Los descubrimientos arqueológicos generan a veces más preguntas que respuestas. Por su belleza, nos sumergen en un mundo de misterio que hace resonar en nuestro interior viejas inquietudes humanas. En el fondo, el ser humano se muestra parecido en esencia, ya pertenezca a la época presente o a antiguos mundos. Este es el caso del nadador protagonista de un fresco de gran valor histórico hallado en Italia.
El hombre y el mar
Hombre libre, el océano es un espejo refulgente
que tú siempre has de amar. En su dorso agitado,
como en puro cristal, contemplas, retratado,
tu íntimo sentir, tu corazón ardiente.
Amas bañarte en tu misma imagen.
Le abrazas con tus ojos y brazos, y a veces tus gemidos
ni sientes, al escuchar los gritos de dolor,
las quejas que él dice, en místico lenguaje.
Vosotros sois, los dos, discretos tenebrosos.
Hombre, nadie sondeó tus negros paroxismos.
Oh mar, nadie conoce tus hondos abismos:
los secretos guardáis, ¡avaros recelosos!
Y hace mil siglos, innumerables siglos
que los dos os combatís en lucha salvaje.
Así os amáis en tal salvaje lucha.
Eternos luchadores, ¡oh hermanos implacables!
(Charles Baudelaire, Las flores del mal)
La tumba del tuffatore («tumba del nadador») fue descubierta por Mario Napoli en 1968, en una necrópolis situada a 2 km al sur de Poseidonia, nombre griego de Paestum, una colonia itálica de la Magna Grecia fundada en torno al 600 a. C. En esta zona arqueológica fueron encontradas más de cien sepulturas que van desde el siglo VI hasta el siglo IV a. C. La tumba del nadador puede haber pertenecido a algún mercader de origen etrusco, aunque revela una fuerte influencia griega en su decoración. El enterramiento sigue el esquema típico de las tumbas griegas de Poseidonia; contiene un sarcófago en piedra caliza pintada al fresco y embutida en la roca. El conjunto está compuesto por cinco losas pintadas, siendo la piedra que hacía de tapa la del «nadador».
El difunto fue dispuesto directamente sobre la base de piedra, y las piedras utilizadas como paredes cerraron la tumba. En su interior se encontró un lekythos ático de barniz negro (recipiente usado para contener aceites perfumados), dos aríbalos (tazas globulares de boca estrecha), de los cuales solo quedó la parte superior, y el resto de un caparazón de tortuga que debió de servir como soporte de una lira.
Las pinturas
Sobre las paredes laterales está representado un banquete funerario ( simposio ) con los convidados recostados en divanes. Esta escena sugiere una última libación, llamada Kottabos , en la que los convidados manifestaban su habilidad lanzando las últimas gotas de vino en una taza especialmente dispuesta para homenajear al difunto.
En las dos paredes cortas, un personaje se encuentra de pie y de espaldas a una crátera colocada en una mesa pequeña. En la placa oeste, hay tres personajes: un joven tocando el aulos , un joven imberbe desnudo y un hombre adulto con barba sujetando un bastón torcido, que puede representar las experiencias acumuladas a través de sucesivos ciclos de existencia.
En la pared lateral sur, un personaje recostado a la izquierda sujeta en una mano una lira y, en la otra, con sus dos dedos, un huevo, símbolo de la renovación periódica. El huevo es un símbolo universal, utilizado por los etruscos en sus ritos funerarios para representar la promesa de un nuevo nacimiento. Entre los órficos y los pitagóricos, el huevo vincularía el alma a los ciclos de renacimiento y estaba prohibido comerlo. En Beocia se descubrieron tumbas con estatuas de Dionisos con un huevo en la mano, promesa de la fuerza vital y signo del regreso a la vida.
Heráclides de Éfeso afirmaba que Dionisos y Hades, el dios de los Infiernos, eran el mismo. Dionisos es el dios de la vegetación, del renacimiento periódico de la primavera, pero también, el dios de la muerte y de los muertos, de las fuerzas vitales oscuras y de la pérdida de uno mismo o de la indiferenciación, porque, como sucede en un árbol, la savia desciende hasta las raíces en el invierno para volver a subir después a las ramas en la primavera; así, la muerte da la vida y permite el eterno renacimiento.
En la pared lateral norte podemos observar otra escena de banquete con cinco convidados recostados en divanes. Aquí tenemos nuevamente una ilustración que representa el simposio , o sea, la antecámara o lugar de pasaje y de comunicación entre dos mundos. Aquí cada uno de los partícipes se adentra en una dimensión en que no existe restricción y embarazo racional, gracias al efecto embriagador del vino, del deleite amoroso y del éxtasis musical.
Sobre los misterios
El tema central de los frescos reproduce un rito funerario y religioso, probablemente de influencia pitagórica y órfica. Los objetos realzados en las pinturas son simbólicos; la lira está asociada al culto de Apolo, señor de la luz, la belleza y la armonía que cura las almas. La teoría pitagórica de los números, asociada a la música, junto con el orden moral produce la más bella armonía en el universo y en el ser humano.
