Arte — 31 de diciembre de 2020 at 23:00

Grecas, de DMBK

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grecas

Los descubrí en La hora musa a finales de 2019 y me quedé gratamente sorprendido: es lo mejor que he escuchado en mucho tiempo. La «kinkidelia», como ellos definen su concepto de la música, ha venido con valentía a despertar ciertos anquilosamientos dentro del rock. Y es una apuesta arriesgada, valiente.

Si pudiéramos fusionar Led Zeppelin con Triana nos acercaríamos a lo que significa Derby Motoreta’s Burrito Kachimba (DMBK): rock psicodélico, estética setentera y el «quejío» de Dandy Piranha (con reminiscencias vocales de Jesús de la Rosa, y cierto parecido físico a Robert Plant).

El significado de sus letras es difícil de interpretar, entre otras cosas porque ellos juegan a ese lenguaje un tanto onírico, propio de la psicodelia.

En una entrevista a Mondo Sonoro, Gringo (guitarra) habla de una de las joyas del disco, donde refleja la situación actual (junio 2020):

«La canción nuestra que más representa este momento creo que sería “Grecas”, sobre todo por la letra, que anima un poco al alzamiento, pero no al alzamiento de banderitas, sino a un real alzamiento de cambiar este sitio por un sitio mejor. Al final, todos sabemos que este sitio podría estar mejor que como está y si todos pusiéramos un poquito de nuestra parte, seguramente que estaría mejor».

El escritor Eckhart Tolle, en uno de sus libros, nos recuerda la necesidad de encontrar ese mundo nuevo, pero no como algo quimérico, un trabajo para los que vendrán. No. La construcción de un mundo nuevo empieza ahora y empieza por uno mismo.

Para que este sitio sea mejor, el ser humano debe ser mejor: necesitamos hombres y mujeres mejores. No hay que depender tanto de los sistemas, necesitamos hombres y mujeres que sean nuevos, diferentes y, sobre todo, mejores.

Tolle nos habla de «una locura inherente en todas las mentes humanas» . Reconocer esa locura es el comienzo de una nueva conciencia. Hay una falsa creencia, nos dice Tolle, al pensar que estamos separados los unos de los otros. Esta falsa creencia conduce al egoísmo y desemboca en el mundo que tenemos hoy en día.

Este egoísmo conduce a identificarnos con lo material y a que creamos que cuanto más tengo, más soy.

Y el hombre nuevo que va a conformar ese nuevo mundo debe dejar de ser un mero espectador. A través de los reclamos audiovisuales, creemos que vivimos aventuras, creemos que amamos, conquistamos, odiamos… En realidad, eso no es vivir, es observar la vida. Sin darnos cuenta, nos han convertido en espectadores. Para conquistar ese mundo nuevo hemos de abandonar la comodidad de sofá, el ser meros espectadores, y convertirnos en protagonistas de nuestra vida y de la historia: subir al carro de la historia y no ser arrastrados por él.

Tolle nos recuerda la necesidad de descubrir nuestro espacio interior y no escuchar tanto a lo que él llama Cuerpo-Dolor (falso sentido del yo, compuesto por dolores-emociones y pensamientos negativos).

Ese nuevo mundo necesita que los seres humanos vayamos despertando a nuestra verdadera identidad. Evidentemente, para ello se necesita valor, valor para salir de nuestro espacio de confort y aventurarnos a la conquista más necesaria para construir ese nuevo mundo: la conquista de uno mismo.

Como decía el poeta y filósofo Jorge Ángel Livraga: «Si quieres un mundo mejor… empieza por ti».

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