Gregorio Luri Medrano, nacido en Azagra en 1955, es un profesor de Filosofía español. Luri estudió Magisterio en Pamplona, y posteriormente se trasladó a El Masnou en 1978. Es doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona y licenciado en Ciencias de la Educación. Fue Premio Extraordinario de Licenciatura en Ciencias de la Educación y Premio de Doctorado en Filosofía. Ha trabajado como maestro de primaria, como profesor de Filosofía en bachillerato y como profesor universitario en la Universidad Complutense de Madrid.
Gregorio Luri ha publicado una quincena de libros de filosofía y pedagogía, entre ellos La escuela contra el mundo (2010),Introducción al vocabulario de Platón (2011),Erotismo y prudencia (2012),Por una educación republicana (2013), Mejor educados,Matar a Sócrates (2015),La escuela contra el mundo: el optimismo es posible (2015),El cielo prometido: una mujer al servicio de Stalin (2016),Elogio de las familias sensatamente imperfectas (2017) o El deber moral de ser inteligentes (2018).
¿Quién es Gregorio Luri?
Yo soy maestro, maestro de escuela. Ese es el título más noble que tengo y el más importante. Escuela viene de skholé; los griegos decían que era el atributo del hombre libre. Es la capacidad de llenar el tiempo libre de sentido. Etimológicamente no puede haber una escuela aburrida.
Gregorio Luri tiene la capacidad de contar las cosas interesantes de forma sencilla.
El filósofo de verdad tiene la capacidad de mirar de frente a la naturaleza y ponerse a contar lo que ve. Para contar lo que ve necesita crear su propio lenguaje. Los demás vemos la naturaleza a través de los grandes filósofos que han mirado de cara a la naturaleza, y por eso podemos permitirnos el lujo de, entre lo que dice este y el otro, reducir el lenguaje a fórmulas sencillas. Pero el que de verdad se atreve a mirar cara cara a la realidad necesita forzar un poco el lenguaje para decir lo que ve.
¿Qué ve cuando enfoca la mirada hacia el futuro? ¿Qué será del ser humano?
Depende básicamente de nuestra concepción sobre lo que es la naturaleza humana; es más, sobre si existe la naturaleza humana. Si no existe una naturaleza humana y el hombre es solo historia, no podemos saber cómo será el hombre del futuro, porque cada época histórica manifestará un hombre distinto. Si creemos en la naturaleza humana, que es mi caso, admitimos que hay continuidades, hay permanencias antropológicas, etc.
Es decir, habrá una serie de cosas que seguirán siendo necesarias para nuestros nietos y bisnietos. El ser humano no es un ser de temporada. El problema antropológico es: ¿desde dónde hemos de mirar? ¿Desde lo que permanece o desde lo que cambia? Según sea nuestra perspectiva, la visión del hombre es distinta.
Si contemplamos la historia como un río y se da la posibilidad de situarte en la orilla para contemplar la corriente, no se pueden emitir juicios de valor sensatos. O te alejas y consigues una perspectiva, o te dejas arrastrar por la corriente y solo podrás decir lo que estás viendo desde tu posición, pero no podrás decir lo que es el río ni la corriente. ¿Hay posibilidades de salir del río para contemplarlo? Yo creo que sí, creo que es un reto moral salir del río.
¿Qué haría si fuera político?
Creo que para parlamentarios europeos todos servimos, pero ser concejal de un pueblo es más complicado. Gobernar, en gran medida, es elegir perjudicados. Porque hagas lo que hagas siempre hay alguien que sale legítimamente perjudicado.
Y después ocurre como con casi todas las cosas humanas: que la urgencia para decidir es siempre mayor que la inteligencia disponible, y muchas veces, aquello que con todos los informes positivos parecía bueno resulta que descubres que tiene conclusiones imprevistas. Mi decisión a partir de ahí es que jamás hablaré mal de los políticos. Hablaré mal de ese político o de esa acción de ese político, pero qué tristes son los países sin políticos, por muy malos que nos parezcan nuestros políticos.
Cuando se intenta explicar la función de un político, Platón dice una cosa muy hermosa, dice que es un tejedor. Hacer tejido social quiere decir que no hay uniformidad, hay seres distintos.
