«Sembrador…
que das a la mesana tu amor,
la espiga de mañana
será tu recompensa mejor». (*)
Así dice una canción
que escuchara desde niña
y que –de puro sencilla–
se grabó en mi corazón.
Buen oficio para un tiempo
frío y vano: ¡sembrador!
¿No es así que todo enseña?
«Bebe, sin más, de la Fuente,
pues la conciencia despierta
se tornará inteligente.
Y aunque el fruto de tu acción
pareciera aún incierto…
aventado por el viento,
¡ha de ver la luz del Sol!».
«Sembrador,
que das a la mesana tu amor…».
(*) Texto de la zarzuela La rosa del azafrán, de Jacinto Guerrero.