Frecuentemente, asumimos la visión que predomina sobre el mundo que nos rodea sin espíritu crítico, aceptando el paradigma imperante sin mayor cuestionamiento. En cambio, cualquier posición que se separa de esta concepción nos produce extrañeza, tanto en el terreno científico o externo como en el aspecto ético o interno.
¿Aceptamos lo que nos cuentan sin más?
El tierraplanismo es un concepto que se sale del paradigma dominante, y, sin embargo, está siendo valorado en la actualidad por una cantidad significativa de personas que, a priori, no pueden ser tildadas de ignorantes.
Por Internet circulan muchas noticias, vídeos y personas que piensan que la Tierra es plana y que la redondez de nuestro planeta es mentira, una teoría de la conspiración en la que estarían implicados agencias espaciales, científicos, políticos, empresas y medios de comunicación.
El tierraplanismo emerge en un momento en el que se presupone que el método científico es infalible y en el que aparecen conceptos como sociedad líquida, posverdad, teorías de las conspiraciones mundiales a gran escala, etc. Las realidades sólidas de hace dos generaciones ya no lo son en este mundo, más provisional y ansioso de novedades.
Ante esta teoría tierraplanista o cualquier otra que choque con el modelo imperante, lo primero que hacen muchos es reírse o insultar.
Sin embargo, reírse de lo que otro ser humano piensa no es ningún argumento. Esta risa oculta algo inconsciente: resentimiento, que les lleva a criticar lo que no entienden, el mismo que inspira a los nuevos inquisidores contra las medicinas naturales o energéticas; y miedo a lo desconocido, temerosos de encontrarse con que el universo no sea tan material ni tan racional como creen.
Secretamente hay angustia a pesar de la aparente seguridad científica. Los contrarios que se atacan e insultan se retroalimentan mutuamente. Cuanta más violencia expresa el agresor, más dudas inconscientes alberga sobre su bien construido mundo de creencias.
El tierraplanismo pone de manifiesto la capacidad que tiene cada uno de cuestionarse la visión del universo que predomina en su época. ¿Qué sucedería si miles de individuos se salieran del paradigma mental dominante en una sociedad moderna?
Es muy fácil dejarse llevar por las ideas aceptadas socialmente, y también es fácil dejarse arrastrar por las percepciones que muestran los sentidos. Nos dejamos mover por «corrientes de opinión» y todos, en cierta forma, aceptamos la visión común del mundo, pero también sabemos que hay modas y fake news que azotan en la red.
Quizá por esto, no sabemos hasta qué punto estamos todos contagiados o alienados por una determinada visión del mundo. Las actitudes que adoptamos ante lo que sucede dependen de nosotros.
La pregunta que sí podemos intentar responder es: ¿qué está evidenciando el hecho de que miles de personas de todas las condiciones sociales, europeos y americanos, estén convencidos de que la Tierra es plana? ¿Qué significa este movimiento colectivo?
Terraplanistas y extraterrestres
Jung afirmaba que el hombre actual no se ha desprendido en lo más mínimo del hombre arcaico que vive en su interior. A lo sumo, se ha dado una capa de barniz intelectual, eurocéntrico y moralista.
Quizá el fenómeno de la Tierra plana tiene connotaciones análogas a lo que sucedió con el fenómeno ovni en los años 50.
Jung se aventuró a exponer que la aparición de un círculo en el cielo, o un ovni, podía explicarse simbólicamente como una expresión colectiva de la necesidad de centralización psíquica. Se percibía colectivamente una necesidad imperiosa de volver al centro, al equilibrio. La mente colectiva se estaba desestabilizando con tanta tecnología, guerras y miedo. Y los ovnis, como mandalas en el cielo (como si fueran instrumentos de observación para comprender), traían, aunque de una manera distorsionada, la cordura a la sociedad loca.
Jung estudió la realidad psicológica de lo que afirmaban ver miles de personas «normales». No podían estar todos alucinando, sino que este hecho tenía que responder a algún tipo de fenómeno del inconsciente colectivo.
Lo moral y lo material: Tierra plana y mundo chato
Quizá el caso de hoy es análogo, pues parece que los tierraplanistas están diciendo al mundo de una manera inconsciente: «Este mundo está loco. Dejemos de ser tan planos a la hora de concebir la existencia o la Tierra se volverá plana para nuestro entendimiento».
