«Quiero que todos nos beneficiemos de la riqueza que tenemos, y eso solamente es posible con un cambio de modelo de negocio»
Rara vez se menciona a Gunter Pauli sin añadir, a continuación, que es autor de La economía azul. Lo que no se menciona tanto es el valor infinito de cada uno de los ejemplos que aparecen en el libro, con los que Pauli demuestra que los sistemas autosostenibles y ecológicos no solo son más naturales y eficientes; también son mucho, mucho más rentables económicamente. Con el subtítulo de «10 años, 100 innovaciones, 100 millones de empleos», esta revolucionaria publicación arroja con contundencia una prueba difícilmente refutable del verdadero sentido de la innovación y la economía: el bien común.
Pauli es, además, una persona convencida del tremendo poder de cambio de las comunidades, y un entusiasta defensor de los movimientos locales que innovan a partir de la observación del funcionamiento de la misma naturaleza, movimientos que surgen como respuesta a los modelos de negocio tradicionales. ¿Un mundo mejor es posible? Para Gunter Pauli, está claro que sí.
Lleva varias décadas proponiendo un cambio en la forma de enfocar la economía. ¿Cómo ha avanzado ese cambio hasta ahora?
Yo mismo comencé con esta tradición del pensamiento económico hasta que tuve que enfrentarme a la realidad en mi propia fábrica. Yo tenía una fábrica ecológica cero emisiones, donde reciclábamos todo el agua, una fábrica donde pagábamos al personal por venir al trabajo en bicicleta… pero todo eso tenía un fallo: importábamos aceite de palma africano cultivado en Indonesia. Ahí me di cuenta de que el modelo verde que yo conocía y por el que recibí tantos premios no era ecológico. Al contrario, limpiábamos ríos en Europa, pero destruíamos bosques tropicales en Indonesia. Eso no era posible, y fue ahí donde me di cuenta de que el modelo de negocio necesitaba una transformación fundamental.
Ahora llevamos doscientos proyectos realizados en veinticinco años, y creo que el mundo, la tierra, me ha dado la oportunidad de ofrecer una prueba de que sí es posible. Hoy estamos ya en la segunda etapa del proyecto, y vamos a pasar de 200 a 200.000, y esto depende fundamentalmente de una cosa: tenemos una nueva generación de emprendedores jóvenes que están dispuestos a trabajar por el bien común.
¿Dónde encuentra el mayor punto de resistencia para la implantación de este modelo de economía, en las empresas, en los ciudadanos, en los políticos…?
No, la mayor resistencia en todo esto es la ignorancia, es no saber que se pueden usar los desechos de la mina para hacer papel. El hecho es que se puede producir té de hojas de café gracias a una abeja, pero hay mucha ignorancia sobre esto, y si yo tengo una finca que puede producir café y té, ¡yo puedo tener el doble de ingresos! Pero ¿gracias a quién? A una melipona, a una pequeña abeja tropical, pero hemos eliminado la biodiversidad del lugar porque nos obsesionamos con la productividad de la abeja africana, y el resultado es que estamos matando la biodiversidad y limitando las oportunidades, y por eso no podemos creer que esas oportunidades sean reales. Por eso creo que el mayor problema es la ignorancia acerca de las oportunidades que tenemos.
¿Es la educación un eje en este cambio?
Nosotros tenemos que intentar dejar de educar, porque todo lo que nosotros «sabemos» es lo que ha causado los problemas que tenemos. Por eso volvemos a la canción de Pink Floyd, «We don’t need no education, we don’t need no throught control». Creo que tenemos que liberar los cerebros de los jóvenes para que no se enfoquen solamente en lo que nosotros ya sabemos, sino en lo que nosotros les inspiremos a hacer: el descubrimiento de las cosas increíbles que sus padres han ignorado.
Entonces es un poco como lo que decía Richard Feynman, que el problema es que nos enseñan a creer en lo que nos enseñan, pero no a cuestionarlo.
