Érase una vez un robot que, procedente del planeta Marte, llegó a la Tierra para espiar la conducta de los terrícolas y su forma civilizatoria. Pero la misión del simpático robot marciano pronto tropieza con una serie de inesperadas dificultades:
Y, ¿la vida sin vida es normal?, se pregunta.
¿Y robar y prohibir las consultas?
Qué justicia, qué paz, qué verdad.
Siempre ser muy presuntas.
Y robot no comprende caos terrenal.
Activar mecanismo, robot despegar.
(…)
Dejando un rastro de polvo estelar
volvió a su planeta rojo.
Dejó un mensaje que logramos descifrar:
yo solo ser un robot
fail en misión de espionaje.
Hermano, humano, no es nada personal,
ya volveremos cuando solo quede el mar
Esta ficción distópica de la banda valenciana Zoo es la protagonista de nuestro espacio musical y filosófico. En esta ocasión nos volvemos a alejar de los sonidos guitarreros para acercarnos al rap. Habitualmente cantan en valenciano, pero, como dice Panxo (hermano del genial Pablo Sánchez, líder de Ciudad Jara, La Raíz), las diferentes lenguas del Estado son una gran riqueza que pueden convivir.
Siguiendo el camino de otros grupos como Obrint Pas o la Gossa Sorda, tratan de expresar en su lengua las inquietudes de la juventud. Y lo están consiguiendo llenando salas emblemáticas como el Wizink de Madrid y el Palau Sant Jordi de Barcelona.
Volviendo a la letra de Robot, nos damos cuenta de que el protagonista marciano, a pesar de carecer de «marcianidad» (humanidad en Marte), pronto se percata del caos reinante en la Tierra. El robot de Zoo nos presenta una realidad nada acogedora, y la pregunta que queda en el aire tras la huida del espía marciano es si todavía estamos a tiempo de reaccionar.
¿Hay esperanza para la humanidad?
Se suele definir al filósofo como un buscador. Es el que se hace preguntas acerca de la existencia y además trata de encontrar respuestas. Esas respuestas pueden conducir a certezas que le hagan descubrir aquello que solemos definir como el sentido de la vida.
Una de las cualidades que diferencia al ser humano del resto de seres vivos es la mente. Es por eso por lo que nos hacemos preguntas y nos damos cuenta de que todavía nuestra capacidad mental es limitada. Sin embargo, esa capacidad que tenemos de reflexionar nos permite mirar un poco más allá de nuestro mundo personal y llegar a una serie de conclusiones.
Si dirigimos la mirada a nuestro mundo actual, nos daremos cuenta de que en algunos aspectos hemos alcanzado grandes logros, al igual que nuestros antepasados también llegaron a picos civilizatorios muy importantes (Egipto, Grecia, mayas y otras muchas antiguas civilizaciones).
Pero también es cierto que hay millones de seres humanos que pasan hambre o mueren de hambre. Hay guerras horribles que masacran pueblos enteros, hay gente viviendo en las calles, la injusticia reina en muchos aspectos de nuestra civilización. Y aquellos que rigen el destino de los países parece que no encuentran las soluciones adecuadas para paliar estos males.
Aunque no podemos cambiar el pasado, sí podemos extraer experiencias de nuestros errores y tratar de corregirlos. De ahí la importancia de conocer la historia. Tener memoria de lo que ya pasó es el primer paso para construir nuestro futuro.
Obviamente, de poco sirve conocer el pasado si no asentamos el presente en unos cimientos sólidos y duraderos. Es necesario ser objetivos, ser conscientes de nuestra realidad actual y luchar para no distorsionar esa realidad tratando de engañarnos a nosotros mismos.
Cuando hablamos de humanidad, conviene recordar que está conformada por un conjunto de individuos. Cada uno de nosotros conforma la sociedad en la que vivimos. Para mejorar este mundo, según los estoicos, Confucio y otros grandes filósofos, debe haber un cambio que comienza por nosotros mismos. La sociedad cambiará a medida que cambie cada uno de nosotros por voluntad propia, sin forzar voluntades. No hay cambio auténtico si no es por propia voluntad.
«De la conducta de cada uno depende el destino de todos» (Alejandro Magno).
Esa necesidad de cambio, de mejorar el mundo, aparece de manera clara en los antiguos mitos. El principal protagonista del mito es la figura del héroe. A lo largo de su viaje, el héroe atraviesa de manera simbólica las dificultades que todo ser humano debe superar para llegar a su autorrealización. En la medida en que va derrotando enemigos (dificultades, dependencias) se vuelve más y más fuerte. El final del camino es el regreso al hogar, ya no somos los mismos que comenzamos el viaje interior en busca de nuestro verdadero yo.
Posiblemente la mayor aventura que podemos encontrar es tratar de mejorar cada día el mundo en que vivimos. Debemos volvernos pequeños héroes si de verdad queremos cambiar algo en nosotros y en nuestro entorno. Quien crea la historia y el futuro somos nosotros mismos. Somos responsables del mundo en el que vivimos y somos responsables del mundo futuro.
El divino Platón nos habla de cuatro grandes arquetipos que rigen la evolución del ser humano: lo bueno, lo bello, lo justo y lo verdadero. Toda nuestra vida es un largo camino en busca de esos grandes modelos. Tratar de alcanzar esos arquetipos de manera libre nos aleja de la masificación, de los miedos y dependencias insanas. Tal vez el sentido de la vida tenga relación con la búsqueda y acercamiento a estos arquetipos.
Sí, yo creo que sigue habiendo esperanza para la humanidad.
Esta noche, antes de sumirnos en los brazos de Morfeo, deberíamos preguntarnos: ¿qué he hecho hoy para que el mundo sea más justo, bueno, bello, y verdadero?