En total oscuridad,
¡qué fácil es el perderse!
El temor nos atenaza,
caminamos inseguros
y caemos, sin tardanza.
Mas si en medio de la noche
surge un rayo de esperanza…
esa luz nos ilumina
¡y da impulso a nuestra marcha!
«¿Qué podrá ser –te preguntas–
lo que necesita el alma?
El ejemplo de los otros,
el saber que te acompañan
y percibes el camino
cuando la senda se alarga.
¡Jamás estarás perdido
si hay faros que lo señalan!».