ser reconocido y entrenado como jedi, lo que nos recuerda el sistema de reconocimiento de los pequeños budas tibetanos, que se realiza a edades muy tempranas, puesto que se admite que la mente puede tener más «recuerdos» de vidas pasadas en la infancia, cuando todavía no está contaminada por emociones y errores que se irán acumulando a lo largo de la vida. Se trataría, según creen, de grandes maestros reencarnados, a los que se busca para formarlos hasta un nivel de sabiduría superior. Del mismo modo, los aspirantes jedi necesitan desde muy pequeños una preparación intensa, sobre todo moral y ética, que los convierta en caballeros inquebrantables siempre al servicio del lado luminoso de la Fuerza, capaces de resistir la seducción de su reverso, el lado oscuro.
Como parte de su entrenamiento, el maestro obliga a Luke a entrar en una gruta en la que tendrá que enfrentarse a sus miedos y a su destino. Yoda le explica que la Fuerza es la que crea la vida por todas partes y le advierte del peligro de dejarse llevar por el lado oscuro, fuente de todos los sufrimientos. Sin la necesaria preparación interior, sin el proceso de purificar pensamientos, sentimientos y actos, el jedi corre el peligro de servir al odio y la violencia. Solo quien realiza el heroico trabajo interior de transmutar sus oscuros elementos internos en algo cristalino, puede enfrentarse con el reverso de la Fuerza y salir vencedor.
La caverna es el lugar de la transformación, porque quien sale es alguien diferente a quien entró. Encontramos el símbolo de la caverna en Platón, entre los romanos y en otras civilizaciones.
Aparecen aspectos compartidos por las tradiciones budistas, como la necesidad de la compasión o la conquista de la propia liberación luchando contra los miedos interiores y el autoengaño. Cuando la mente está velada por la ignorancia, se origina el sufrimiento. Lo mismo que en el budismo zen, Yoda insiste en la importancia del momento presente. Luke toma conciencia de cualidades recién descubiertas, propias de los jedis. El progreso en su aprendizaje se manifiesta en el uso de la intuición, que se desarrolla a medida que va dejando atrás la ignorancia.
El retorno del Jedi
Antes de desaparecer, Yoda ofrece su última lección: «Muchas de las verdades que conocemos son solo un punto de vista», a la manera del cuentecillo oriental en el que varios ciegos tocan y describen un elefante. Su conocimiento fragmentario hace que uno lo describa como si fuera una trompa, otro como una pata y en ningún caso como el verdadero elefante completo.
Un jedi consigue percibir que el mundo es una ilusión (los orientales lo llamaban maya). Contacta con lo real, con la Fuerza, y por eso sus poderes son la manifestación de que las leyes físicas de un mundo ilusorio pueden ser alteradas y superadas. En este contexto adquieren sentido el control mental de los jedis, su manejo de objetos a distancia, la visión del pasado y del futuro, la capacidad de leer en los corazones y mentes de los demás y, también, la habilidad con la espada láser, símbolo de voluntad y de valor, frente a las armas que hieren desde lejos, más propias de cobardes.
Pero en todo camino heroico hay pruebas. Yoda previene a Luke contra el odio y la ira. Si uno cede ante ellas, lo que viene después es destrucción.
La amenaza fantasma
En el origen de la historia, la princesa Leia asegura que el problema de la galaxia es la falta de compasión. Precisamente, el camino de de la compasión es destacado por algunas tradiciones como vía de realización humana.
En La amenaza fantasma se revela el símil de la búsqueda de la iluminación: por una parte, a través de la sabiduría, referenciada en el dominio de la mente y a la que se llega con entrenamiento; por otra, a través de la compasión, fomentada con la práctica de la ética y el altruismo, sin olvidar la oración.
Leia en particular en Star Wars, y la mujer en general en las mitologías, suele representar al alma, el conjunto de los más puros pensamientos y las más nobles emociones. Por eso viste de blanco. Es el alma que está prisionera en un mundo de materia. Por eso hay que rescatarla y devolverla a su sitio natural que es el espiritual. Esto no quiere decir que no sea fuerte, y por eso la vemos a veces dirigiendo un ejército.
Yoda explica ante el consejo que va a decidir si se acepta a Anakin como candidato a jedi, que el miedo lleva a la ira, la ira al odio y el odio al sufrimiento. Por eso el miedo lleva al lado oscuro. Esta célebre reflexión vuelve a contraponer las emociones aflictivas a la mente clara de la iluminación.
En La guerra de los clones, la guerra, con sus sacrificios y batallas, es el elemento protagonista. Pero ya las grandes epopeyas hindúes, como el Mahabharata, y su parte central, el Bhagavad Gita, utilizan la guerra como símbolo de superación de los defectos humanos en favor de las virtudes. Es significativa la elección del nombre de Padmé para la joven reina del planeta Naboo, que en sánscrito significa “loto”. La metáfora del loto es muy usada en la tradición budista: vive en el barro, pero sus hojas no se manchan. Es Padmé la que hace notar la diferencia entre conocimiento y sabiduría. El conocimiento es superficial, adquirido mediante los sentidos; la sabiduría se presenta a niveles más profundos de conciencia.
En otro lugar de la galaxia, Obi-Wan busca un sistema planetario llamado «camino». Buscar el camino o el sendero significa para el budismo zen estar en un proceso de búsqueda interior. Por su parte, Yoda enseña a los niños a «usar la Fuerza despejando la mente», tal como un maestro zen enseñaría a sus discípulos a liberar su mente para llegar a una sabiduría intuitiva, libre de elaboración.
Cuando Anakin llega tarde para rescatar a su madre y ella muere, la ira y el odio le invaden y mata a todos sus raptores. En el contexto de la ley de causa y efecto de las tradiciones orientales, esta acción siembra un germen de karma que llevará a Anakin al lado oscuro.
En La venganza de los Sith, Anakin consulta a Yoda sobre sus sueños premonitorios. El maestro le explica que la muerte es parte natural de la vida y que debe liberarse de aquello que teme si no quiere caer en las sombras. El Canciller consigue interesar a Anakin en los poderes oscuros por su deseo de salvar la vida de Padmé a toda costa, lo que le permite tentarle con la posibilidad de cambiar el curso de los acontecimientos e impedir su muerte.
Millones de espectadores en todo el mundo se han identificado con la saga a lo largo de treinta años. Aunque no sepan explicar por qué, entienden que es mejor seguir la fuerza de la luz y evitar el camino fácil de las sombras. Así que, como los héroes de la película, queremos compartir nuestro mejor deseo:
«Que la Fuerza te acompañe».
Para saber más:
Un análisis de contenido sobre los elementos budistas en La guerra de las galaxias. M.ª Jesús Alonso Seoane. Universidad de A Coruña.
http://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/mjalonso2.pdf
Mitos y símbolos en La guerra de las galaxias. Gonzalo Vela. https://www.youtube.com/watch?v=-BSQqUvekrA