Nos adentramos en un mundo mítico y misterioso. Un encuentro con entidades extraordinarias que, según las tradiciones de diferentes culturas, siempre han acompañado a los seres humanos y les han inspirado en momentos difíciles. Algunos autores los presentan custodiando el camino de la humanidad en pos de su destino.
¿Qué es un daimon?
El daimon es un concepto que se vincula a un ser mitológico de la Grecia antigua y de otras culturas ancestrales. En griego significa ‘demonio’, aunque en la Antigüedad clásica no debía de tener el carácter peyorativo que le otorgarían futuras religiones.
Puede que forme parte de lo más elevado del ser humano, o también referirse a un ser destinado para guiarnos tanto en este lado de la vida como en el otro.
En sus orígenes, en la cultura clásica los daimones van a desempeñar varias funciones:
- Ejercerán de guía espiritual del ser humano en esta vida y en la otra.
- Van a servir de intermediarios entre la Divinidad y los humanos, transmitiendo las órdenes de una parte y las súplicas de la otra.
- Por último, también ejercen la función de inspiración en el arte adivinatorio.
¿Qué dicen del él Platón y otros sabios?
Hesíodo los describe como seres ilustres de la Edad de Oro que, por voluntad del gran Zeus, tenían la tarea de proteger a los seres humanos. También los considera como repartidores de destinos.
Hesíodo y también Homero se refieren a ellos como genios protectores de los mortales. Los pitagóricos sostenían que «todo el aire está lleno de almas. Estas son consideradas démones y héroes, y ellas envían a los hombres sueños, señales de enfermedad y salud»…
Parece ser que el filósofo Platón se interesó bastante por estos seres, ya que los cita en diferentes diálogos. En el Banquete, las Leyes, el Político, el Timeo y en la Apología de Sócrates, comenta algunas de sus funciones: en primer lugar, los presenta como los hijos bastardos de las ninfas y los mortales y también los considera como mediadores entre dioses y hombres.
En el Banquete, Platón nos señala, por boca de su personaje Diotima, que Eros no es un dios. Tampoco es mortal, porque «Eros es un gran daimon», un mediador, que «interpreta y comunica»: «Al estar en medio de unos y otros llena el espacio entre ambos, de suerte que el todo queda unido consigo mismo como un continuo» (Platón, 202e).
En su diálogo Fedón, afirma que el daimon es un genio protector, un espíritu guía que a cada uno le ha sido asignado en vida, para acompañarle e iluminarle el camino, no solo en vida, sino también en la muerte. Él es el encargado de conducir al alma al lugar donde ha de ser juzgada, antes de purificarse de sus delitos y pasar al Hades. Cuando el alma ya esté preparada, otro daimon la sacará de allí.
En el diálogo de la República, Platón nos habla de que algunos seres virtuosos, sabios y valerosos también pueden convertirse, después de su muerte, en protectores de otros seres, es decir, en otros genios que velan por los humanos, no solo en vida, sino también al otro lado de la existencia.
En la Ética, Aristóteles presenta al daimon como la virtud y la sabiduría en su aspecto más práctico, ya que esta entidad permanece siempre cerca de las personas para ayudarles a mejorar en todo momento.
Apuleyo, filósofo neoplatónico, expresó con claridad cómo a los daimones les corresponde inspirar a los adivinos y, en general, regular todo aquello que sirve para hacernos conocer el porvenir.
Visión de otras culturas
El daimon no es un invento de la filosofía, sino más bien, un ser que ha estado muy presente en la historia de todas las civilizaciones, aunque con diferentes nombres.
Los griegos lo llamaban daimon; los romanos, genio; entre los chamanes es el animal personal conocido como Nahual. Todos tienen en común que es un ser ambiguo conectado al ser humano, que intenta acompañarlo para que cumpla con su destino.
El resultado final dependerá de hasta qué punto, cada uno de nosotros, estaríamos dispuestos a escuchar la voz del daimon, un concepto que en una cultura como la nuestra se ha traducido como la voz de la conciencia.
El ángel custodio
Podemos encontrar esta tradición dentro de la Iglesia católica, como un ángel custodio encargado de guiarnos y protegernos a lo largo de toda nuestra vida en la tierra.
Jorge Ángel Livraga comenta en su libro Los espíritus elementales de la Naturaleza, que todas las cosas que existen en el universo tienen su espíritu guardián, incluso nuestro planeta. Él es el encargado del movimiento y animación de todo lo que existe y es al que obedecen todos los espíritus elementales.
Este conocimiento milenario lo podemos encontrar en El libro de Dzyan y en otros muchos en diferentes culturas, por ejemplo, de Súmer, Egipto, la India… Leyendas sobre estos seres extraordinarios suelen aparecer en todas las civilizaciones. Es curioso verlos representados con iguales características en pueblos tan distintos como los europeos y los asiáticos.
