Fue un 2 de julio de 1992 cuando el mundo del flamenco y del arte en general quedó huérfano del mito, para muchos, del cantaor que llegó a la divinidad gracias a su voz y a esa forma de dejar salir el duende. Según dicen sus más fieles seguidores, nunca hubo nadie igual y jamás habrá otro Camarón.
Aquellos que estuvieron muy cerca de él decían que era un gran artista, irrepetible, pero que todavía era mejor persona.
1979 supuso un cambio drástico en la carrera de Camarón. Su décimo álbum (La leyenda del tiempo) iba a ser un trabajo totalmente revolucionario para la época, aunque ya los componentes de Smash, con Manuel Molina, habían experimentado con sonidos progresivos y aportes de flamenco. También grupos como Triana, Alameda e Imán dieron nacimiento a lo que se llamó rock andaluz, aunque siempre partiendo del concepto de banda de rock.
Sin embargo, bajo su dirección, el productor Ricardo Pachón logró reunir, en torno a la figura central de Camarón, a personajes de la talla de Gualberto (Smash), Raimundo Amador, Kiko Veneno y varios componentes de Alameda.
El disco fue un auténtico fracaso en ventas. Muchos puristas del flamenco no entendieron las innovaciones en cuanto a instrumentación (sitar, órgano, batería, bajo y guitarras eléctricas). Se cuenta la anécdota de que muchos seguidores de Camarón fueron a devolver el disco después de comprarlo, pues se sentían engañados. Sin embargo, el mismo Camarón, en una entrevista, recomendaba a sus seguidores que lo escucharan varias veces para acostumbrarse al nuevo sonido. Con el tiempo, el disco fue considerado un clásico y uno de los mejores discos de fusión dentro del rock.
Cabe destacar la excelente versión que los Derby Motoreta’s y Rocío Márquez hicieron en 2019 de Viejo mundo, en un homenaje a La leyenda del tiempo, donde también aparece una sublime interpretación de la Nana del caballo grande.
Viejo mundo es un poema de Omar Kayyam, matemático astrónomo, filósofo y poeta persa de los siglos XI-XII.
«El mundo: un grano de polvo en el espacio, la ciencia de los hombres: palabra,
los pueblos, los animales y las flores de los siete climas son sombras de la nada».
En sus escritos, a menudo encontramos profundas reflexiones sobre la existencia del ser humano y las eternas preguntas sobre el porqué de la existencia, el universo y la naturaleza. En sus versos, y de una manera un tanto sarcástica, aprovechaba para criticar de manera feroz aspectos de la educación, la religión y la sociedad en general. Hoy diríamos que fue un hombre que se adelantó a su época, que, con sus preguntas acerca del sentido de la vida, dejó atrás el mundo viejo y se convirtió en la avanzadilla del hombre nuevo, el hombre del Renacimiento.
Una de las características del ser humano renacentista, el que forma parte de las vanguardias, es que se preocupa por su cuerpo y también por su alma. Su principal ocupación es el conocimiento de sí mismo, y esa búsqueda de la sabiduría o filosofía le va abriendo poco a poco las puertas de los secretos, aparentes, de la naturaleza y la vida.
También la belleza, la virtud, y la bondad son aspectos esenciales en su vida. Ama sin límites y trata de expulsar el egoísmo de su corazón.
Ese nuevo ser de ese mundo nuevo quiere saber de dónde viene y hacia dónde va. Por eso ama la historia y, aunque vive en un momento duro y difícil, no se asusta por ello. Tampoco se queja por las desdichas de la vida ni se vanagloria por lo que ya posee. Cultiva la humildad y se aleja de la vanidad. Es siempre joven porque lo es su alma, a pesar de que las canas puedan acompañarle. No se rinde, lucha por sus ideas y es fiel a ellas hasta el final.
Las críticas suelen ser sus compañeras, pues al adelantarse a los tiempos, no es comprendido por los suyos, que se asustan y tratan de apartarlo. Pero siempre encuentra almas gemelas que le acompañan en la honrosa tarea de hacer de este viejo mundo un lugar más bello, justo y bueno: un mundo nuevo.
Siempre en la vida llegan instantes en los que se debe y se puede elegir. Se me ocurre, después de leer los versos de Viejo mundo, que es un buen momento para empezar a luchar por un nuevo Renacimiento.
Y tú, lector, ¿te atreves a iniciar el apasionante viaje del conocimiento de ti mismo o sigues cómodamente en tu viejo mundo?