No solamente tenemos que cuestionar. Creo que esto de cuestionar es muy europeo, la crítica, el análisis crítico, la yuxtaposición, pros y contras, negro y blanco…, pero esto no es lo que necesitamos; necesitamos superar lo positivo y lo negativo y cambiarlo por lo mejor, porque lo que tenemos que enseñar a los niños es que no hay malo o bueno, hay siempre mejor, en lo bueno y en lo malo.
La tecnología se está presentando como el poderoso motor de la innovación, lo que nos va a salvar de todos los desastres en los que nos precipitamos. Es como si realmente no pudiese haber innovación si no hay tecnología, ¿es así?
Tenemos que hacer una diferencia entre innovación e «innovación». Me explico. La innovación tecnológica tiene unos efectos negativos que no conocemos hoy, siempre los descubrimos después de que hemos introducido la tecnología. Lo que necesitamos hoy en día no es más tecnología. Creo que tenemos ya todo lo que se necesita para resolver todos los problemas que tenemos. ¡Todo!, y lo que necesitamos realmente es innovar en el modelo de negocio, este modelo de negocio que obliga a una empresa de Chile a competir en precio contra Bangladesh. ¡Eso es un chiste!, ¿cómo vamos a hacerlo? ¡En Bangladesh pagan un dólar a la semana! ¿Cómo podemos pensar que estamos todos en igualdad? Nosotros creemos que es necesario fomentar el desarrollo económico mediante ecosistemas, fomentar un desarrollo social por medio de lo económico, y por eso mismo no puedes competir si la base está en un precio más barato. Hay que competir con el valor que generas, con lo que tienes, y esta es la transición, la gran innovación que necesitamos. No es la tecnología, es el modelo de negocio.
Le pongo un caso concreto, el data mining, la minería de datos. Es algo de lo que se benefician unas pocas empresas, ¡diez en todo el mundo! Yo propongo data farming, la agricultura de los datos, y cuando hablo de esto la gente me dice: «¡Ay, es tan romántico!». Pero no es romántico, el sistema de data farming es el más exitoso de la tierra. La gente me dice que no, que esto no es posible, pero ¿han estudiado los hongos, las micorrizas? El sistema de comercio que ha montado el hongo en el bosque es millones de veces más efectivo y denso que el Internet con 5G. Así que, que no me hablen del 5G como la gran revolución, ¡es una tontería chiquitica comparada con la red que tiene un hongo! Pero claro, como nosotros nunca estudiamos la naturaleza, no podemos inspirarnos. ¡Otra vez la ignorancia!
Hay una gran fascinación por los datos, el Internet y la democratización del acceso a la información, pero ¿qué ha logrado realmente? Se ha convertido en el gran negocio de diez empresas en el mundo. ¡Por favor! Si estamos de acuerdo en que los datos son el petróleo del siglo XXI, ¿por qué se lo damos a diez personas?, ¿por qué le damos a diez personas el poder para controlarlo todo? Yo no lo entiendo, y por eso digo que lo podemos hacer mejor, mucho mejor, y este «mejor» depende solo de que unas personas que tomen iniciativa, monten una empresa y la pongan al servicio de la comunidad, no al servicio del capital.
Dentro de esa ignorancia de la que habla, se suele asociar la actitud respetuosa con un menor beneficio o con una menor competitividad, incluso hasta con una renuncia al progreso.
¡Al contrario! ¿Qué es progreso cuando todos los datos de toda tu vida están en manos de diez empresas?, ¿es eso progreso? Perdón, pero esto no lo considero progreso. Después de cincuenta años de revolución verde en la agricultura, hemos llegado a una situación en la que, hoy, hay más gente con hambre y malnutrición que nunca en la historia. Entonces, si llegamos a la conclusión de que la revolución verde tenía como objetivo erradicar la malnutrición y el hambre, la realidad es que no lo ha logrado. Es más, los índices de 2020 son los peores de la historia y las estadísticas. Entonces, ¿qué tenemos que concluir que es el progreso? Perdón, pero nos estamos entregando a un modelo que no nos da progreso. No lo estoy criticando, estoy exigiendo que lo hagamos mejor.
