En Esfinge solemos llamar la atención sobre la necesidad de que la filosofía esté presente en todos los niveles educativos y así lo han manifestado nuestros entrevistados y colaboradores en incontables ocasiones. Somos conscientes de que el principal argumento que se esgrime a favor de la ausencia de formación filosófica es el de su inutilidad, frente a otras materias que preparan para insertarse en el «mercado laboral». Como si el destino humano pudiera resumirse en esa propuesta materialista y casi mecanicista. Y como si aprender a pensar, a decidir, a discernir, no fuese útil y necesario para vivir mejor.
Por eso, en esta ocasión, nos sentimos satisfechos de participar en el debate sobre la necesidad y utilidad de la filosofía con una propuesta especialmente interesante, como lo es el estoicismo, una de las escuelas filosóficas más duraderas y todavía vigentes, como se deduce de las aportaciones de nuestros colaboradores.
Los filósofos estoicos de todas las épocas nos ofrecen maravillosos ejemplos de lo que es el «modo de vida filosófico», una manera de interpretar y comprenderse a uno mismo y al mundo que nos puede hacer más felices, más libres, mejores. Un vistazo a los trabajos que hemos reunido en este número de Esfinge nos ayudará a comprender todo lo que perderíamos si relegásemos la filosofía al rincón simbólico de los objetos inservibles.
Una lectura frecuente de las Meditaciones de Marco Aurelio o las Máximas de Epicteto puede ayudarnos a deshacer muchos nudos que nos atrapan en la vida diaria.
Me encanta, se puede aplicar en la actualidad