A veces, cuando hacemos balance de todo aquello que vemos a nuestro alrededor, alejándose cada vez más de lo Bello, lo Bueno o lo Justo, corremos el riesgo de dejarnos arrebatar por el pesimismo, o el escepticismo, y pensar que nada puede hacerse para evitar que nos invada el oscurecimiento de las ideas.
Pero el ejemplo de quienes no se dan por vencidos nos puede sacar de ese sopor paralizante. Por eso nosotros en Esfinge los buscamos permanentemente, porque ellos sostienen la esperanza de que no todo está perdido y que, aunque la descomposición social resulte muy ruidosa, existen pequeñas luces encendidas en las tinieblas que orientan a los caminantes desconcertados.
Esta vez nos hemos encontrado con iniciativas encaminadas a promover la creatividad, ese anhelo interior que solemos silenciar, ante la sospecha de que podría resultar inútil ante la dureza del tiempo que nos ha tocado vivir. Es admirable el trabajo de quienes no se dejan abatir por las apariencias y dedican su tiempo a enseñar a construir relatos de realidades vividas o imaginadas, buscando palabras en la mente y dándoles forma escrita.
Cuánto bien puede hacerse ayudando a otros a expresarse mejor, a comunicarse con los demás. Es una manera eficaz de mejorar el mundo y a sí mismos.
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