Culturas — 1 de octubre de 2024 at 00:00

Marsilio Ficino y los escritores españoles del Renacimiento

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Marsilio Ficino

Hay hombres que dejan una huella imborrable en la historia de la humanidad. Nacen en el momento justo, en el que el destino quiere abrir puertas… y son ellos el puente que lo hace posible.

Un ejemplo lo tenemos con Marsilio Ficino, Cosme de Médicis y Jorge Gemistos Plethon. La vida los unió en Florencia cuando llegó a esa ciudad Gemistos Plethon, acompañando como consejero al emperador bizantino Juan VIII el Paleólogo, para asistir al concilio que allí se celebraba en el año 1438.

En sus horas libres, Plethon daba conferencias sobre la filosofía de Platón, el cual en esa época apenas se conocía. Cosme de Médicis, banquero y político, asistió a estas reuniones y se entusiasmó con sus enseñanzas, y entre ellos surgió la amistad y la idea de abrir una escuela para enseñar la belleza de la filosofía platónica.

Cosme le propuso a Marsilio Ficino, que era hijo de su médico personal, ser el director de la Academia Platónica, cediéndole la Villa Careggi, para que pudiera realizar allí su trabajo y dar clases. Ficino, que había estudiado música, astrología, teología y medicina, lo primero que tuvo que hacer es aprender griego para traducir las obras del gran filósofo clásico. En 1459 nace la Academia Platónica de Florencia, y de aquí surgiría un nuevo concepto de vida que conocemos como el Renacimiento.

Mientras, Cosme iba adquiriendo obras que procedían de Constantinopla y diferentes lugares de Europa. Así llegaron obras de Plotino, Porfirio, Jámblico, Pitágoras, Proclo, Zoroastro, Orfeo y Hermes Trimegisto. Es imposible contar las horas, los días y los años que dedicó Ficino a esta labor de traducción. Pero lo consiguió, y dejó su huella en ese despertar de una nueva cultura, en esos nuevos conceptos de filosofía, ciencia y arte.

Ficino comprendió la belleza de estos libros que venían desde la Antigüedad, admiró la sabiduría que guardaban y quiso darlos a conocer. Él escribió sus propios libros para explicarlos. Consideraba la filosofía de Platón como el resumen de las obras antes mencionadas. Pensaba que el conocimiento del alma mediadora y el amor eran la parte más fundamental de la filosofía platónica.

Sus enseñanzas inspiraron a personajes que hoy son célebres: el pintor Botticelli, amigo de Ficino, escogió el amor como tema principal de sus obras más famosas: La primavera y El nacimiento de Venus.

La interpretación de estos dos cuadros nos la ofrece el profesor y filósofo Jorge Ángel Livraga: «El nacimiento de Venus es la continuación de La primavera. La primavera es “el alma humana que despierta al mundo espiritual”. La deidad que domina el conjunto del cuadro es Venus. Esta deidad del amor es la central, domina el pasado, el presente y el futuro; es el eje de todo. Es el amor platónico que domina todo lo manifestado y se plasma según la necesidad y el grado de conciencia de cada uno».

Muchos fueron los pintores, escultores y arquitectos que se inspiraron en la belleza platónica. Ficino influyó en muchos escritores, no solo en los contemporáneos de su época, sino que después, a lo largo del tiempo, sus ideas influirían en escritores del Renacimiento tardío en toda Europa. En España tenemos a Calderón, Cervantes y Lope de Vega, por citar algunos.

Sabemos por Ana Suárez Miramón que «la larga tradición de escritores y poetas discípulos de los académicos marcaron un camino que mantuvo viva la influencia de Ficino y de la cual heredó Calderón su pensamiento y arte. Restablecer la trayectoria entre Ficino y Calderón supone recordar a Bembo, Cavalcanti, Poliziano, Ariosto, Castiglione y León Hebreo… En esto fue maestro Calderón, y en toda su obra puede verse la coincidencia de su sistema poético con el proyectado por Ficino… La amplia difusión de los Diálogos de amor desde su impresión en 1535, que recogió la teoría amorosa de Ficino, informó todos los géneros y centró el tema de muchas obras teatrales. Calderón, el dramaturgo más interesado en analizar las diferentes expresiones amorosas, y considerado con toda razón “el poeta del amor”, se volcó en revitalizar el sentimiento y en presentar la mayor variedad de figuras femeninas para experimentar todos los tipos de amor registrados por Ficino, desde el más ideal al más bajo representado por Culpa, en los Autos».

Cervantes nos habla en todas sus novelas constantemente del amor; el mismo don Quijote nos dice que milita «bajo el estandarte del amor», pero sobre todo, insiste en matizar que el amor que él siente por Dulcinea es de los llamados platónicos.

Y en la segunda parte de la obra continúa reafirmándose en la misma idea: «Yo he satisfecho agravios, enderezado tuertos, castigado insolencias, vencido gigantes y atropellado vestiglos; yo soy enamorado, no más que porque es forzoso que los caballeros andantes lo sean; y, siéndolo, no soy de los enamorados viciosos, sino de los platónicos continentes. Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno».

