Este año 2022 no ha comenzado muy esperanzador: el virus parece que «vino para quedarse», en Europa se escuchan «ruidos de sables» y la crisis, que nunca se fue, sigue golpeando con fuerza. Como ocurre con todos los momentos donde impera el individualismo y no se lucha por el bien común, están creciendo las desigualdades y cada vez los ricos lo son más y los que pasan grandes necesidades aumentan cada día.
Menos mal que nos queda la música para endulzar las dificultades y hacerlas más llevaderas. Una de las buenas noticias de este 2022 es la aparición del nuevo proyecto de Pablo Sánchez con Ciudad Jara. Tras el ilusionante y maravilloso Donde nace el infarto, primer disco tras la ¿disolución? del exitoso grupo La Raíz (2005-2018), he tenido la ocasión de escuchar su nuevo tema Cerezas y azahar. Y el valenciano nos anuncia que en marzo dará a luz el nuevo disco titulado Cinema.
La canción del pensador es una de las maravillas que encierra el primer trabajo, del que ya comentamos uno de sus temas en este espacio (El último pasillo).
Amanece la ciudad
y entre los desfiles de su carnaval
alguien pasa inadvertido porque no quiso disfraz,
tenía el sueño de volar,
la locura ató su cuerpo a un pedestal
y lo cubren los molestos restos de la tempestad.
El mismo autor reconoce que el momento en el que compuso el tema fue un periodo delicado: necesitaba estar solo y así lo transmitió a sus familiares y amigos. Era el momento de dejar a La Raíz, y esa decisión trajo aparejada una crisis que se ve reflejada en la canción.
También parece inspirada en la escultura de El pensador, del escultor Auguste Rodin, donde la estatua parece que habla.
El pensador iba a llamarse El poeta, dedicado al escritor italiano Dante Alighieri, autor de la Divina comedia, e iba a formar parte de La Puerta del Infierno, grupo escultórico en parte inspirado en la obra de Dante.
El poema narra el viaje de Dante desde la selva en que se encuentra perdido por el único camino practicable, por el subsuelo, guiado por el alma de Virgilio a través del Infierno, donde van conociendo los pecados y los padecimientos consecuentes de diversos personajes. Después de atravesar todo el Infierno, llegan al monte del Purgatorio y comienzan su ascenso; allí conocen a los que padecen duros castigos, pero que al menos conservan la esperanza de que algún día entrarán en el Paraíso. Una vez purificado tras su ascenso por el Purgatorio, Dante llega al Paraíso. Aquí se despide de Virgilio, que ya no puede seguir conduciéndolo, y a partir de aquí quien lo guiará será Beatriz. Dante ascenderá en los distintos grados de perfección y felicidad del Paraíso hasta llegar a la salvación o contemplación de Dios.
La Divina comedia es un viaje al interior de uno mismo a través de los diversos paisajes alegóricos que aparecen en la obra. Los diferentes lugares (Infierno, Paraíso, Purgatorio) y personajes (Beatriz, Virgilio) son los paisajes de nuestra propia alma.
Es como si cada uno de nosotros recorriésemos con nuestra alma un camino. Es conocerse a uno mismo y no solo conocer al caminante, sino también conocer el camino. El camino transforma al caminante y durante el viaje se puede lograr la realización de algo que está en potencia en el caminante.
Como decía Platón, solo dejando de mirar las sombras en el muro y volviendo los ojos hacia la realidad podemos recorrer nuestro camino interior. Hay que tener el valor de abandonar la caverna y salir a la luz.
Dante, en compañía de Virgilio, recorre diversos lugares donde las almas van purgando sus pecados. Pero, curiosamente, hay un lugar donde están los que no hicieron nada malo ni tampoco nada bueno. Uno de los pecados más terribles es el de la negligencia, aquel que se queda eternamente en el Purgatorio. Hoy en día podríamos compararlo con los seres humanos que no se esfuerzan por salir de la caverna, que están a gusto viviendo en un mundo de sombras.
No hace falta ser muy inteligente para que nos demos cuenta que hoy, más que nunca, es necesario salir del Purgatorio. Es necesario volver a recuperar el tiempo para la reflexión y el diálogo con uno mismo.
Ese ser que vive en nuestros adentros, debe ser escuchado. Para poder escucharlo hay que cerrar nuestros oídos a todo aquello que no nos aporta nada como seres humanos. No solo es necesario pensar, sino pensar bien. Del mismo modo que tratamos de no dar alimentos dañinos a nuestro cuerpo, deberíamos tratar de no dañar nuestra mente con «malos alimentos» mentales.
Si alguien vive en mis adentros, sabe que me gusta hablar
y que guardo largas charlas del diablo con mi alma.
Agradecemos a Pablo el aportar calidad musical y letras que dan que pensar en un panorama donde, por desgracia, impera lo insulso, banal e intrascendente. Es posible que a ciertos poderes les interese una humanidad que viva satisfecha contemplando las sombras.
Pero siempre habrá algún poeta que nos recuerde que no todo es oscuridad, y que al salir de la caverna hay un sol brillante que ilumina la realidad.
¡Atrévete a pensar!