En muchos sentidos seguimos en un mundo chato. Los descubrimientos científicos no se han traducido en logros morales. No ha mejorado la sociedad en cuanto a bondad o justicia.
Descubrir que la Tierra es esférica no cambió el paradigma interior humano, no se cambió el egocentrismo por una hipótesis más amplia y «redonda» de la sociedad y del mundo. Moralmente, seguimos actuando como si aún creyéramos que el Sol gira a nuestro alrededor.
Giordano Bruno, en realidad, fue asesinado no porque dijera que el Sol era el centro o que existían otros mundos habitados, sino porque concebía que el descubrimiento físico del sistema heliocéntrico podía dar lugar a una civilización completamente nueva al provocar un cambio de perspectiva, y eso convenía destruirlo a tiempo…
Más allá de los descubrimientos, seguimos psicológicamente planos, cuadriculados. No hemos sabido crear una sociedad mundial «redonda», equilibrada. No hay paz, sino más muros y fronteras.
La teoría de los tierraplanistas parece esconder un reproche: «el mundo sigue plano porque vuestra conciencia y vuestra ciencia son planas, no tienen altura ni profundidad moral.
Estos contestatarios descreen de todo, ponen en cuestión nuestro mundo económico, político, educativo, etc.
Jung apunta que nosotros, los hombres modernos lógicos, hemos aprendido a separar lo subjetivo-psíquico de lo objetivo-natural.
En cambio, el hombre primitivo vive en su paisaje psíquico, no en uno geográfico o político. Este humano primitivo es inconsciente de ello. Su miedo se localiza en determinados lugares: bosques tenebrosos, rocas habitadas por gnomos, árboles poseídos por espíritus, etc.
Los que creen que la Tierra es plana son tan humanos como nosotros, pero se diferencian en dónde ponen la cualidad de «plano». Están volviendo al psiquismo del hombre primitivo porque no están de acuerdo con lo que vislumbran para el futuro.
El progreso científico ¿va acompañado de un progreso moral?
Según Ken Wilber, el hombre moderno se ha convertido en un ciudadano de un «mundo chato», en donde el único conocimiento válido se basa en la realidad física percibida por los sentidos, mientras que el mundo interior ha sido descartado.
El tierraplanismo es quizá una fuerza psíquica colectiva que compensa o expresa este descarte. Nos avisa de que este mundo chato domina la conciencia y el paradigma actual.
Se avanza en astrofísica y cosmología, pero no se concede a la realidad más que un solo plano: la materia-energía… ¿Y los otros planos?
¿Existen otros niveles mentales, causales o espirituales? No existen si cerramos la puerta: ahí detrás no hay nada porque nuestra conciencia nunca se acerca. ¿Es quizá este dogmatismo el que provoca posturas infantiles como el tierraplanismo?
Dicen las tradiciones de sabiduría (cábala, hinduismo, platonismo, gnosticismo, teosofía…) que existen, como mínimo, siete planos o dimensiones, que van desde lo físico a lo espiritual.
El tierraplanista está poniendo de manifiesto una parte inquietante pero necesaria de la mente colectiva. Es una propuesta inconsciente de equilibrio psíquico (por absurdidad y contraposición al pensamiento aceptado dominante).
El prepotente hombre moderno y la civilización materialista y plana que ha creado no quieren ver su propia «planitud» y no la soportan en otra gente.
A pesar de que el tierraplanista tiene una vida normal en la sociedad moderna, algo en su psique se rebela: es su propio hombre arcaico interior, al que le han arrebatado la magia, la profundidad o la trascendencia. Proyecta en la geografía de la Tierra su propia geografía interior. Su percepción de este mundo chato sin futuro, sin amabilidad, sin redondez, se compensa con esta creencia y así se equilibra, y nos equilibra en alguna medida a todos nosotros.
¿El fenómeno de la Tierra plana, y otros que irán surgiendo en esta sociedad que sufre una profunda crisis de sentido, es síntoma y premonición de lo que vendrá? Tal vez, como decía Jung, «lo que se combate en el otro suele ser nuestra propia inferioridad».