El humor que alguien tiene es un indicativo de su estado de ánimo, o de su grado de armonía psíquica y mental. Dentro del término humor, por otra parte, suelen incluirse bromas, ocurrencias ingeniosas, chistes, gags, caricaturas, relatos humorísticos, expresión mímica, etc.
Existen muchas definiciones de humor. El diccionario francés dice que es una «forma de ingenio que consiste en mostrar o deformar la realidad realzando sus aspectos divertidos o insólitos». El alemán, que es una «capacidad del ser humano para enfrentarse con serenidad a las carencias del mundo y de los hombres, y a las dificultades y adversidades de la vida cotidiana».
Nos hallamos ante una paradoja. Todos creemos saber lo que es el humor; sin embargo, ninguna definición es completa.
Para Miguel Mihura, lo único que pretende el humor es que, por un instante, nos salgamos de nosotros mismos, nos marchemos de puntillas a unos veinte metros y demos una vuelta a nuestro alrededor, contemplándonos por un lado y por el otro, por detrás y por delante, como ante los tres espejos de una sastrería, y descubramos en nosotros nuevos ángulos y perfiles que no conocíamos. Es como una manera más simpática de vivir. Mihura no es partidario de la ironía ni de la sátira. De la primera afirma que es de mala educación, y de lo satírico dice que es antipático.
Hay quien ha dicho que el humor es una manera singular de ver y sentir las cosas para romper el ritmo de lo normal. Dice Gómez de la Serna que la actitud más cierta ante lo efímero de la vida es el humor; se trata de adivinar el final que nos espera a todos, y tratar de recorrer la vida de la mejor manera posible.
En este sentido, el peor enemigo del humor sería creernos importantes. Cuando alguien se cree verdaderamente jefe, mayordomo, portero, banquero o lo que sea, la vida pierde su fluidez maravillosa. Dice la sabiduría oriental que todas las formas de vida son «maya», es decir, ilusión, y el ser humano sufre a causa de su ignorancia, porque se toma demasiado en serio a sí mismo.
El antídoto contra este problema sería aprender a no hacerlo, pues como dijo alguien alguna vez: afortunado aquel que sabe y acostumbra a reírse de sí mismo, porque nunca le faltará motivo de diversión.
Tener sentido del humor implica ver la vida siempre como algo nuevo, es la capacidad de sorprenderse ante las cosas. Este es uno de los motivos de la risa en la infancia. La risa natural de un niño viene de su entusiasmo natural; para él todo es nuevo, todo es fantástico, fascinante… También para nosotros, cada día puede constituir un inicio desde cero y una oportunidad inexplorada para ese niño jovial que todos llevamos dentro. Siempre hay algo que aprender; quien continúa aprendiendo se mantiene joven, y quien deja de aprender es un anciano, tenga veinte años o noventa.
Tener sentido del humor significa enfocar los problemas desde distintos ángulos, lo que nos permite encontrar nuevas soluciones. El humor es una actitud, una forma de mirar las cosas que ocurren en la vida. Cuando se hace un chiste sobre una situación difícil, se está diciendo en realidad: «Sé que esto es serio, pero tengo el control de esta situación, estoy al mando».
Hay que tener presente siempre que la vida es una especie de tragicomedia, una extraña combinación de alegrías y penas, y como dijo alguien alguna vez: «Este mundo es muy divertido, pero hay que tener mucha suerte para salir vivo de él». El verdadero reto es disfrutarlo todo, y para esto, la risa y el humor aligeran la carga.
En cierta ocasión, Charlot dijo que la vida es una tragedia si se la contempla de cerca, pero una comedia si se la ve desde un plano general de conjunto. Por lo tanto, se trata de tomar altura para tener mejor panorámica.
En cierto modo, el humor es un modo de percibir una cierta distancia entre nosotros mismos y el problema que nos afecta; es una forma de contemplar nuestras dificultades desde una cierta perspectiva. Se convierte así en una forma superación de la adversidad y en un mecanismo de defensa. El humor nos puede permitir ver este mundo amenazador como si en realidad fuera un juego de niños.
Hay quien dice que el humor y la risa son un don divino para hacernos la vida más llevadera. No está en nuestra mano controlar los sucesos ni el mundo exterior, pero sí podemos controlar el modo en que los vemos y nuestra respuesta emocional ante ellos, que a fin de cuentas es lo que más nos interesa. Y el secreto para vencer muchos obstáculos es la alegría, tomarse las cosas con humor. Y este humor viene de un poquito de desapego del mundo material que nos rodea. Por ahí se empieza.
Teofrasto, cuando describe al valiente, dice: Ante los embates de la vida sufre y aguanta hasta el último momento, sin perder su habitual buen humor ni transmitir a otros innecesariamente sus congojas . Ya sabemos que es fácil tener buen humor cuando todo sale bien en la vida; pero más meritorio es mantenerlo cuando hay dificultades.
Viktor Frankl animaba a sus pacientes a no combatir o huir de sus problemas, sino a divertirse con ellos. Su máxima era: «Es mejor una risita que dos pastillas». Se convierte así el humor en una especie de antídoto contra los males. Por eso la gente que sufre o ha sufrido suele tener un mayor talento para reírse de sí misma y de lo que le rodea.
Es significativo que grandes artistas cómicos han tenido una infancia difícil; por ejemplo, Charlot, pues su padre murió alcohólico cuando él tenía cinco años, y su madre se volvió loca poco después. También es cierto el estereotipo del payaso triste, es decir, que a pesar de una vida propia difícil puede hacer reír a los demás.
La interpretación cómica de lo importante y serio desemboca en lo que conocemos como humor negro. Por ejemplo, un asesinato es algo serio, y tampoco es cómico el tratar de deshacerse del cadáver; sin embargo, estamos acostumbrados a que se traten cómicamente estos asuntos.
A un condenado a muerte se le pregunta si quiere fumar el último cigarrillo, y responde: «No, gracias, estoy intentando dejar de fumar». El humor negro se presenta así como una victoria sobre el miedo.
Es importante como seres humanos desarrollar el sentido del humor y manifestar una risa abierta y natural. Cada uno tiene su propio sentido del humor, como la huella dactilar.
El sentido del humor es fundamentalmente una actitud ante la vida, y está estrechamente relacionado con el conocimiento de uno mismo. Cuando uno se pone en contacto con lo mejor de sí mismo, entonces encuentra el entusiasmo, la alegría interior, esa que es duradera, y de ahí surge el buen humor. Ese buen humor implica buscar siempre el lado positivo de las cosas y dar expansión a nuestras emociones.
Debemos volver a aprender a reír y también a llorar. Pero no con risa burlona ni llanto melodramático, sino con expresiones sanas, naturales, descontaminadas. La risa y el llanto son las expresiones más típicamente humanas. Aprendiendo a desdramatizar las situaciones, aprenderemos a ir más allá de las pequeñas y efímeras realidades y podremos entender que lo que nos afecta es debido a nuestras limitaciones, y que cuanto más nos elevemos, brillará más el sentido del humor, la alegría y el entusiasmo.