Los sociólogos y los economistas coinciden en que el surgimiento de la sociedad actual, calificada como posindustrial, aparece dentro de un marco histórico de cambios de mentalidad y de factores impulsores de la economía. Anticipan las posibles características de una sociedad cercana en el futuro basándose en los patrones obtenidos en sus investigaciones sociales.
«No es lo mismo ser libre que ser ético. La libertad es el presupuesto de la ética, pero no es la ética misma» (Javier Gomá).
¿Quién no ha escuchado, hoy en día, conceptos propios de los cambios de nuestro tiempo?: Brexit, milennials , globalización, refugiados, terrorismo, crisis, desahucios, realidad virtual, coches «inteligentes», ciberseguridad, «San» Google… Seguro que todos nos hacemos una idea al respecto, pero ¿podemos saber sus causas y predecir sus consecuencias a nivel social? ¿A qué precio se dan los cambios?
Para los sociólogos y los economistas, las causas de los cambios en la sociedad contemporánea empiezan a verse reflejadas en obras del siglo XX de algunos autores como Allan Touraine, Daniel Bell, Peter Ferdinand Drucker, Domenico de Masi, Manuel Castells o Emilio Lamo de Espinosa. Todos coinciden en que el surgimiento de la sociedad actual, calificada como posindustrial, aparece dentro de un marco histórico de cambios de mentalidad y de un aumento en los sectores de servicio frente a los sectores primarios (de trabajos agrícolas) y secundarios (de trabajos industriales) de la economía. Nos anticipan, en un intento de predicción, las posibles características de esta sociedad basándose en patrones e investigaciones sociales, tratando de trazar una perspectiva de futuro y del proceso de cambio de mentalidad y de era.
Para el sociólogo Manuel Castells, las causas y consecuencias pueden encontrarse en varios ámbitos: « Los cambios sociales en nuestra era son tan espectaculares como los procesos de transformació n tecnol ógicos y económicos». Para este autor, se ha despertado una conciencia medioambiental que ha calado en diversas instituciones de la sociedad y, aunque sus valores han ganado atractivo político, muchas veces han tenido que pagar el precio de ser falseados y manipulados por grandes empresas y maquinarias burocráticos. También alude a los sistemas políticos, que «est án sumidos en una crisis estructural de legitimidad, hundidos de forma periódica por escándalos, dependientes esencialmente del respaldo de los medios de comunicación y del liderazgo personalizado, y cada vez más aislados de la ciudadanía». Tampoco deja de analizar los movimientos sociales, que «tienden a ser fragmentados, “ localistas ”, orientados a un único tema y efímeros».
En un mundo como este, con cambios incontrolados, la gente tiende a reagruparse en torno a identidades primarias religiosas, étnicas, territoriales o nacionales. Son tiempos difíciles en los que el fundamentalismo religioso cristiano, islámico o judío, entre otros, se presenta como la fuerza más potente de seguridad personal y movilización colectiva. Es un mundo de flujos globales de riqueza, poder e imágenes, y la búsqueda de la identidad, colectiva o individual, se convierte en la principal fuente de significado social. No es una tendencia nueva, ya que la identidad, en especial la religiosa y étnica, ha estado en el origen del sentido social desde los comienzos de la colectividad humana. No obstante, la identidad se está convirtiendo en la fuente más importante de ubicación social en un momento histórico que se caracteriza por el hecho de que las organizaciones se desestructuran, las instituciones se deslegitiman y desaparecen los principales movimientos sociales y las expresiones culturales duraderas.
Nos resulta cada vez más familiar que la gente adquiera su propia percepción social no por lo que hace, sino por lo que es o cree ser. Castells señala que « las redes globales de intercambios instrumentales conectan o desconectan de forma selectiva individuos, grupos, regiones o incluso paí ses seg ún su importancia para cumplir las metas procesadas en la red, en una corriente incesante de decisiones estrat é gicas ».
Cambios sociológicos
Desde la perspectiva de Domenico de Masi, sociólogo del trabajo, ya adelantaba sobre la sociedad posindustrial de los años 90 que preveía un aumento de peso de la cultura de ocio y conocimiento . En cuanto a la planificación social y la investigación científica, estarían centradas en la producción de ideas. Señalaba Masi que las luchas de clases conocidas hasta ese momento serían sustituidas por una pluralidad de conflictos y nuevos movimientos sociales, con la aparición de nuevos sujetos sociales . «Habrá muchos productos, pero pocos productores. Muchos conceptos teóricos, pero ninguna certeza».
En su análisis, este sociólogo adelantaba el aumento de importancia de los trabajadores intelectuales en la productividad de la sociedad y en la manera de hacer las cosas, lo cual significaría un salto cualitativo evidente , puesto que la información y su interpretación se convierten en mercancía. se da una porque Hay una transformación morfológica del Estado hasta tal punto, que los conflictos se producen «sin clases»; hemos pasado a otra página histórica en cuanto a la sociedad. Son interesantes también algunas peculiaridades que Masi atribuye a esta etapa posindustrial: crisis fiscales del Estado, el concepto del gran hermano que concibió Orwell, nuevas condiciones de subdesarrollo y la aparición del homo ludens , novedoso en la historia, que utiliza gran parte de su tiempo en un ocio formativo y creativo, lo que visualiza este autor como «La liebre de la tecnología y la tortuga de la mentalidad».
Para Emilio Lamo de Espinosa, el fenómeno de los cambios de mentalidad en la era contemporánea tiene mucho que ver con el aspecto científico: « El riesgo del triunfo total de la ciencia es la destrucción de culturas y tradiciones valiosas. Pero, sin ciencia y sin tecnología científica no es posible la supervivencia de los complejos y enormes entramados urbanos y metropolitanos donde vive la mayoría de la población mundial. El efecto más importante de la ciencia es que, al institucionalizar el descubrimiento y la novedad, se ha acelerado el cambio social. Las sociedades del conocimiento están basadas en el cambio, en la innovación».
Quedan reflejados en estos tres autores los rasgos de una actualidad en mosaicos, como la imagen infinita de una sala de espejos. Pero ¿tiene algún sentido? ¿Los cambios en sí mismos justifican o son garantía de nuestra libertad humana? ¿A qué precio estamos pagando tanto avance?
Como dijo Einstein, «la bomba ha cambiado todo, excepto nuestra mentalidad». ¿De qué sirve tanto avance si no es acompañado de un real progreso moral, ético y pedagógico?
Es fundamental que, por encima de todo cambio, exista un marco centrado en los valores humanos, en donde prime una idea de dignidad que reúna criterios con sentido común e inteligencia, que no permita que se actúe y que se fomente un avance a cualquier precio, sino que promueva una libertad acompañada de una ética con principios.
Bibliografía
– A sociedade pós-industrial . Domenico de Masi. Editora Senac, São Paulo, 1999.
– La era de la información. Manuel Castells. México, Distrito Federal: Siglo XXI Editores, 1996.
– Sociología del conocimiento y de la ciencia . Emilio Lamo de Espinosa. Alianza Universidad Textos. Madrid, 1994.