La flauta es un instrumento musical asociado a Dionisos; representa el soplo vital, la fuerza de la vida. Dionisos es un dios de la vegetación y, como la semilla, el dios muere para dar nuevos frutos. Todas estas ocultaciones y retornos, apariciones y ausencias súbitas, traducen el surgir y desaparición de la vida, el ciclo de la vida y de la muerte, y por fin, el reencuentro con la Unidad.
Dionisos es el dios de las metamorfosis y de la transformación, símbolo de la liberación y del fuego interno que sube hasta la cumbre produciendo el entusiasmo (estar poseído por Dios). Dionisos simboliza también las fuerzas oscuras que emergen del inconsciente. Se trata de una divinidad que preside la liberación provocada por la embriaguez. Dionisos está asociado a los antiguos misterios órficos. El cabrito o la cabra formaban parte de su cortejo; la piel de cabra era usada por los romanos y por los sirios en el momento de la oración para simbolizar su unión con la Divinidad. Los órficos comparaban el alma del iniciado (aquel que venció la muerte) con un cabrito caído dentro de la leche. El cabrito designaba a veces a Dionisos en trance. La cabra aparece como símbolo de la nodriza iniciadora en los misterios (detalle del fresco de la Villa de los Misterios en Pompeya). También la palabra suf , de donde deriva sufíes , alude al fieltro de piel de cabra con el que ritualmente se hacían las vestimentas de los derviches de las cofradías místicas musulmanas.
El nadador
El salto es una metáfora que sugiere el paso del alma a otra dimensión. Este baño ritual representa el alma del difunto, que penetra en las aguas regeneradoras del gran Okeanos , la matriz universal.
En el siguiente texto órfico, extraído de la Lámina de Thourioi , podemos interpretar el misterio de esta escena funeraria.
Yo vengo del lugar de los puros.
Puro reino de abajo.
Euclés (Hades), Eubouleurs (Zeus Chothonien o Dionisos) y todos los otros dioses.
Yo pasé con pies ágiles por la cumbre deseada.
Yo me sumergí debajo del seno de la Reina y Señora de abajo.
Y yo salí con pies ágiles de la cumbre deseada.
Feliz, tres veces feliz, tú serás Dios del mortal que fuiste;
cabrito, yo me sumergí en la leche.
En este himno órfico hay una relación simbólica con el viaje de las almas por la Vía Láctea, también llamada «río de leche». Del mismo modo, algunos animales asociados al culto de Dionisos, como el toro, el carnero y la cabra, están relacionados con los signos del Zodíaco. Estos señalan el itinerario astral mistérico de aquel que traspasó los portales de la muerte buscando la vida eterna, representando por analogía al cabrito o neófito que, después de haber superado las pruebas iniciáticas, regresa al seno de la Gran Madre, matriz acuática que los griegos llamaron Okeanos , emergiendo, como el delfín, a la superficie de las aguas amnióticas para abrazar la luz.
El salto hace, entonces, alusión al adentrarse del alma en el eterno océano del éter. En el fresco, podemos observar las tres columnas que simbolizan la voluntad, la belleza y la fortaleza, dividida cada una en 7 niveles, siendo trampolín para acceder a la dimensión espiritual. Debajo, formando un arco, está el océano flanqueado por dos olivos, árbol sagrado para los griegos y símbolo de sabiduría. Conocemos la presencia pitagórica en Poseidonia por la introducción de la medida áurea en el trazado del rectángulo del templo de Hera, y varios pitagóricos, como Thestor, Simos y Athamas, serían originarios de Poseidonia.
Mucho se ha escrito y especulado sobre el significado de la tumba del nadador, pero yo prefiero remitirme al misterio de esta obra de arte maravillosa que nos revela la intimidad de una escena profundamente simple, pero llena de enseñanzas y sabiduría. Este fresco nos invita a que lo contemplemos con los ojos del alma, sumergiéndonos en nuestra memoria y recordando que la vida no acaba aquí, la vida solo acaba donde termina nuestra percepción de la realidad, tal y como enseñaron las sabias palabras de Platón acerca de los dos mundo: «Aquí abajo, vivir es recordar; allí arriba, vivir es contemplar».
Bibliografía
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Recherches sur le culte de Bacchus, symbole de la force …, Volumen 1. Pierre Nicolas Rolle.
La tombe du plongeur a Paestum . Pierre Somville.
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Winslow Homer, La corriente del golfo (1899), Museo Metropolitano de Arte. Wikipedia.
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Placa norte de la Tumba del nadador en Paestum (470-480 a.C.) Wikimedia Commons.
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Placa oriental de la Tumba del nadador en Paestum (470-480 a.C.) Wikimedia Commons.
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Placa occidental de la Tumba del nadador en Paestum (470-480 a.C.) Wikimedia Commons.
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Placa sur de la Tumba del nadador en Paestum (470-480 a.C.) Wikimedia Commons.
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Huevo en la mano del personaje. Fragmento de la placa sur de la Tumba del nadador en Paestum (470-480 a.C.).
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Apolo con la lira , fragmento de un fresco cerca de la casa de Augusto, Museo Palatino, Roma. Wikimedia Commons.
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Dionisos . Museo del Louvre. Wikipedia.
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Jakopo Tintoretto. El origen de la Vía Láctea . Wikipedia
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