Un sábado por la mañana, mientras veía y escuchaba un concierto en la televisión, uno de los temas llamó mi atención. Se trataba de la Suite Casablanca, de Max Steiner, que formaba parte de un programa de temas norteamericanos, o sobre Norteamérica, como laRhapsody in Blue, de Gershwin, o el cuarto movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Dvorak, entre otros. Esta suite atrajo mi atención porque es, en esencia, la música que identifica esa película, abarcando los diferentes momentos por los que pasa la trama de la misma, desde aquellos de mayor tensión a los más íntimos o románticos. Igual que ocurre con La marsellesa, que todos identificamos ya con Casablanca.
Lo interesante era que, a medida que escuchaba la música, me venían a la mente las escenas de la película y pensé que, de no haberla visto, esa música no tendría el mismo significado para mí. Así, fui recordando muchos aspectos que hacían de esta película algo especial. Casablanca se filmó entre mayo y agosto de 1942, prácticamente toda en estudios, y hubiera sido una película de propaganda bélica más, como tantas otras que se hicieron por entonces, en plena II Guerra Mundial, de no haber sido por una serie de factores que, al unirse armoniosamente, dieron lugar a una obra maestra absoluta de maravillosa unidad y consistencia.
Entre los varios escritores que tomaron parte en el guión, Howard Koch resaltó los elementos políticos y melodramáticos, mientras que el director Michael Curtiz favoreció las partes románticas, y así todo encaja extraordinariamente bien.
La diferencia de estatura entre Ingrid Bergman y Humphrey Bogart –ella era más alta– se solucionó con plataformas bajo los zapatos para él, cojines para las escenas de sentados, y una química formidable entre ellos.
El tema musical central de la película se basa en la canción As times goes by, que no era de Steiner, pero que él pensaba reemplazar con un tema suyo. No tuvo tiempo para ello, por lo que tuvo que aceptarlo, al igual que la inclusión de La marsellesa.
En la famosa escena del piano, el actor Dooley Wilson interpreta la canción mientras, aparentemente, toca el instrumento. La realidad era que no sabía hacerlo porque él era baterista, no pianista, lo que no impidió que la escena saliera perfecta.
En cuanto a la escena de La marsellesa, interpretada a todo pulmón por todos los presentes, liderados por el actor Paul Henreid, que interpreta al líder de la resistencia y marido del personaje de Ingrid Bergman, solo puedo decir que nunca he escuchado, ni creo que escuche, mejor versión del himno nacional de Francia.