Arte — 1 de abril de 2024 at 00:00

El héroe de las mil caras: Solo ante el peligro

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El héroe de las mil caras: Solo ante el peligro

Este es el título de una obra publicada en 1949 por el mitólogo, escritor y profesor estadounidense Joseph Campbell, donde analiza desde la mitología comparada la estructura mitológica del viaje del héroe arquetípico que podemos hallar en los mitos de los distintos pueblos a lo largo de la historia de la humanidad. El profesor Campbell encuentra que las narraciones mitológicas comparten, por lo general, una estructura fundamental, lo que él va a llamar el monomito o el periplo del héroe, que se podría resumir de la siguiente manera: «El héroe inicia su aventura desde el mundo conocido, recibe la llamada de la aventura que lo conduce hacia una región de prodigios sobrenaturales, se enfrenta con fuerzas fabulosas en un camino de pruebas, donde evidentemente será probado y, en algunas ocasiones, recibirá la ayuda de un aliado, y gana una victoria decisiva. Luego, el héroe regresa de su misteriosa aventura con la fuerza de otorgar dones a sus hermanos». Este proceso tiene fundamentalmente tres etapas: la partida o separación, que es cuando el héroe se pone en marcha ante la llamada de la aventura (o desventura, según al caso); la iniciación, o sea, las aventuras que lo pondrán a prueba en el camino; y el retorno, la vuelta a casa y al mundo de todos los días, transformado por la experiencia.

Esta obra ha influido en varios artistas de distintos géneros, y en el cine, en particular, es conocido y bien documentado el uso de la teoría del monomito por George Lucas en la realización de las películas de Star Wars.

No obstante, debemos tener presente que las pruebas que nos presenta la vida no necesariamente han de seguir el patrón mencionado de manera estricta y se pueden presentar de la forma más inesperada en una situación aparentemente cotidiana, pero que lleva al personaje —o candidato si siguiéramos el patrón estricto— a una o más situaciones límite que ponen a prueba su entereza y fuerza interior.

En esta ocasión, una vez más dentro del conjunto de artículos sobre cine, propongo dos ejemplos, muy diferentes entre sí, para encontrar el camino del héroe en el cine, aunque en principio esa no sea, aparentemente, la intención con la que fueron filmados.

High Noon (Solo ante el peligro)

(Solo ante el peligro en España, A la hora señalada en América). Esta es una película estadounidense del género western de 1952, en glorioso blanco y negro, producida por Stanley Kramer y Carl Foreman sobre un guion de este último, dirigida por Fred Zinnemann y protagonizada por Gary Cooper, Grace Kelly, Katy Jurado, Lloyd Bridges y Thomas Mitchell entre otros. La música de Dimitri Tiomkin encaja a la perfección y merece una mención. La trama está coordinada de tal manera que la duración de los hechos en la pantalla es la misma que la duración del filme, es decir, en tiempo real, lo que en sí es un logro formidable.

El argumento

En un típico pueblo del Oeste, en el territorio de Nuevo México, tenemos a un marshall veterano muy eficaz en su cometido y querido por todos en el pueblo. El marshall ha terminado su tiempo como tal y ha decidido casarse con su joven novia para luego retirarse a otra localidad a poner un negocio y vivir una vida sin sobresaltos. Luego de la boda, sin embargo, llega la noticia de que un forajido al que el marshall capturó años atrás ha cumplido su condena, ha salido de la cárcel y vuelve para vengarse. Este personaje ha de llegar en el tren de las doce del mediodía, y ya han llegado al pueblo y lo esperan en la estación del ferrocarril tres miembros de su banda, uno de los cuales es hermano del forajido.

El héroe de las mil caras: Solo ante el peligro

Es aquí cuando empieza su prueba: debe decidir si, por sentido del deber, retoma su cargo y les hace frente o se marcha con su joven esposa, como ella le pide. Ella se había hecho cuáquera porque detesta la violencia, y lo conmina a marcharse con ella porque ese problema ya no es de su responsabilidad. El marshall le contesta que, aunque se fuera con ella, lo perseguirían de igual manera. A esto se añade que su reemplazo no ha de llegar hasta dentro de un mes y que su ayudante es un joven impulsivo, ofendido porque el marshall no lo ha recomendado para el puesto, y que se niega a ayudarlo o a tener cualquier contacto con él.