Explíqueme cómo es posible que una empresa de café como Starbucks, que solamente usa el 0,02% de la cosecha de un cafecultor (¡0,02%!), venda un café a cuatro dólares en Nueva York. ¿Cómo es posible que el cafecultor reciba solo 0,01 centavos? ¿Eso es progreso? Yo no soy comunista, soy una persona que quiere que todos nos beneficiemos de la riqueza que tenemos y que podemos generar, y esto solamente es posible con un cambio de modelo de negocio.
¿Cómo podemos abordar ese cambio cuando, de alguna forma, el mismo ser humano se ha convertido no solo en un consumidor, sino en un producto de consumo que se compra y se vende, especialmente para lo que comentaba antes de los datos?
Creo que es una gran oportunidad, pero imagínese: la palabra que utilizamos, es Internet of things, Internet de las cosas. ¡Things!, ¿por qué no se llama Internet of life? ¿O Internet of the people? Ya en las palabras que utilizamos hemos eliminado el corazón, hemos eliminado a la persona y la comunidad, hemos eliminado la resiliencia, el bien común, ¿por qué es Internet of things? Ahora bien, ¿cómo cambiamos la situación? Esto lo cambiamos con proyectos concretos desde la misma casa, que es donde arrancan los cambios; no se cambia porque el presidente de la república lo haya decidido, creo que esperamos demasiado de un presidente de la república.
Le doy un caso concreto. A muchos nos gusta tomar por las mañanas zumo fresco de naranjas. Exprimimos las naranjas y nos bebemos el zumo recién hecho. Ahora bien, ¿qué hacemos con la cáscara? La tiramos. Pero resulta que con un kilo de cáscaras de naranja, siete cucharaditas de azúcar y un litro de agua, en dos semanas tengo un vinagre que puedo usar para limpiar los baños de mi casa y desinfectar la cocina. ¿Por qué no lo hacemos?, ¿por qué compramos algo que se llama clorox, que es pura química, y que es dañino para el ciclo ecológico del agua?, ¿por qué querríamos destruir el agua, que es vida, cuando podemos limpiar con un vinagre hecho en casa? Y si además queremos hacer negocio con ese vinagre, pues lo hacemos. Ya hemos montado en Asia miles de negocios como ese, gracias al deseo de tomar zumo fresco. Creo que podemos combinar el bienestar de la persona, porque un zumo fresco es mejor que un zumo procesado, con el bienestar del ecosistema, no echando algo que es tóxico. Hay tantas iniciativas que se pueden tomar, ¡tantas! Pero, otra vez somos ignorantes, ¡no lo sabíamos!, y cuando lo averiguamos nos parece demasiado científico, o muy complicado, o muy sucio.
De alguna manera nos han vendido que el estado del bienestar consiste en no tener que hacer las cosas nosotros, aunque hacerlo nosotros es lo que hace que lo valoremos…
Y nos da más poder de compra. ¡Eso es interesante! No tenemos que exigir siempre sueldos más altos, lo que tenemos que exigir siempre es tener más poder de compra, y más poder de compra depende de poder hacer más con el dinero que tenemos.
A veces se innova, como ha dicho antes, sin pensar en las consecuencias que eso puede tener, y existe la idea de que solo por el hecho de que sea posible hacerlo, por la tecnología o por la ciencia, debemos hacerlo.
