Dicen que los cuentos buenos nutren el alma del niño. En la actualidad los niños los buscan como en cualquier otro tiempo, pero a menudo lo hacen con un apetito desmesurado. Como si no pudieran saciarse con lo consumido y siempre quieran ver más y más cuentos en vídeos o en televisión. Es sabido que si uno consume una comida buena y justa el organismo asimila lo consumido y no exige más. Del mismo modo el niño después de escuchar -y no necesariamente ver- un buen cuento lo «digiere» y juega con sus elementos.
Podemos entonces afirmar que hay cuentos buenos que nutren el alma, y otros que son como goma de mascar, dan la impresión de saciar pero después uno se queda con hambre. ¿Cómo diferenciarlos? Platón, hablando sobre la pedagogía, dice que los cuentos buenos se enraízan en el alma del niño y con el tiempo germinan en virtudes.
Un buen cuento debe enseñar al niño a diferenciar lo bueno de lo malo, identificarse con lo bueno, o sea, imitar lo bueno. En el presente estudio nos ocupamos de un tipo de cuentos que son habitualmente calificados como cuentos mágicos, ya que pueden afectar profundamente las almas de sus pequeños consumidores. No siempre es fácil detectar los siete tipos de personajes comunes que los caracterizan, ya que pueden estar disfrazados, unidos, o aún puede faltar uno u otro, pero la idea central es básicamente simple y reconocible: el protagonista, el héroe del cuento, tiene una tarea grande para realizar y debe pasar varias pruebas en su camino. Tiene enemigos y ayudantes y durante todo el proceso él mismo aprende y cambia.
Las relaciones del héroe con otros protagonistas.
El adversario.
El triunfo sobre el adversario nunca es el objetivo principal. No existen cuentos en que el héroe dice: «Busquemos un dragón y matémosle.» Lo importante es que el héroe de cuentos no combate contra algo sino por algo. El adversario le impide progresar hacia su objetivo y para poder conseguirlo tiene que enfrentarle. El combate mismo en general sucede según los códices caballerescos; los oponentes se saludan mutuamente, escogen las armas y la lucha es generalmente simple y corta. No se profundiza en detalles sangrientos y el héroe acaba con su adversario sin crueldad alguna. Sobre todo no hay descripciones superfluas de dragones sufrientes que succionan sus dedos sangrantes, como a veces encontramos en los cuentos más modernos. Si la muerte del adversario no es necesaria, el héroe le debe perdonar. Aún más, en algunos casos ésta es la prueba misma; no debe matar el enemigo aunque no sabe por qué exactamente, pero al fin se ve que sin la presencia del adversario nunca habría podido resolver la tarea principal. Este es el caso, por ejemplo, de Gollum en El Señor de los anillos.
El benefactor.
Nunca puede faltar esta figura compleja. En general aparece bajo dos aspectos diferentes. 1. Ayuda al héroe con sus consejos, le inviste de capacidades especiales, armas mágicas, le apoya en los momentos más difíciles y si el héroe cae en una prueba, le otorga posibilidades para repetirla (aunque no más de tres veces). El benefactor es todopoderoso y sabio, y el héroe se identifica con él. Puede aparecer en las más variadas formas, como un hada o una mujer anciana, como la voz interior que le dice al héroe que debe escoger el caballo más endeble, la espada menos brillante. Con su ayuda el héroe aprende a diferenciar lo falso de lo verdadero, ver detrás de la engañosa superficie de las cosas. Por fuerza existen cuentos que hablan de ocasiones perdidas por la misma razón: falta de atención, desconfianza en el benefactor y falta de discernimiento. Por ejemplo el héroe de un cuento, un leñador, ayuda a un hada reparándole su carro y ella le regala unas virutas de las que él, con desprecio, coge solamente un par. Cuando llega a su casa ve que las virutas son de oro. Corre al bosque pero -naturalmente- ya no encuentra las virutas mágica, ni al hada. Esto demuestra que lo que es verdaderamente importante no es lo que el héroe sabe sino su preparación moral y el nivel de su intuición. En los cuentos mágicos no hay recetas que sean válidas en todos los casos. Lo que se espera del héroe es que encuentre el comportamiento justo con su benefactor. 2. Pone al héroe ante pruebas decisivas. En este caso también aparece en las formas más variadas; es como una fuerza desconocida, que en algunos casos parece maligna. En muchos cuentos durante un tiempo parece que el héroe pierde si sigue las indicaciones del benefactor.
En el cuento húngaro Kagzagzuk, el Señor de la Fuerza prepara al héroe para la lucha contra los osos polares, pero su fuerza debe permanecer desconocida. Su prueba era soportar humillaciones y burlas de sus vecinos a pesar de sus capacidades.