Ante esta situación, es consciente de que debe hacer frente al problema, aunque se juegue la vida en ello. Su joven esposa le da un ultimátum: ella partirá en el tren de las doce con o sin él. Por mucho que esto le duela, él no cambia su decisión y, por el contrario, va a recorrer el pueblo visitando a sus amigos para pedir voluntarios que lo ayuden ante lo que se avecina. Aquí la prueba se agudiza: todos y cada uno se niegan, por una razón u otra, a ayudarlo ante el peligro. Sus antiguos amigos y aliados lo evitan o inventan excusas; el juez que condenó al pistolero se dispone a abandonar el pueblo y lo conmina a hacer lo mismo; su antiguo ayudante devuelve la placa y se ofrece a ayudarlo solo si habla con las autoridades del pueblo para que lo hagan sheriff, a lo que nuestro héroe se niega porque no lo considera capacitado. Todos quieren evitar la confrontación, a pesar de ser inevitable; solo uno se ofrece de voluntario, pero cuando se entera de que es el único, se disculpa y le dice que no puede, que tiene familia y tiene que pensar en ellos. Aun el alcalde, que ha sido un amigo muy cercano, le da la espalda y dice que lo mejor es evitar la confrontación por el bien de todos. Tan solo un niño de catorce años se ofrece a combatir con él, a lo que nuestro héroe se niega, obviamente.

El héroe de las mil caras: Solo ante el peligro

Poco a poco se va quedando solo, el reloj avanza y, luego de una pelea a los puños con su antiguo ayudante, que quería forzarlo a salir del pueblo, se queda solo en su despacho, donde escribe su testamento y se dispone a jugarse la vida y enfrentar lo inevitable.

En paralelo, su joven esposa, mientras espera el tren, se encuentra con la dueña del bar, que ha vendido todo y se marcha. Esta persona es una mujer madura y un antiguo amor de su marido, por lo que la esposa, en un rapto de celos, cree que su marido se queda para protegerla a ella, pero esta le contesta que no solo no es así, sino que, de ser ella la esposa, se quedaría a luchar con su marido, que sería lo correcto. Mientras tanto el reloj avanza y la tensión aumenta.

Llegada la hora, salvo por las pasajeras que se dirigen al tren, el pueblo queda vacío en espera de lo que suceda. El tren arriba a las doce y, mientras unos pasajeros suben al mismo, baja el forajido a quien esperan su hermano y sus dos compinches. Tienen su arma preparada y, una vez que se coloca el cinturón con la pistola, empiezan a caminar hacia el centro del pueblo: ha llegado la hora de la verdad.

El marshall, por su parte, sale de su despacho y camina en dirección opuesta, marcha hacia su destino y lo que este le depare. Él es solo uno y del otro lado vienen cuatro con la intención de matarlo. En determinado momento, uno de ellos hace un ruido que lo alerta de dónde están, por lo que se pone a cubierto para sorprenderlos. Aparece por sorpresa y abate al hermano del forajido, hay un intercambio de disparos. Desde el tren, al oír los disparos, su joven esposa no puede soportarlo y abandona el tren para ir en su búsqueda.

El tiroteo continúa y un miembro de la banda lo persigue hasta el establo, donde él ha logrado subir a la parte alta, y le dispara varias veces sin alcanzarlo. Por el contrario, el marshall le atina con un disparo y le da muerte. Otro miembro de la banda ha logrado esconderse y todo indica que logrará dispararle por la espalda al marshall. Sin embargo, su esposa ha logrado llegar hasta donde este se encuentra y, luego de recoger una pistola de uno de los contendientes, le dispara por la espalda a su vez y lo mata. Es así como quedan solamente el marshall y el jefe de la banda, que se enfrentan en un duelo final en el que el marshall logra por fin vencer.

