Qué puede decirse de Ghandi que no se haya dicho ya mil veces. Su vida. Sus anécdotas. Su mensaje. Su muerte.
A Madre Historia le gusta escuchar lo que dicen sus personajes. Y le gustan las frases de este gran hombre porque son el reflejo de su vida. La vida de un espíritu fuerte que dice que nadie puede herirle sin su permiso. Así es. El enemigo puede lanzar sus saetas envenenadas, pero la cota de malla de mi fortaleza espiritual, de la seguridad en mí mismo, las detendrá. Solo me abrirán una herida dolorosa si las defensas de mi alma están débiles. Si te dejo ser más fuerte que yo.
Dice que no hay que apagar la luz de otro para que brille la nuestra. No: hay que unir las luces, la mía y las vuestras, como en el sermón de Benarés, para iluminar el campo entero, para que todos lo podamos ver. La mía sola es tan débil…
Dice que cuando hay una tormenta los pajarillos se esconden, pero el águila vuela más alto. Esas tormentas que amenazan anegarnos el camino de la vida, y ante las que muchas veces buscamos el cobijo del nihilismo, con la cabeza bajo el ala; pero si fuésemos águilas, sabríamos atravesarlas, remontarlas, dejar abajo las nubes negras, y desde encima de ellas ver otra vez el sol…
Dice que lo más atroz de las cosas malas que ocurren es el silencio de la gente buena. Cuántos ejemplos de ello vemos cada día: esos niños esclavos, en las minas y en los telares de donde seguimos comprando joyas y ropa, esas mujeres mutiladas por las que ningún grupo feminista alza la voz, esos grupos étnicos masacrados por los que ningún Gobierno se mueve porque no tienen nada que ofrecer a cambio…
Dice que es fácil ponerse de pie en la multitud, lo difícil es hacerlo estando solo. Ah, sí: la masa. Ese horrible monstruo de mil cabezas, que grita lo que las demás bocas y muerde lo que los demás dientes y patea lo que las demás patas. Sin mente y sin razonamiento, porque se sabe protegido. Lo difícil, lo heroico, es ponerse en pie entre un rebaño tumbado al sol y gritar que quieres otros campos y otros horizontes y no aceptas el cayado de ese pastor ni los ladridos de ese perro.
Dice que la plegaria es la llave de la mañana y la cerradura del atardecer. Abrir los ojos y agradecer a Dios por concederte el don de un nuevo día que vivir. Cerrarlos y agradecerle haberlo podido terminar.
Gracias, Mahatma, Gran Alma, Ghandi. Madre Historia va a releer tus frases. Las va a guardar en su Cofre de Oro.