Editorial — 31 de julio de 2016 at 22:00

Espíritu olímpico

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Aprovechando la oportunidad que nos ofrece la celebración de la XXXI Olimpiada de la época moderna, nos ha parecido interesante invitar a nuestros lectores a examinar este fenómeno desde varias perspectivas que tienen como denominador común una nueva mirada del llamado espíritu olímpico.
Muchas cosas han cambiado desde aquellos lejanos encuentros de las ciudades de la Hélade, que suspendían sus rencillas y se enfrentaban de manera pacífica y simbólica en los estadios de Olimpia hace 2800 años. Pero otras han permanecido desde que el barón de Coubertin, hábil organizador, se afanara por recuperar el viejo espíritu, tras algún intento previo que no había llegado a calar en la opinión pública internacional, ni a concitar los apoyos necesarios para su puesta en práctica.
Este número de nuestra revista quiere contribuir a la reflexión sobre la validez hoy día de las Olimpiadas, según el modelo del mundo griego y las nuevas formas actuales. Hasta qué punto el espíritu olímpico, de superación de los propios límites, de conocimiento de uno mismo, de convivencia pacífica y sana emulación se puede detectar en los atletas de hoy, con sus plusmarcas y sus sofisticados sistemas de entrenamiento.
«Llega a ser quien eres» es la famosa frase que Píndaro, el poeta, dedicó a los atletas de los juegos píticos. Sigue siendo válida hoy día para definir el sentido que pueden tener tantos esfuerzos, tantos trabajos para disfrutar de unos segundos de gloria efímera.

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