Vida en el infierno
Las vistas más hermosas de estas lagunas son, sin duda, aquellas de altas temperaturas que, con el azufre y los metales disueltos, generan pequeños ecosistemas que visten estas pozas con los colores más vivos, más vírgenes y brillantes que pueda uno imaginar. La mayoría de ellas posee una gruta en su fondo, a través de la cual emiten esta agua casi hirviendo, con una concentración ácida que muy bien podría disolver la carne. A veces, estas grutas expulsan burbujas que crecen y elevan cúpulas de cristal rutilante. La respiración de una gigantesca bestia dormida en las entrañas de la tierra, un dragón perezoso y colosal. Las mejores lagunas de colores las podremos encontrar en Fountain Paint Pot, en la zona de Grand Prismatic Spring, y en las orillas del propio lago Yellowstone. Pero la preferida del viajero, y donde más espectacularmente se ve el efecto de expulsión de burbujas es en una pequeñita, Surprise Pool, cerca de White Dome Geiser y de Great Fountain Geyser, los géiseres más famosos y potentes después, quizás, del Old Faithful.
Prismatic Spring, con la mayor y mejor variedad de colores, solo se ve en todo su esplendor desde el sendero de la montaña, porque la distancia al camino y su enorme extensión —la más grande de las lagunas termales del parque— hacen imposible de contemplar a ras del suelo. De hecho, pasaría desapercibida de no ser por la cartelería que acompaña el recorrido. Tiene unos 70 m de largo, y el agua de su centro suele estar a 70ºC, aunque a veces entra en ebullición. La laguna es una poderosa fuente que arroja cada minuto al río Firehole casi 2000 litros de agua. Los minerales y las colonias bacterianas que ayudan a depositarlos cubren prácticamente los siete colores, convirtiendo esta laguna en una de las más hermosas del parque.
Fountain Paint Pot reúne los cuatro tipos de afloramientos termales presentes en Yellowstone: géiseres, manantiales calientes, volcanes de barro y fumarolas. Esta zona tiene la importancia histórica de ser el lugar donde se descubrió Thermus acuaticus, una arqueobacteria que posibilitó las PCR, al contener una polimerasa que no se desnaturaliza con altas temperaturas.
Este lugar, no muy extenso y con un recorrido de apenas 1 km, se encuentra en Lower Geyser Basin, una cuenca de sedimentos glaciares que se mantienen inestables sobre un fondo de sólida roca. Quizás ello sea lo que permite la existencia del único otro gran géiser con expulsiones predecibles, el Great Fountain Geyser. Los movimientos de tierra del supervolcán subterráneo provocan pequeñas variaciones en estas fisuras y disposición de surtidores, al igual que en cualquier otro punto del parque, y pueden hacer variar sensiblemente la fisonomía del lugar. A veces, en el transcurso de unas pocas horas.
Hemos mencionado los extremófilos. Son organismos que viven en condiciones extremas de temperatura y acidez, radiación o presión. Incluyen bacterias y arqueobacterias capaces de vivir donde no lo puede hacer nada más, que medran perfectamente en ambientes tan «imposibles» para la vida como las fumarolas oceánicas abisales, las rocas de la Antártida profunda, las paredes de los reactores nucleares, a decenas de kilómetros bajo la superficie terrestre o en los bordes de cráteres volcánicos activos. En el parque abundan las cianobacterias, que soportan perfectamente los 75ºC y pH entre 3 (muy ácido) y 9 (bastante alcalino), y Archaeas, como el género Sulfolobus, el más abundante aquí, con capacidad de vivir con comodidad a 55º en un pH endiabladamente ácido de entre 0 y 3. Las temperaturas y las colonias bacterianas por encima de los 75ºC dan colores azulados, de un tono zafiro claro, que se refuerzan por la luz del sol reflejada en las finas partículas de silicato en suspensión en el agua. Cuando la temperatura baja de los 75ºC, las bacterias forman colonias visibles en tonos verdes y amarillos. Si seguimos bajando hasta los 50-60ºC, las colonias son naranjas, rojas y, finalmente, de color ocre.
Estos organismos viven en comunidades, simbióticamente, organizados de manera vertical como en los bosques y selvas. Como es arriba, es abajo, se dice. Aquellos que están más cerca de la superficie, como las copas de los árboles, utilizan la luz solar para realizar la fotosíntesis y suministrar el alimento necesario al resto del pequeño ecosistema. Los seres que se encuentran más abajo y en el fondo son los responsables de sintetizar y distribuir otros productos químicos, descomponer y reciclar materiales, de manera que abastecen a los organismos fotosintéticos de más arriba. Este complejo mundo, con un tejido orgánico y funciones bioquímicas apenas descubiertas, ocupa tan solo unos cuantos centímetros cuadrados.
Estas bacterias son el comienzo de una red trófica que continúa con larvas de ciertas moscas, habituadas a las altas temperaturas que rodean las agrupaciones de microbios, pero que se cuecen dentro de la corriente del agua. A su vez, estas moscas alimentan a pequeñas aves insectívoras, arañas y otros insectos. Pero las larvas no pueden ser muy glotonas: si engullen demasiadas bacterias, deterioran y desestabilizan la colonia en forma de «isla» en la cual viven y se alimentan, precipitando a todo el grupo al fondo de la corriente y muriendo de forma horrible e inmediata, cocidas vivas o ahogadas, en un diminuto cataclismo que podría recrear el hundimiento de la Atlántida. Algo parecido ocurre con las colonias de bacterias y camarones en los bordes de las fumarolas atlánticas. To eat or not to eat, that´s the question.