Marsilio Ficino

A Sancho le parece extraño que la joven Altisidora se haya enamorado de don Quijote y se lo dice a su señor, el cual le contesta: «Advierte, Sancho, que hay dos maneras de hermosura: una del alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad1 y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo; y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y con ventajas. Yo, Sancho, bien veo que no soy hermoso, pero también conozco que no soy disforme; y bástale a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido, como tenga los dotes del alma que te he dicho».

Este dialogo de don Quijote, parece inspirado por una frase de Ficino: «El alma está en el medio de nuestra parte más elevada y espiritual y de nuestro cuerpo de pasiones y deseos. Mientras rige los cuerpos superiores, se adhiere a lo divino y se constituye en señora —y no compañera— de los cuerpos inferiores».

Otro detalle que nos demuestra que Cervantes había leído a Platón es cuando la dueña Dolorida2, dice: «Parecióme la trova de perlas, y su voz de almíbar, y después acá, digo, desde entonces, viendo el mal en que caí por estos y otros semejantes versos, he considerado que de las buenas y concertadas repúblicas se habían de desterrar los poetas, como aconsejaba Platón, a lo menos, los lascivos, porque escriben unas coplas, no como las del marqués de Mantua, que entretienen y hacen llorar a los niños y a las mujeres, sino unas agudezas que, a modo de blandas espinas, os atraviesan el alma, y como rayos os hieren en ella».

En La Galatea, la primera obra de Cervantes, donde se habla mucho de amor, un personaje llamado Tirsi le dice a otro llamado Lenio: «Con estos dos remedios, puestos por la divina mano, se viene a templar la demasía que puede haber en el amor natural, que tú, Lenio, vituperas, el cual amor de sí es tan bueno que si en nosotros faltase, el mundo y nosotros acabaríamos. En este mesmo amor de quien voy hablando están cifradas todas las virtudes, porque el amor es templanza que el amante, conforme la casta voluntad de la cosa amada, la suya tiempla; es fortaleza, porque el enamorado cualquier variedad puede sufrir por amor de quien ama; es justicia, porque con ella a la que bien quiere sirve, forzándole la mesma razón a ello; es prudencia, porque de toda sabiduría está el amor adornado».

La prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia son los valores más destacados por Platón en la República, son los pilares del Estado para que la sociedad esté en armonía. Y Cervantes los relaciona con el amor, porque esos valores también sirven para elevar el alma del ser humano. Los valores dan al hombre la fuerza necesaria en la lucha constante contra los enemigos de la verdad. Ficino creía firmemente que, si la humanidad aprendiese la filosofía platónica, volvería la Edad de Oro.

Nos informa, Heinrich Merkl Salzburgo: «Paul Oskar Kristeller ha mostrado que lo que distingue el Renacimiento de la Edad Media es el conocimiento de los intelectuales renacentistas de toda la obra de Platón… En el siglo XVI Francisco de Vergara aconsejó el estudio de esta traducción a los estudiantes. Quevedo la conoció con toda evidencia. Lope leyó los comentarios de Ficino a los diálogos de Platón. Por esto, la crítica del conjunto ideológico sofista es un asunto que concierne también a los estudiosos de la época del Renacimiento y del Barroco español. Cervantes, que participaba con los Argensola, Quevedo, Góngora y Lope en la Academia del conde de Saldaña, pudo conocer esta crítica antisofista por vía de la traducción ficiniana de la obra de Platón. Por consiguiente, mi hipótesis de que Cervantes directamente leyó algunas obras de Platón es históricamente posible y no presupone que Cervantes supiera leer textos escritos en griego; presupone tan solo que Cervantes supo leer textos escritos en latín».

Ficino decía frases como:

«Es por amor al conocimiento por lo que el hombre se vuelve hacia su origen y se reconoce en él como una unidad. Pues amor es el gozo de conocer, de ser uno, de fundirse en la Belleza y el Orden arquetípicos».

«El hombre no podría amar a Dios si Dios mismo no lo amase. En su amor, Dios convierte al mundo y al hombre en vivos y activos. El amor explica la libertad de la acción divina y la acción humana. Libremente, Dios forma y gobierna el mundo; libremente —por su voluntad—, el hombre se eleva hacia Dios».

Gracias a la labor de estos hombres del Renacimiento, nosotros podemos admirar la belleza que nos transmiten sus cuadros, sus estatuas, sus obras literarias… Cuando contemplemos sus obras, pensemos que alguien abrió puertas.

Bibliografía

Livraga, J. Á. (1986). «Interpretación esotérica de La primavera». Revista NA, marzo de 1986.

Suárez Miramón, A. (2006). El sistema teológico-estético en Ficino y Calderón. https://cvc.cervantes.es/literatura/aiso/pdf/07/aiso_7_085.pdf

Merkl, Heinrich (2011). El conjunto ideológico sofista, Ficino y los tres Quijotes (de 1605, 1614 y 1615): https://cvc.cervantes.es/literatura/aiso/pdf/07/aiso_7_085.pdf

Cervantes, M. Don Quijote de la Mancha.

Cervantes, M. La Galatea.

Costin, H. (1986). «Minerva, Venus y Mercurio» en Los motores ocultos del Renacimiento. Ed. NA.

1 Generosidad.

2 Personaje de la novela Don Quijote.

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