La última hada en la Belladurmiente parece maligna, pero sin esta maldición nunca habría existido la Bella durmiente por la que luchar y el héroe nunca habría podido desarrollar las virtudes de valor, perseverancia, fe. Hay muchísimos ejemplos en los que el incumplimiento de las indicaciones del benefactor imposibilitaría al héroe en la finalización de su trabajo y objetivo principal. La dama en peligro. De alguna manera todo empieza con la dama. Ella es la causa que está detrás de todo y es el objetivo final de todas las luchas y búsquedas. El héroe se pone en camino para encontrarla y salvarla, y el cuento finaliza con la boda entre los dos. Sería un error pensar que la dama pasivamente espera que el héroe la salve. Ella también tiene sus pruebas y batallas aunque son de diferente tipo y en general no suelen ser muy detalladas. La dama tiene que resistir las tentaciones en la cueva; tiene que enfrentar las dudas y debilidades del ánimo en presencia del enemigo, aún sin saber si alguien vendrá jamás para salvarla. Tiene que preservar su pureza, esperanza y fe en medio de las tinieblas. Ella combate con su fuerza interior y si de vez en cuando tiene ayudantes, ellos siempre personalizan alguna de sus propias virtudes. Los cuentos tradicionales no conocen la posibilidad de que la dama se enamore del dragón. El héroe, por otro lado, nunca puede olvidarse de la dama a la que en la mayoría de los casos no conoce personalmente. En el cuento eslavo El príncipe Mirko el héroe no se detiene en su camino y su voluntad no se quiebra aún cuando le ofrecen un reino. Pues ambos -el héroe y la dama- deben permanecer fieles al dial de su otra mitad, tan buscada y necesitada. Si analizamos los cuentos en su clave individual, en la que todos los personajes se encuentran dentro del héroe mismo y sus batallas y pruebas son interiores, el cuento de La bella durmiente del bosque ofrece una posibilidad de interpretación muy interesante. El príncipe que por fin salva a la Bella durmiente no tiene nombre, como tampoco lo tienen numerosos príncipes anteriores que han perecido en su intención de penetrar en el castillo. Se puede tratar de un mismo príncipe que lo intenta y fracasa, empieza de nuevo y de nuevo fracasa y después de muchos intentos por fin lo consigue. Se trata de una fe inquebrantable a la que no importa la vida o la muerte, ya que la dama ideal está fuera del alcance de la muerte. En la clave individual ella es el alma del héroe, está en el más elevado altar y ningún cambio le afecta. Es como el fuego que puede dormir pero nunca deja de existir.
Las relaciones del héroe con los demás personajes.
No es difícil definir las relaciones del héroe con sus ayudantes. puede ser uno o varios, pero en general son personificaciones de virtudes o capacidades especiales que ayudan al héroe en sus pruebas diferentes. Por ejemplo el ayudante tiene una vista tan penetrante que ve a través de las cosas y aún puede batallar usando esa capacidad como si fuese un arma. Lo más notable es que el héroe nunca cuenta con la ayuda de otras personas, tiene solamente su propia fuerza. Cuando ocurre lo contrario el fracaso es la regla. El iniciador es la situación o personaje con el que el héroe comienza su trabajo y, en general, al final vuelve a él. Es la patria donde vivía y a la que vuelve al final, pero ya no como un joven desconocido, sino, en la mayoría de los casos, como su rey. El héroe falso puede aparecer en los últimos momentos, cuando quiere despojar al héroe verdadero del fruto de su acción. En todo caso tiene que ser revelado; con eso desaparece y el héroe se libera finalmente. En la clave individual significa la purificación final del héroe después de todas las pruebas grandes a través de las cuales ya pasó o también puede significar la última prueba de atención.
El héroe de los cuentos mágicos.
El héroe nunca inicia su camino por razones meramente personales. Siempre está al servicio de algo que le traspasa. Lucha por el bienestar de la dama en peligro, del reino, o aún por los astros, la Luna y el Sol, como en el cuento húngaro Mezoszárnyasi. En el larguísimo y simbólico cuento chino Viaje al Oeste, donde seguimos el viaje de un sacerdote a través de 81 pruebas llenas de riesgos y peligros hacia los libros sagrados, vemos lo mismo: el sacerdote es escogido para el viaje por el emperador mismo, gracias a su pureza. El objetivo de su viaje es la necesidad de su pueblo y no la suya. La recompensa suya son las pruebas mismas con que se encuentra, ya que cada una sirve para afianzar y demostrar sus capacidades y virtudes. No es raro que el héroe obtenga un nombre nuevo, lo que también indica los cambios esenciales que pasan en él. En realidad podemos decir que su camino es iniciático e interior: tiene Maestros, enemigos, un gran objetivo que le permite despreciar a la misma muerte. Su camino es siempre cíclico pero ascendente como en una espiral, que vuelve a su inicio después de todas las transformaciones internas. Con esta vuelta al punto de partida se encuentran mágicamente el pasado y el futuro, o sea, entramos en un mundo ideal fuera del tiempo, donde reinan la bondad y la justicia. Los cuentos mágicos más hermosos no explican mucho. Simplemente relatan los hechos y si somos ya adultos nos ponen ante la prueba de captar el mensaje esencial escondido con análisis racional y un poco de intuición. Quizás el camino más seguro es hacernos preguntas sobre cómo o por qué las cosas ocurren como ocurren y detrás de estas preguntas podemos encontrar el mensaje metafísico de un cuento. En cuanto a los personajes mismos no se caracterizan por sus palabras sino por sus hechos. Por ejemplo, no es necesario decir que el héroe era humilde o valeroso si todos sus hechos lo prueban. Con los niños los cuentos realizan una magia especial; les preparan para las pruebas de la vida; les enseñan que el bien siempre vence al mal y que ningún fracaso es final; que deben proteger y ayudar a los que son más débiles que ellos; que el bienestar de la comunidad humana depende de cada uno de nosotros ya que cada persona puede ser el héroe del cuento de su vida.
Magnífico estudio. Ni sobra ni falta.