Afortunadamente, en Europa ya hay una iniciativa legal que obliga a la empresa a tener una responsabilidad extendida. Es decir, en el pasado, si yo vendía un producto, no tenía responsabilidad. Sí, hay una garantía que tengo que dar, pero si era dañino en el futuro, antes era muy difícil para el consumidor reclamar algo. Por eso la UE decidió extender la responsabilidad. Además, tenemos cada vez más una idea falsa de lo que es realmente la innovación. ¿Es el iPhone 12 una innovación? No, es un consumismo fomentado. ¿Es que el iPhone ha cambiado nuestra vida? Sí, claro que ha cambiado la vida, pero si ha sido para mejor o no, cada uno debe decidirlo por sí mismo, aunque sabemos que el aislamiento del joven actual de la sociedad está causado por los smartphones. Por eso tenemos que, no solamente hacer un análisis científico, sino que también hay que hacer correcciones, y estas correcciones hoy en día son muy difíciles, porque la mayoría de las empresas que tienen el poder en el mercado no dejan que estos cambios se realicen. Existen armadas de lobbies que nos impiden hacerlo, pero con una buena sonrisa y una actividad en la periferia, no en el centro, somos capaces de hacer una buena táctica de guerrilla sin fusiles.
¿Hasta qué punto es necesaria, eficaz y poderosa la acción individual de cada uno de nosotros?
Permítame ponerlo en un contexto. Es obvio que una persona o una familia sola no puede cambiar el mundo, porque nos han dicho que la innovación de un nuevo modelo de coche eléctrico, o de un nuevo sistema de comunicación, requiere tanto dinero que es imposible que un individuo sea capaz de movilizar el conocimiento y el dinero, y después imponer nuevas normas. Pero este es un pensamiento errado. Todos los cambios siempre han arrancado con una persona, ¡siempre! No olvidemos que todo objeto que tenemos en la casa es la creación original de un individuo, es decir, que reconocemos que el individuo tiene esta capacidad creativa, pero hemos perdido la comunidad. La comunidad, la vereda, el grupo que trabaja junto, es lo que hemos perdido, y es a nivel de la comunidad donde se llevan a cabo los cambios, como las decisiones sobre el uso del agua.
Yo fui muy privilegiado al poder observar y acompañar un gran proyecto colombiano que se llama Las gaviotas. En Las gaviotas tuvieron que cerrar el hospital por falta de pacientes. ¡Interesante! ¿Cuál es el objetivo en salud?, ¿más camas en cuidados intensivos o cerrar hospitales porque la gente está sana? Eso parte de una decisión. ¿Por qué el 30% del presupuesto mundial en medicina es para la homeopatía, auque la medicina dice que no funciona? ¿Por qué el 30% cree? Porque lo creen, es la fe, y fe, por ejemplo, es cambiar modelos de comportamiento. Por eso tenemos que hacer más análisis de qué es lo que queremos y de lo que hacemos con nuestro dinero, con nuestra familia, con nuestra comunidad, con nuestro pueblo, con nuestra región… y esta toma de decisiones en las que se elige compartir siempre viene de un par de personas que lo decidieron, porque ya estaban saturados del otro modelo. En este proceso de Las gaviotas tuvieron dos decisiones básicas: primero, todos los niños reciben tres litros diaros de agua gratis, no envasada en plástico, sino agua potable del grifo hecha en la comunidad por la comunidad. Segundo: a los seis años todos los niños reciben una bicicleta. Cuando los niños toman tres litros de agua potable diarios y andan en bicicleta el resto de su vida, los niños estarán tan saludables que no sabrán lo que es un hospital.
Esto es lo que olvidamos, que son decisiones de la comunidad. ¡Regalar una bicicleta!, imagínese el trancón de bicicletas que habría si todos los niños fueran en bicicleta por la mañana al colegio, y se decidiera que no es espacio para coches porque el espacio para los niños tiene prioridad. Estas son las acciones de comunidad, por eso estoy tan interesado y reservo todo el tiempo posible para iniciativas como Rapa Nui, porque es un caso concreto donde gente local ha decidido «¡no más!»; pero no es el «no más» de parar y criticar, es el de hacer localmente que sea posible.
Mucho para pensar y luego actuar. Gracias