A Madre Historia, por supuesto, le encantan los castillos. Y España tiene muchos. España es el único país que diferencia claramente el castillo del palacio, dentro de la misma época. La tradición constructora no se ha roto desde la época romana, intercalándose ensayos orientales y de todo tipo, dado el continuo estado de guerra en que la Península se ha visto inmersa. En ocasiones se detectan superposiciones de distintas épocas, con lo que la datación a veces es muy difícil.
Lo primero en aparecer es la torre, origen del castillo y término más antiguo de las edificaciones de defensa. Puede ser también residencia señorial, y poco a poco se le van añadiendo elementos. El siguiente de ellos es la mota, eminencia natural o artificial, que lleva encima un pequeño castillo circular, nunca de grandes dimensiones, adaptado a la configuración del terreno.
La fortaleza es un gran recinto para alojamiento en general, con edificaciones interiores. Los hispanoárabes se llaman alcazabas.
El castillo palacial fortificado o alcázar es para residencia de la familia real.
Si atendemos al territorio, los castillos pueden ser de detención, de penetración y de ocupación. Los primeros se sitúan en las cordilleras; los segundos, en los valles y mesetas; los terceros, en las zonas económicamente productivas. Con los avances y retrocesos de la Reconquista cambiarán de mano, pero no de estructura ni de utilización.
Las líneas logísticas parten desde Algeciras primero y desde las alcazabas de Málaga y Almería después. Son arterias vitales que llevan alimentos, armas y hombres uniendo las ciudades con las cabezas de puente, los puertos, las ásperas zonas interiores. Las líneas trazadas se van señalando con castillos defensivos, casi inexpugnables, que hacen también oficio de albergue y de contacto.
Los castillos tácticos se reconocen fácilmente: pueden ser torres de vigilancia, las atalayas; de refuerzo defensivo avanzando sobre el terreno, las torres albarranas; el alto muro defensivo que protege el todo, la coracha; los que cuentan con un administrador de justicia y por ello son como pequeños Estados en sí mismos; y los que protegen los medios de supervivencia del pueblo, resguardando dentro del recinto al ganado, los graneros y a las personas sometidas al régimen feudal de behetría, es decir, con derecho a ser defendidas.
Se puede decir que el arte medieval militar es una realización cumbre en España. Hay en ello puntos culminantes en la historia de la logística mundial, tanto en los cercos como en las defensas y en los abastecimientos a las plazas cercadas, a veces con nada menos que una reina, Isabel I de Castilla, a la cabeza de la intendencia.
El griego Poliorcetes, el Conquistador de Ciudades, nos ha legado la actual denominación militar: la poliorcética, el arte del asedio. Consisten los primeros trabajos en elegir y asentar el terreno, realizar avances de reconocimiento, y posteriormente, debilitar la defensa del enemigo antes del asalto. En este hay tres puntos que tomar en cuenta: la contravalación, construyendo una línea de foso y una muralla con torres; la circunvalación, repitiendo lo mismo más al exterior para evitar la llegada de refuerzos, y el acantonamiento o plante de obstáculos en el campo.
Las máquinas de guerra se dividen en torres de asalto y de asalto y escalada. Las torres de asalto abarcan la tormentaria y la balística, para batir los adarves y los caminos de ronda, los manteletes o planchas rodantes de cobertura, y los ingenios perforantes. Las máquinas de asalto y escalada son las rampas, torres rodantes y escudos.
Pero nos estamos alejando de los castillos para entrar en las batallas, así que volveremos a ellos. Diremos que según donde estén situados pueden ser roqueros, montanos, de sierra, de llanura o de costa. Y pueden estar construidos de sillería, mampostería, tapial y de mezcla de varios. Y los tenemos romanos, castellanos, musulmanes, románicos, cistercienses… cada uno con grandes variedades.
Hay mucho más que hablar de los castillos. Toda su nomenclatura, por ejemplo. Pero eso sería muy largo. Otro día. Hoy, simplemente el homenaje a los constructores y moradores de esas joyas de piedra que son los castillos.