Aparecen los habitantes del pueblo, pero el marshall se sube a una carreta con su joven esposa, toma su placa, que arroja al suelo, y se dispone a marchar del pueblo que lo había traicionado para nunca más volver.

Comentario

En este caso, se nos presenta el héroe en su soledad, ya que, al iniciar el camino, por duro que fuera, está seguro de que encontrará ayuda entre aquellos a los que sirvió fielmente desde su puesto de marshall limpiando el pueblo de malhechores y ayudando a unos y a otros. Pero, tal vez, la verdadera prueba de su carácter no sea el enfrentamiento final con la muerte de todos los malhechores, por terrible que esta sea para cualquiera, sino la sensación de abandono y soledad que sufre —y a la que debe sobreponerse— de parte de todos aquellos a los que consideraba sus amigos y en los que confiaba. La ayuda vino, en el momento crítico, de parte de su joven esposa que, a pesar de su acendrado pacifismo, mata para salvarlo. Es así como, por fin, emerge de la prueba victorioso y se va de ese pueblo desagradecido, para vivir una nueva vida lejos de ellos.

Lo histórico

La película fue filmada en plena «caza de brujas» en la época llamada macartismo, que tuvo lugar en Estados Unidos de 1950 a 1956, en plena Guerra Fría, donde se utilizó la amenaza de prisión para lograr que muchas personas en los medios de comunicación, incluyendo el cine, el Gobierno y aun militares delataran a sus colegas acusándolos de pertenecer al comunismo, lo que los tornaba en espías de la Unión Soviética a los ojos inquisidores de los responsables de todo aquello. Esto hizo estragos en la industria del cine, donde muchas carreras fueron destruidas y algunos tuvieron que emigrar, como el guionista de esta película. Charles Chaplin fue el caso más famoso, ya que no pudo volver a entrar al país por muchos años. Se estableció una lista negra con aquellos que rehusaron cooperar en los interrogatorios y denunciar a sus amigos, lo que los tornaba en unos apestados para la industria, que dejó de ofrecerles empleo.

Es por esta razón por la que siempre se ha considerado que esta película era una denuncia solapada de ese estado de cosas, con muchas traiciones de por medio. No podemos descartar que esta intención existiera, tal vez, en la elaboración del guion. Pero, desde el comienzo, fue considerada de alguna manera como el anti-western y detestada por algunos como John Wayne, ya que, por lo general, en las películas del Oeste los amigos se ayudaban unos a otros en el combate con los malhechores y aquí nadie ayuda al protagonista. Allí reside precisamente su originalidad y, de manera intencionada o no, asoma la figura del héroe solitario que nos ocupa.

Lo cinematográfico

El papel del marshall le valió un Óscar a Gary Cooper, que está magistral en ese rol, pero no fue la primera elección. Primero se lo ofrecieron a John Wayne, que lo rechazó de plano porque lo consideró una crítica a la lista negra proveniente de los interrogatorios del macartismo, que él apoyaba en principio, aunque más tarde cambió de opinión. También le fue ofrecido a Gregory Peck, que declinó el ofrecimiento porque el año anterior había filmado un western y lo encontró demasiado parecido. Tiempo después, Gregory Peck dijo que consideraba esa decisión el peor error de su carrera. La película también constituyó el debut de Grace Kelly en el papel de la joven novia. Tampoco podemos olvidar que también debutó en esta película Lee Van Cleef como uno de los pistoleros, que no dice una palabra en toda la película, pero sobresale en los primeros planos de los rostros de los miembros de la banda, con esa mirada intimidante y agresiva. Esto me recuerda que Lee Van Cleef comentó en una entrevista, hacia el final de su carrera, que «esta mirada ha sido mi fortuna». Sinceramente, no puedo estar más de acuerdo con él.

La película, por lo tanto, es un clásico del cine y una extraordinaria experiencia cinematográfica, muy recomendable en todos los sentidos.

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