Arte — 30 de junio de 2017 at 22:00

Contesto a tu carta

por

(…) Me dices que estás exhausto,
que no puedes avanzar.
¿Qué podría aconsejarte?
 
Olvídate del hatillo
en la esquina del zaguán
y ¡sal al bosque a jugar!,
como si fueras un niño.
 
Percibirás tantas cosas
que desde siempre ignorabas…
Aunque todo estuvo ahí,
ni siquiera lo mirabas;
ocupado como estabas
en el afán «por venir»,
¡te olvidaste del «aquí»!
 
Pero yo puedo ayudarte.
Anota en un papelito
todo el bien que has recibido.
 [¡Que sí, hombre! ¡Venga, hazlo!]
 
¿Te ha llevado mucho rato?
Con un poco de paciencia,
retomas tu fortaleza
más ligero de equipaje.
Regresa, pues, al camino,
nos veremos en el viaje.
 
No estás solo. Estás conmigo.
Te quiere…

Tu buen amigo.

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