Si buscamos un poco en estas leyendas, podemos encontrar una inmensa variedad de estos espíritus elementales, desde los que rigen un planeta o una estrella hasta los que velan por el funcionamiento de un átomo.
El profesor Livraga nos enseña que los humanos, al igual que todo lo que existe en el universo, también tienen un espíritu guardián, ángel custodio o daimon. Nos dice que «los ángeles custodios, otra variedad de Elementales, insertaron en nuestras castigadas almas la esperanza, el entusiasmo, y levantaron con ayuda de los silfos de los vientos los gallardetes que huelen al bronce de la gloria…».
También afirma que, cuando nacemos, no encarna de inmediato todo lo que hay de superior en nosotros, sino que lo va haciendo de una manera progresiva. Así, un niño pequeño no posee en el momento de nacer todas sus facultades mentales, sino que las va adquiriendo poco a poco con la ayuda del ángel de la guarda, que le va a sugerir lo que debe o no hacer hasta la edad de siete años. A partir de esta edad tendremos al ángel custodio o daimon que nos inspirará en las dificultades y nos recordará cuál es nuestro deber.
Importancia de Jung
Para Jung «lo inconsciente» es aquello que habita en nosotros como una mezcla de elementos individuales y colectivos. Ese componente mental heredado culturalmente es el que nos facilita nuestra forma de percibir e interpretar todos los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor.
Uno de los herederos de Carl Jung, James Hillman, escribió en su libro El código de las almas sobre la importancia de la relación con el genio o daimon para poder conseguir una mejor vida.
En este libro, Hillman nos descubre el pensamiento de su maestro Carl Jung, cuando expresa que «el daimon habita en nuestro inconsciente. Guía muchos de nuestros actos, nos impulsa, nos susurra ideas, nos inspira y da voz a nuestra intuición». Sin embargo, con la aceleración de la sociedad actual, es común que la gente se aleje de esa voz interior.
Este ser tan importante tiene un enorme potencial y desea liberar su impulso creativo; sin embargo, no siempre nos atrevemos a escucharlo.
El profesor Hillman afirma en su libro que uno de los aspectos más importantes en esta vida sería aprender a escuchar a este ser mágico que vive en todo aquello que nos motiva: «Quien deja de poner su mirada en el exterior, en lo que quieren los otros y se inicia por fin en el viaje del autoconocimiento, logrará alcanzar a su daimon».
¿Cómo despertar la conexión con esa voz interior?
Según el doctor Hillman, en primer lugar, es crucial encaminarnos hacia nuestro autoconocimiento mediante la toma de contacto con nuestras emociones, valores personales y nuestras ideas. Así encontraremos la manera de empezar a reconocer quiénes somos en realidad; por tanto, esto nos unirá a nuestro daimon dándole libertad de expresión.
En segundo lugar, debemos ser conscientes de que este camino entraña cambios de actitud ante los esquemas impuestos por la sociedad de la que formamos parte. Este cambio podríamos conseguirlo desarrollando la valentía y la voluntad.
Para relacionarnos con nuestro daimon, antes tenemos que saber estar en cualquier escenario, por muy complicado que sea. Es decir, debemos ser capaces de encontrar aquellas herramientas que nos permitan desenvolvernos con eficacia en un mundo hostil. Aprendiendo a ser más fuertes y con la libertad que da tener un conocimiento más rico de quiénes somos, facilitaremos la relación con nuestro daimon y él nos ayudará a tener una existencia más plena, consciente y feliz.
Conclusión
Quién sabe si este ángel custodio o daimon pudiera ser la ayuda que nos regala nuestra Madre Naturaleza, quizás para propiciar la madurez que debe alcanzar el ser humano. Las tradiciones espirituales de diversas civilizaciones y los autores clásicos así nos lo enseñan.
Cuando escuchemos esa voz interior, podríamos pensar en esa ayuda y aprender a percibir lo que quiere transmitirnos. Grandes filósofos han escrito sobre ello, posiblemente para darnos a conocer esta gran oportunidad. Podría ser su voz la que nos habla para encauzarnos hacia una libertad fuera de los esquemas sociales.
Todo ello nos podría aportar la tranquilidad de pensar que no estamos solos, que alguien muy especial vela por nosotros. Y es algo que merece la pena considerar.
Referencias y bibliografía.
https://www.persee.fr/doc/antiq_0770-2817_1993_num_62_1_1164
https://www.entelekiafilosofik.com/2019/01/14/del-daimon-de-socrates-al-mito-de-la-bellota/
https://lamenteesmaravillosa.com/la-eudaimonia-o-la-clave-de-la-felicidad-segun-carl-jung/
Jorge Ángel Livraga. Los espíritus elementales de la Naturaleza. Ed. NA.
Jaeger. W. Paideia: los ideales de la cultura griega, México, 1957.
Excelente artículo, muchas gracias