¿Es usted crítico con esto de la indignación?
Lo que me molesta de la indignación es que la gente cree que por salir a la ventana a gritar su enfado ya está cumpliendo con su deber moral. Vomitar tu disgusto no basta. La moralidad está en lo que se construye. Antes de destruir nada hay que saber si esa tapia impedía el paso o impedía que algo se desbordara.
El deber de todo buen ciudadano es dar ejemplo. Y esto lo hemos olvidado porque estamos centrados en los derechos. Toda estructura social se mantiene porque el ciudadano cumple sus obligaciones. La ciudad sana no es la homogénea sino la que incluye la diferencia.
¿Por qué hoy en día prima el hedonismo incluso en las relaciones personales frente a la búsqueda de la ética o los valores?
¿Prima hoy en día el hedonismo? Hedonismo es una palabra griega y además hay una escuela básica que es la epicúrea basada en la idea del hedonismo. Nos creemos con frecuencia demasiado originales; la cuestión que plantea Epicuro es una cuestión muy seria porque es también la cuestión de los límites. El placer del que habla Epicuro no es el actual.
Lo que está pidiendo Epicuro es que busquemos el placer inteligente, es decir, aquel placer que, después de satisfecho, acabas ganando. Si eso es el hedonismo, entonces el hedonismo sigue siendo un elemento para reivindicar. Pero no sirve si entendemos por hedonismo lo que entendieron los romanos cuando tradujeron a Epicuro: «el placer es el principio y fin de todas las cosas».
Lo que nos dice Sócrates a través de Platón es que está muy bien que disfrutemos de placeres siempre que seamos nosotros los que elijamos los placeres y no que sean estos los que nos elijan a nosotros. Por eso, tenemos muchísimos elementos para criticar determinados productos que nos venden, que parece que te llevan al cielo pero en realidad te llevan como un títere.
¿El maestro no es una especie de Frankenstein que intenta despertar en el alumno conocimiento para que llegue a ser libre?
El buen maestro es aquel que es un amante celoso de lo mejor que puede llegar a ser su alumno y, en ese sentido, hay una erótica pedagógica.
Así como el padre ama a su hijo por lo que es, el maestro ama a su alumno por lo que puede llegar a ser. En el fondo, a nosotros nos gustaría que nuestro hijo permaneciera siendo lo que es, que no crezca, mientras que el maestro necesita ser un amante celoso de lo mejor que puede llegar a ser su alumno. Muchos alumnos fracasan precisamente porque no han tenido a nadie que les haya esbozado, al menos, lo que pueden llegar a ser.
¿Vale más la pena pedir perdón que permiso?
Yo defiendo que hay unas palabras mágicas y todas ellas juntas forman la estructura de la cordialidad: gracias, por favor, perdón , confío y tienes razón. Todas ellas forman una unidad y conviene utilizarlas todas juntas.
¿Tres libros?
¿Por qué tiene que haber tres? Depende del estado de ánimo. Te diré los que me dolería especialmente que desaparecieran de mi biblioteca:Prometeo encadenado, de Esquilo, El banquete y La isla del tesoro.
¿Necesidad de tener maestros?
Es tan importante como la necesidad que tiene el maestro de tener discípulos, porque lo importante es la relación que se establece entre ambos. Necesitas a otro para verte a ti mismo. Hay algo importante: el maestro de verdad lo que le exige al discípulo es que sea un parricida. Si no eres capaz de acabar matando a tu maestro, has tenido un mal maestro.
¿Música o silencio?
Depende. A veces hay que callar y a veces hay que cantarlo, y a veces hay que gritarlo y a veces hay que llorarlo.
¿Qué cualidades aprecia en una persona?
La fundamental, que seamos capaces de resistir el silencio que aparece entre los dos.
¿Qué defectos le molestan?
Que se parezcan a mí.
¿El amor lo vence todo?
No, pero es el arma más potente que tenemos para luchar contra la fatalidad que siempre nos persigue.
¿Un sueño para el futuro?
Me parece muy peligroso soñar para el futuro. Tendemos a pensar que la vida es un barco que tiene que llegar a puerto, pero olvidamos que lo importante es mantenerse a flote.
¿Un lema?
Donde no puedas amar, pasa de largo.