Los extremos de estas lagunas, donde el agua es más tibia y ya corre templada hacia los ríos que las recogen, cumplen otra función muy importante. En los fondos de travertino son visibles multitud de pisadas de animales, principalmente bisontes, que gustan de venir a refugiarse en la tibieza de estas aguas durante los momentos más fríos del invierno. Como los macacos japoneses en las pozas termales de su territorio, en las lejanas islas del Japón. Se ve que no hace falta ser simio para mostrar comportamientos inteligentemente adaptativos.
Los surtidores de barro se componen de minerales de arcilla y partículas finas de sílice, descompuesta a partir de la riolita madre. Esta riolita, rica en cuarzo y feldespato, se meteoriza en contacto con el agua caliente y ácida, y convierte el feldespato en caolín, muy utilizado por los nativos. Los crow (indios que pelearon en Little Big Horn a favor de los EUA, bajo el mando de Custer, y con una enemistad ancestral contra los lakota) gustaban de decorar sus tipis con esta pintura blanca. La expulsión del barro en burbujas o en somnolientos derrames se debe a la mínima expresión de los gases, que si surgen en solitario originan las fumarolas. Vapor de agua (sobre todo), dióxido de carbono y una pequeña cantidad de sulfuro de hidrógeno (que añade al ambiente un delicado perfume completamente desagradable) son expelidos por ventanas a ras del suelo a altas temperaturas, que pueden provocar serios daños al viajero desprevenido, incauto, aventurero o simplemente embelesado con tanta belleza, si fuera del sendero señalizado introduce alguna de sus piernas en ellos. A veces, los surtidores de barro dejan de emitir o aumentan los gases expelidos, o todo lo contrario, dependiendo de las lluvias y nieves, de terremotos o de causas aún no bien conocidas.
El río Yellowstone
El parque toma su nombre del río «de piedra amarilla» que lo atraviesa, cuyo barranco es uno de los más bellos que el viajero verá en este país. Tras llenar el lago del mismo nombre, el Yellowstone enfila joven y fuerte el norte, alegre, y pronto se encuentra con dos saltos que resuelve en otras tantas cascadas. Existe un punto para observar las llamadas «cataratas superiores», «Upper Falls», casi en línea con el río y al borde de la impresionante corriente, y otro lugar para contemplarlas desde enfrente, al otro lado del barranco, «Uncle Tom´s Parking Area». El cañón del Yellowstone tiene dos panorámicas, la más alta de las cuales es Lookout Point, para contemplar la catarata baja, Lower Falls. Los nombres de las cataratas hacen referencia a su posición en el curso del río, ya que la baja, la segunda, tiene en realidad una caída vertical de algo más de 100 m., y la alta, que es la primera, apenas supera la treintena.
Lower Falls tiene otro balcón que combina la cercanía al río con un balcón abierto al vacío, desde el que puede verse al Yellowstone volar y estrellarse en chorreantes bramidos 100 m más abajo. Este punto y Lookout Point, al fondo, suspendido como un nido de águila entre los picos, dejan ver las entrañas minerales del parque, donde el río discurre por una garganta totalmente amarilla, flamígera, de cuyo fondo surgen los vapores de volcanes escondidos. Alguien calificó el lugar como una obra maestra de artesanía natural. Para el viajero, que nació en una tierra donde el agua escasea y en la cual las grandes corrientes son plácidos remansos de ríos, domados por pantanos artificiales, esta furia húmeda y tumultuosa le parece admirable. Un cauce infinito que ruge, se estrella sonoro contra rocas grises, amarillas y blancas, cayendo en total libertad a un cañón de verticales paredes amarillas, como un sagrado grial de oro de fondo inagotable. Otras corrientes, otras cascadas impresionan, pero la vista del cañón del Yellowstone es realmente inolvidable.
El Gran Cañón del Río Yellowstone (es otro cañón americano al que hay que hablar de usted, así que usemos las mayúsculas apropiadamente) corta una antigua cuenca hidrotermal de riolita y toba volcánica que una explosión de la caldera del supervolcán, relativamente cerca, originó hace unos 500.000 años. La mejor prueba del proceso son las fumarolas y chimeneas de gas, que aún hoy, pueden verse humeando en el fondo del cañón, y que surgen a través de la corriente del río como una herida abierta y supurante. El fondo amarillo se recubre así, en parte, con amplios paños de tonos rojizos y ocres, fruto del hierro presente en la riolita, oxidado por el aire y por el vapor de agua. El cañón, en su totalidad, tiene 32 km de largo, y casi 400 m en su parte más profunda. Su anchura varía entre los 500 y los 800 m. Pero la historia no ha terminado. El río continúa su trabajo buscando los secretos de la tierra por donde corre, profundizando en su propio lecho, construyendo un cañón cada día más largo, más ancho y más profundo.
Este es un paisaje activo, y no solo es el río el que construye su propio camino. La tierra también cambia, con ayuda del fuego, con ayuda del agua, con ayuda del vapor y el aire, conformando todo junto un auténtico poema de salvaje belleza. Nuestro mundo occidental lo define y lo mide, encuentra la causa geológica y acota probabilidades, razones y consecuencias, en un acercamiento científico que nos ayude a desvelar el misterio de Yellowstone. El piel roja lo vuelve todo más fácil. Para él, Madre Tierra está viva y tiene su propia alma, y en lugares como Yellowstone, ese alma se asoma a saludarnos.